El líder del Estado Islámico murió al suicidarse junto a sus familiares durante una incursión militar de Estados Unidos en Siria, dijo ayer el Presidente Joe Biden, asestando un golpe a los esfuerzos del grupo yihadista por reorganizarse como guerrilla tras perder grandes extensiones de territorio.

Abu Ibrahim al-Hashemi al-Quraishi (también conocido como Amir Muhammad Said Abdal-Rahman al-Mawla) había liderado a Estado Islámico desde la muerte en 2019 de su fundador, Abu Bakr al-Baghdadi, quien también murió al detonar explosivos durante una incursión de comandos estadounidenses.

Cuando las fuerzas estadounidenses se acercaron a Quraishi en el noroeste de Siria, durante la noche, se inmoló matando también a miembros de su propia familia, entre ellos mujeres y niños, según Biden y funcionarios estadounidenses.

La explosión fue tan grande que los cuerpos salieron despedidos del edificio de tres plantas donde se encontraba Quraishi y cayeron en las calles circundantes de la ciudad de Atmeh, dijeron los funcionarios estadounidenses, que culparon al Estado Islámico de todas las víctimas civiles.

“Gracias a la habilidad y valentía de nuestras Fuerzas Armadas, hemos sacado del campo de batalla (...) al líder del EI. Todos los estadounidenses han regresado sanos y salvos de la operación”, dijo Biden en un comunicado.

Ni Biden ni los funcionarios estadounidenses que informaron a los periodistas proporcionaron una cifra de muertos, pero rescatistas sirios dijeron que al menos 13 personas fallecieron, entre ellas cuatro mujeres y seis niños.

La muerte de Quraishi es otro revés para el Estado Islámico casi tres años después de que su autoproclamado califato fue desmantelado y sus combatientes derrotados por las fuerzas estadounidenses e iraquíes.

Quraishi, un iraquí de 45 años, había permanecido en gran medida en las sombras desde que sucedió a Baghdadi, quien lideró el grupo en la cima de su poder, cuando lanzó una expansión relámpago en 2014 que conmocionó al mundo. Se hizo con el control de amplias zonas de Siria e Irak, gobernando con puño de hierro a millones de personas e inspiró atentados en Occidente.

Biden y funcionarios estadounidenses describieron a Quraishi como el “motor” del genocidio de la minoría yazidí en el norte de Irak en 2014, y dijeron que supervisaba una red de filiales del Estado Islámico desde África hasta Afganistán.

“La operación de anoche sacó a un importante líder terrorista del campo de batalla y ha enviado un fuerte mensaje a los terroristas de todo el mundo: iremos por ustedes y los encontraremos”, dijo Biden.

La muerte de Quraishi ayuda a restaurar algo de confianza en la política exterior del gobierno de Biden, después de haber sido ampliamente criticado por la desordenada retirada de las fuerzas estadounidenses de Afganistán el año pasado.

Los residentes de Atmeh, cerca de la frontera sirio-turca, dijeron que los helicópteros aterrizaron y se escucharon fuertes disparos y explosiones durante la incursión que comenzó alrededor de la medianoche. Las fuerzas estadounidenses usaron altavoces para advertir a las mujeres y a los niños de que abandonaran la zona, dijeron.

Los procedimientos militares de Estados Unidos para evitar las víctimas civiles están siendo examinados, después de un ataque por error con un dron en Afganistán que el Pentágono consideró inicialmente un éxito.