Los talibanes se establecieron como gobernantes de Afganistán, dos años después de que tomaron el poder cuando las fuerzas estadounidenses y de la OTAN se retiraron del país luego de dos décadas de guerra.

Los talibanes no enfrentan una oposición significativa que pueda derrocarlos. Han evitado las divisiones internas alineándose detrás de su líder ideológicamente inflexible. Han mantenido a flote una economía en dificultades, en parte mediante la celebración de conversaciones de inversión con países regionales ricos en capital, incluso cuando la comunidad internacional niega el reconocimiento formal. Han mejorado la seguridad interna mediante la represión de grupos armados como el Estado Islámico y dicen que están luchando contra la corrupción y la producción de opio.

Pero es su gran cantidad de prohibiciones a las niñas y mujeres afganas lo que dominó el segundo año de los talibanes en el cargo. Les prohibieron la entrada a parques, gimnasios, universidades y trabajos en grupos no gubernamentales y las Naciones Unidas, todo en el espacio de unos pocos meses, supuestamente porque no usaban el hiyab adecuado, la cubierta islámica para la cabeza, o violaron las reglas de segregación de género. Estas órdenes siguieron a una prohibición anterior, emitida en el primer año del gobierno talibán, de que las niñas asistieran a la escuela más allá del sexto grado.

Aquí hay una mirada más cercana al gobierno de los talibanes y hacia dónde se dirigen.

Los talibanes dicen que están comprometidos a implementar su interpretación de la ley islámica, o Sharia, en Afganistán. Esto no deja espacio para nada que consideren extranjero o secular, como mujeres que trabajan o estudian. Es lo que los impulsó a fines de la década de 1990, cuando tomaron el poder por primera vez en Afganistán, y los impulsa ahora, desde que tomaron el control nuevamente el 15 de agosto de 2021.

Su líder supremo, Hibatullah Akhundzada, elogió los cambios impuestos desde la toma del poder y afirmó que la vida de las mujeres afganas mejoró después de que las tropas extranjeras se fueron y el hiyab volvió a ser obligatorio.

Los gobiernos extranjeros, los grupos de derechos humanos y los organismos mundiales condenaron las restricciones. La ONU dijo que eran un gran obstáculo para que los talibanes obtuvieran el reconocimiento internacional como el gobierno legítimo de Afganistán. La ayuda en el extranjero se está agotando a medida que los principales donantes dejan de financiar, empujados en diferentes direcciones por otras crisis y preocupados de que su dinero pueda caer en manos de los talibanes.

La falta de fondos, así como la exclusión de las mujeres afganas de la prestación de servicios humanitarios esenciales, está afectando duramente a la población, empujando a más personas a la pobreza.

Casi el 80% del presupuesto anterior del gobierno afgano respaldado por Occidente provino de la comunidad internacional. Ese dinero, ahora cortado en gran medida, financió hospitales, escuelas, fábricas y ministerios gubernamentales. La pandemia de Covid-19, la escasez de médicos, el cambio climático y la desnutrición han hecho que la vida de los afganos sea más desesperada. Las agencias de ayuda han llenado la brecha para proporcionar servicios básicos como atención médica.

Afganistán está luchando con su tercer año consecutivo de condiciones similares a la sequía, el colapso continuo de los ingresos de las familias y las restricciones a la banca internacional. También sigue sufriendo décadas de guerra y desastres naturales.

El Banco Mundial dijo el mes pasado que la moneda local, el afgani, ganó valor frente a las principales monedas. Los clientes pueden retirar más dinero de los depósitos individuales realizados antes de agosto de 2021 y se le paga a la mayoría de los funcionarios. El Banco Mundial describió la recaudación de ingresos como “saludable” y dijo que la mayoría de los artículos básicos seguían disponibles, aunque la demanda es baja.

Los talibanes han mantenido conversaciones de inversión con países de la región, incluidos China y Kazajistán. Quieren que se eliminen las sanciones y que se liberen miles de millones de dólares en fondos congelados, diciendo que estas medidas aliviarán el sufrimiento de los afganos. Pero la comunidad internacional solo adoptará tales medidas una vez que los talibanes tomen ciertas medidas, incluido el levantamiento de las restricciones a las mujeres y las niñas.

Depende en gran medida del líder talibán, Akhundzada. El clérigo cuenta en su círculo con ministros gubernamentales de ideas afines y eruditos islámicos. Está detrás de los decretos sobre mujeres y niñas. Sus edictos, enmarcados en el lenguaje de la ley islámica, son absolutos. Las prohibiciones solo se levantarán si Akhundzada lo ordena. Algunas figuras talibanes se han pronunciado en contra de la forma en que se toman las decisiones y ha habido desacuerdo sobre las prohibiciones para mujeres y niñas. Pero el principal portavoz de los talibanes, Zabihullah Mujahid, calificó estos informes de propaganda.

“El secreto de su éxito es que están unidos”, dijo Abdul Salam Zaeef, quien se desempeñó como enviado de los talibanes a Pakistán cuando gobernaron Afganistán en la década de 1990. “Si alguien expresa su opinión o sus pensamientos, no significa que alguien esté en contra del liderazgo o se vaya a otro lado”, agregó Zaeef, quien pasó varios años en el centro de detención de la Bahía de Guantánamo después de la invasión estadounidense de 2001. “Los desacuerdos se ponen frente al emir (Akhundzada) y él decide. Ellos siguen su palabra”.

Los funcionarios de ayuda dicen que los talibanes ven el reconocimiento como un derecho, no como algo para negociar. Los funcionarios también citan reuniones de alto nivel con Estados poderosos como China y Rusia como señales de que los talibanes están construyendo relaciones bilaterales a su manera. El primer ministro de Qatar se reunió con Akhundzada en la ciudad de Kandahar, en el suroeste de Afganistán, en junio, la primera reunión conocida públicamente entre el líder supremo y un funcionario extranjero.

Aunque los talibanes están oficialmente aislados en el escenario global, parecen tener suficientes interacciones y compromisos para que los lazos con los países avancen poco a poco hacia la normalización. La cooperación con los talibanes en materia de narcóticos, refugiados y lucha contra el terrorismo es de interés mundial, incluso para Occidente. Países como China, Rusia y el vecino Pakistán quieren el fin de las sanciones.

“Las interacciones políticas son tales que ningún país de la región está pensando en poner a Afganistán bajo su poder o control”, señaló Zaeef. Dijo que el alcance extranjero de los talibanes se ve obstaculizado por las listas negras que impiden que los funcionarios viajen y por la falta de puntos en común con el resto del mundo.

No existe una oposición armada o política con suficiente apoyo nacional o extranjero para derrocar a los talibanes. Una fuerza de combate que se resiste al gobierno talibán del Valle de Panjshir, al norte de Kabul, está siendo purgada violentamente. Las protestas públicas son raras.

El Estado Islámico ha atacado objetivos de alto perfil en bombardeos mortales, incluidos dos ministerios del gobierno, pero los militantes carecen de combatientes, dinero y otros recursos para emprender una gran ofensiva contra los talibanes.