El salubrista Jorge Jiménez de la Jara preside la Fundación Foro Nacional del Cáncer, uno de los organismos que en los últimos años “ha empujado el carro” para que se aborde con una lógica de Estado el diagnóstico, tratamiento y control de las patologías oncológicas, próximas a convertirse en la primera causa de muerte en el país.
El llamado ha tenido eco, admite. Jiménez destaca que además de un Plan Nacional del Cáncer -una suerte de Carta Gantt que busca para 2028 reducir la mortalidad, con medidas a nivel de políticas públicas y en los centros de salud-, desde agosto del año pasado el país cuenta con una Ley del Cáncer que asegura un financiamiento para la estrategia, actualmente $ 320 mil millones que persiguen, junto con dar tratamiento a los pacientes de esta enfermedad, poner al día a la red asistencial en términos de equipamiento, recursos humanos y tecnologías.
Aunque la pandemia vino a entorpecer los planes. El exministro de Salud destaca que, asociadas al subdiagnóstico de las patologías oncológicas, se proyectan en el país siete mil muertes adicionales por cáncer de aquí a 2030, según las conclusiones del estudio que, junto a otros investigadores nacionales y extranjeros, publicó hace pocos días en la revista The Lancet Oncology.
En este escenario, la noticia de que el convencional Rodrigo Rojas había mentido sobre su condición de paciente oncológico lo sorprendió. Aunque destacó la reacción a nivel social que desató el caso: “Me sorprendió favorablemente ver gente tan dispuesta a luchar por mejorar la condición de los pacientes con cáncer y rechazar que se use con otros fines”.
¿Qué le parece el caso del convencional Rodrigo Rojas?
Lo doloroso de este aspecto es que esta condición, que es muy difícil, que afecta a 50 mil personas todos los años (en Chile) y que provoca la muerte de casi 30 mil personas, haya sido utilizada con fines particulares de carácter político. El cáncer es una enfermedad dolorosa que debe ser tratada con seriedad y no usada como pretexto para otros fines. Además, causa un daño al proceso político, no es justo que se enturbie porque una persona hace uso de este argumento. No es bueno para los resultados.
En este caso en particular, sería para ocultar otra enfermedad de base…
Mas allá de la privacidad y los temores del estigma, estamos en un proceso irreversible en el cual todas las personas tratan de compartir sus vidas, con sus luces y sombras. Hay estigma contra muchas enfermedades, como las patologías de salud mental o de transmisión sexual, y lo recomendable es no estigmatizar a quienes las padecen para que no se produzcan conductas lamentables como la que acabamos de ver.
Pasó antes con Rafael Garay, ahora con este convencional. ¿Por qué cree que la gente recurra al cáncer como una excusa?
El cáncer es un diagnóstico grave, en muchos casos mortal y despierta compasión. Es como tirarse al suelo. La gente lo usa a veces con buenas razones, pero otras veces sin razón, como una manera de escaparse, como una coartada, y eso es doloroso.
¿Ud. conocía a Rodrigo Rojas? ¿Conocía su historia?
No, yo no sabía que él había hecho su campaña en base a la dificultad para el tratamiento del cáncer, me llamó la atención cuando vi su declaración, pero de mirarlo uno ve que es una persona que está afectada por algo.
La realidad del cáncer en Chile
¿Cómo estamos como país frente a los diagnósticos de cáncer?
Un poco mejor en algunas cosas, me tiene relativamente contento que hemos logrado instalar un modelo de control progresivo con registro, con recursos humanos, con un plan específico y presupuesto asignado que de alguna manera nos garantiza que vamos a estar a futuro trabajando bien, con regiones con toda su información al día. Se está trabajando bien en el área y eso es muy relevante, siendo el cáncer casi la primera causa de muerte en el país. Pero hay un costo creciente por años de vida perdidos, por la gente que muere antes de cumplir su expectativa de vida producto del cáncer.
¿Esto ocurre en el marco de la Ley del Cáncer?
En buena medida. Las leyes traen presupuesto y un modelo de administración que trasciende los cambios políticos y defienden la estrategia. La Ley de Cáncer fue promulgada en agosto del año asado y ahora se está implementando la Comisión Nacional del Cáncer, que va a tener representación de pacientes, académicos y científicos. Hay una falta notable de centros con la capacidad para implementar medidas estratégicas contra el cáncer y es parte del trabajo que va a tener esta ley.
En el sistema público, ¿cómo evalúa la situación de diagnóstico, cobertura y tratamientos?
Estamos bien en lo básico, pero tenemos la necesidad de ir avanzando en tratamientos nuevos y especialmente en prevención y diagnóstico temprano. En eso estamos al debe. En diagnósticos de cáncer de estómago, colon o las mamografías, que no se están haciendo en cantidad y calidad suficientes, esas son algunas medidas que debemos continuar trabajando, a la par con la lucha contra el tabaco y el sedentarismo.
Actualmente, ¿tener cáncer en Chile es un diagnóstico de muerte?
No necesariamente. Hay cánceres con sobrevida mayor, como los de mama y todos los infantiles, que tienen una sobrevida del 80%, pero hay otros peores, como de pulmón o páncreas, que tienen 10% o incluso menos.
Para una persona diagnosticada, ¿está garantizado que reciban todo lo que necesitan?
Hay deuda. Por eso la Ley de Cáncer tiene un financiamiento de casi $ 320 mil millones. Pero además está la pandemia, que implica un pronóstico de siete mil muertes en exceso en los próximos años y eso nos tiene preocupados. Es urgente que no nos olvidemos del cáncer y que no nos dejemos llevar solo por la coyuntura de la pandemia.
¿Qué hay que cambiar para que todos los pacientes accedan a un tratamiento oportuno?
Se necesita una mayor conciencia del tema de cáncer en la atención primaria; hace falta un plan de pesquisa temprana que incluya exámenes como el Papanicolaou, la colonoscopía, la gastroscopía y otros antígenos marcadores biológicos que puedan dar señales de que está pasando algo y con eso comenzar los tratamientos tempranamente. Tenemos que mejorar la capacidad de recursos humanos; faltan especialistas en oncología quirúrgica y médica, y también debemos mejorar la atención en regiones, hay algunas que están muy abandonadas, para lo cual se necesita organizar centros regionales de cánceres. Eso es lo que dispone la ley y el financiamiento, así que está siendo abordado.