¿Golpe blanco a Brahm? Así se gestó la derrota que el Tribunal Constitucional asestó al gobierno

María Luisa Brahm

Los mensajes que el expresidente del TC Iván Aróstica hizo a llegar a La Moneda no son recientes y exceden las dos intervenciones por televisión que hizo este martes afuera del recinto del organismo, en calle Huérfanos. Desde hace varios días que había señales internas de la derrota que, finalmente, sufrió el Ejecutivo en el primer trámite del requerimiento con que se buscaba derribar el proyecto de tercer retiro del 10% de la AFP. Si en el primer fallo fue la actual presidenta, María Luisa Brahm, quien acaparó la atención, esta vez el protagonismo lo tuvo su antecesor y su grupo de ministros más cercanos, que inclinaron la balanza y, de paso, cobraron cuentas pendientes a la exjefa de asesores de la primera administración de Sebastián Piñera.


Un ministro lo detalla así: “Fue tanta la improvisación del gobierno con este requerimiento contra el tercer retiro del 10% que los abogados ingresaron recién ayer (lunes), como a las cinco de la tarde, copias de las votaciones de diputados y senadores, de una tramitación que finalizó el viernes pasado en el Congreso. Eso te dice mucho de lo que luego sucedió”.

No fue un defecto de forma que se podría haber subsanado en dos días como sostiene la ley, sino una serie de errores que los siete ministros, que votaron por no acoger a trámite, advirtieron respecto del libelo con que el Presidente Sebastián Piñera pretendía declarar inconstitucional la iniciativa parlamentaria por el tercer retiro de 10% de las AFP para enfrentar la crisis económica que ha dejado la pandemia en Chile.

Por eso es que cuando el ministro Gonzalo García terminó su argumentación, y el rechazo al requerimiento ya contaba con una mayoría de seis votos, varios de los jueces miraron, a través de sus pantallas de Zoom en el computador, cuál era el rostro de la presidenta del TC, María Luisa Brahm. Dos aseguran que no se le movió ni un músculo de la cara, aunque un tercero recordó que la abogada no podía esconder la incomodidad con la derrota. Y es que la vez pasada, cuando el gobierno recurrió ante el organismo fue ella, la exjefa de asesores del primer gobierno de Piñera, quien le otorgó un triunfo al Ejecutivo al ocupar su voto dirimente ante el empate que se dio en esa oportunidad. Sin embargo, esta vez el protagonismo -desde incluso antes de comenzar la sesión de pleno- se lo había llevado su antecesor, y público enemigo, el ministro Iván Aróstica.

A primera hora y casi en cadena nacional el exmandamás del TC capturaba la atención de los matinales momentos antes de ingresar al edificio que alberga al organismo, en calle Huérfanos 1234, en pleno centro de la capital. Ya ahí lanzó lo que sería interpretado hasta en La Moneda como un mensaje que luego cobraría más sentido cuando el propio Aróstica diera el séptimo voto con el que se rechazó acoger a tramitación el libelo del Ejecutivo. “El punto central no es quién hace las leyes, sino qué hacer para solucionar los problemas de la gente”, dijo antes de entrar al recinto, frase que resonó en Palacio.

Iván Aróstica
Ministro Iván Aróstica abandonando el Tribunal Constitucional.

Luego, en una segunda aparición, ya por la tarde y una vez finalizado el pleno, se explayó en los argumentos que al menos él tuvo para desestimar en el primer examen el requerimiento del Ejecutivo, asegurando que carecía de fundamentos. “Si bien tiene fundamentos, es un extenso escrito, faltó hacerse cargo de algunos antecedentes, tal como lo dijimos en la mañana. Esos antecedentes son básicamente la sentencia del TC del 30 diciembre. Esa sentencia tiene dos factores importantes que Su Excelencia no los consideró: uno es el voto de cinco ministros que estuvieron por no admitirlo ya en esa ocasión. El Presidente de la República tiene perfecto derecho a no estar de acuerdo con ellos, pero tiene que decirlo en su requerimiento. (Explicar) por qué esos ministros, en el sentir del Presidente de la República, están equivocados”, dijo Aróstica

Convertido en un improvisado vocero del TC durante la jornada clave, Aróstica recordó el fallo anterior que -a su juicio- fue ignorado esta vez por el Ejecutivo: “Además, esa sentencia del TC, que me tocó redactar, no fue un cheque en blanco para que cualquiera de los dos, el Congreso o él, podrían hacer retiros de fondos. En esa ocasión se le reconoció al Presidente de la República una iniciativa para legislar en la materia, pero legislar en el sentido de retribuir a las personas el menoscabo de su remuneración. Ese es el objetivo de esto. Entendemos que esto no es una disputa entre dos poderes (del Estado) por quién tiene simplemente la prerrogativa. Hay que mirar por los terceros, que por orden del Estado legítima, sin duda, han perdido su remuneración”.

Dos fueron los votos que desequilibraron la balanza esta vez. Uno de ellos fue Aróstica y el otro uno de sus cercanos al interior del TC, el académico de la UC Juan José Romero. En clave política, dicen al interior del organismo, esta fue una vuelta de mano al “golpe blanco” que Brahm hizo hace dos años, cuando al aliarse con ministros de sensibilidad progresista impidió que este último fuera presidente del TC y ella terminó asumiendo el cargo. Ya desde hace algunos días desde el sector que lidera el expresidente del TC, que incluye también al ministro José Ignacio Vásquez, se estaban enviando señales de incomodidad apuntando a que Piñera apelara al organismo para derribar una tramitación en el Congreso que -a diferencia de la vez pasada- sumaba varios votos del propio oficialismo; que se levantara un proyecto similar, pero desde el Ejecutivo, y también, porque al interior de la institución no se quería dar un nuevo éxito a Brahm que enfrenta cuatro sumarios internos por supuestos actos de acoso laboral.

Las alertas no fueron solo las públicas, ni se circunscriben a las palabras de Aróstica previo al debate que terminó en una derrota histórica para el gobierno. Fuentes de Palacio sostienen que los mensajes de ministros llegaron hasta el seno del gobierno y evidenciaban la incomodidad de alinearse con Brahm en la decisiva votación.

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