“Un golpe de Estado contra la democracia tunecina y su Constitución” y “una traición a todos los tunecinos”. Así calificó uno de los partidos políticos líderes de Túnez, Ennahda, la decisión tomada por el Presidente Kais Saied la noche del domingo de destituir a su primer ministro, suspender el Parlamento por 30 días y tomar el control del país después de días de masivas protestas contra el gobierno, en medio de una creciente crisis económica y sanitaria.

Saied dijo que estaba haciendo todo esto para preservar la “seguridad e independencia del país y para proteger el funcionamiento normal de las instituciones estatales”.

Sin embargo, la decisión del mandatario fue vista como una gran amenaza para la única democracia que surgió a raíz de las protestas de la Primavera Árabe, que nació en el mismo país hace 10 años. “Túnez es la única historia de éxito de la Primavera Árabe y esa historia no termina aquí. Hacemos un llamado a todos los partidarios internacionales de la democracia a unirse para hablar de inmediato contra esta injusticia y pedir la restauración inmediata de nuestro Parlamento”, dijo Ennahda a través de un comunicado.

La revolución, generada luego de que un vendedor de frutas se autoinmolara en protesta por el trato brutal a manos de la policía, fue la primera en una serie de levantamientos que se extendieron por Medio Oriente hace una década.

Siria, Libia y Yemen fueron destruidos por guerras civiles, mientras que una contrarrevolución afectó a Egipto y los gobiernos autoritarios eliminaron las protestas en otros. Así, Túnez era el único país donde habían sobrevivido algunos de los ideales de la revolución.

Sin embargo, tras poner fin a dos décadas de la dictadura de Zine el-Abidine Ben Ali, el país ha luchado con un alto desempleo, una lenta economía, la pandemia y políticos corruptos. Este contexto se ha visto agravado en los últimos meses por las tensiones entre Saied, el primer ministro Hichem Mechichi y el presidente del Parlamento, Rachid Ghannouchi.

A continuación, algunas de las claves de la crisis política que golpea a Túnez:

Concentración de poder

La Constitución de 2014 divide el Ejecutivo tunecino entre el Presidente, el primer ministro y el presidente del Parlamento, y Saied ha estado insinuando durante meses que planea extender su poder, negándose a nombrar ministros y bloqueando la formación de un Tribunal Constitucional.

Luego de una caótica implementación del plan de vacunación contra el coronavirus, el mandatario destituyó al ministro de Salud, quitó la gestión de la pandemia a esta cartera y se la entregó al Ejército.

Acusaciones de “golpe”

En su declaración, Saied anunció que “en las próximas horas se emitirá un decreto regulando estas medidas excepcionales que las circunstancias han dictado”, agregando que estas “se levantarán cuando esas circunstancias cambien”.

El mandatario aseguró que asumirá la presidencia del Ejecutivo con ayuda de un nuevo primer ministro nombrado por él mismo, durante el período de transición.

Saied fue elegido en 2019 como un outsider de la política, en las segundas elecciones presidenciales libres en la historia del país. El gobernante aún goza de gran popularidad y una reputación de incorruptibilidad entre muchos tunecinos. De hecho, el anuncio fue condenado por sus rivales como un ataque a la democracia, pero recibido por otros con celebraciones en las calles de todo el país.

Sin embargo, tras nombrar a Mechichi el año pasado, Saied se negó a juramentar a 11 ministros asociados al nuevo primer ministro, generando acusaciones de que estaba yendo más allá del poder que le otorgaba la Constitución.

El Artículo 80 de la Carta Magna otorga al presidente poderes excepcionales, pero solo si existe alguna amenaza inminente. Además, Gannouchi negó haber sido consultado el domingo, como había señalado el mandatario, condenando la decisión como un “odioso golpe de Estado”, y calificando la suspensión del Parlamento de “inconstitucional, ilegal e inválida”.

En las primeras horas del lunes, el político de 80 años llegó al Parlamento, pero los miembros del Ejército que resguardan el edificio le prohibieron la entrada. “Estoy en contra de reunir todos los poderes en manos de una sola persona”, dijo Gannouchi, que anteriormente había pedido a los tunecinos que salieran a las calles como lo habían hecho en 2011.

Polémicas medidas

Además de desplegar unidades del Ejército alrededor del Parlamento, la sede del gobierno y otros edificios institucionales, según los medios locales, las autoridades decretaron a partir de la medianoche del lunes el cierre del espacio aéreo y las fronteras marítimas por un tiempo ilimitado.

El sitio Tunisie Numérique reveló también que se tomaron medidas cautelares de prohibición de abandonar el territorio nacional contra el presidente del Parlamento y sus 64 diputados.

Nuevas destituciones

Saied destituyó el lunes al ministro de Defensa, Ibrahim Bartagi, al igual que al ministro interino de Justicia, Hasna Ben Slimane, determinaciones que, según sus palabras, buscan “recuperar la paz social y salvar al Estado y la sociedad”.

Asimismo, ordenó a los funcionarios administrativos y financieros de menor rango en cada ministerio que cumplan con las tareas necesarias hasta que se nombre un nuevo primer ministro y gabinete.

Mientras tanto, según dijeron dos fuentes de seguridad a la cadena qatarí Al Jazeera, Saied asignó la supervisión del Ministerio del Interior a Khaled Yahyaoui, director general de la unidad de seguridad presidencial.