“Ahora se mostrará cómo podemos servir a nuestra nación. Podemos asegurar que nuestra nación tenga una vida pacífica y un futuro mejor”, señaló el principal negociador de los talibanes en las conversaciones con el gobierno, Mullah Abdul Ghani Baradar, tras la toma de Kabul, la capital de Afganistán, el domingo.

“No había ninguna expectativa de que lográramos la victoria en esta guerra”, dijo el combatiente en un video publicado en redes sociales. “Pero esto vino con la ayuda de Alá, por lo tanto, debemos estar agradecidos con él, ser humildes delante de él, para que no actuemos con arrogancia”, agregó.

La caída de Kabul llegó luego de una semana en la que los talibanes se tomaron una ciudad tras otra, a menudo con poca o ninguna resistencia por parte del gobierno. Los insurgentes se quedaron con Mazar-i-Sharif a última hora del sábado, y poco después las fuerzas de seguridad del gobierno y las milicias huyeron, entregando el control de la ciudad a los combatientes.

La mañana del domingo, tomaron la ciudad de Jalalabad. Al obtener esa capital provincial y otras áreas circundantes, lograron el control del cruce fronterizo de Torkham. Además, se apoderaron de la base aérea de Bagram, que había sido el centro del poder militar estadounidense en el país hasta hace seis semanas.

Unas horas más tarde empezaron a avanzar dentro de Kabul, la capital afgana y última gran ciudad que estaba bajo el control del gobierno. En solo unas horas, las fuerzas gubernamentales se desvanecieron, el Presidente Ashraf Ghani huyó del país y lograron tomar el control de la zona.

La ofensiva de los talibanes comenzó en mayo, cuando Estados Unidos empezó a retirar sus tropas. Sin embargo, se ha acelerado durante la última semana, a medida que los militantes quitaban las banderas del gobierno e izaban las suyas en diferentes ciudades a lo largo del país.

El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, reconoció el domingo que los combatientes habían avanzado más rápido de lo que habían anticipado los funcionarios estadounidenses.

Los avances de los talibanes en los últimos días reflejan la debilidad del ejército afgano en el que Estados Unidos invirtió más de US$ 83.000 millones en los últimos 20 años.

Considerando esto, el Presidente Joe Biden aceleró el despliegue de mil soldados adicionales en Afganistán para ayudar a evacuar a los ciudadanos estadounidenses, y aclaró que no revocaría su decisión de retirar todas las fuerzas de combate.

Sin embargo, las condiciones hicieron difícil la evacuación. “La situación de seguridad en Kabul está cambiando rápidamente, incluso en el aeropuerto”, dijo la embajada de Estados Unidos a través de un comunicado. “Hay informes de que el aeropuerto se incendió; por lo tanto, estamos instruyendo a los ciudadanos estadounidenses que se refugien en el lugar donde están”, agregaron.

Finalmente, los talibanes entraron en Kabul el domingo, completando la toma casi total del país, 20 años después de que el ejército estadounidense los expulsara del poder.

Los avances de los últimos días también aceleraron la evacuación de civiles y diplomáticos estadounidenses, que debieron ser trasladados a un recinto en el aeropuerto internacional.

Así, el pánico se apoderó de la capital afgana, mientras los talibanes empezaban a llegar a la ciudad, los presos escapaban de la cárcel principal de Pul-i-Charkhi, en el este de la ciudad, y el gobierno respaldado por Estados Unidos parecía desmoronarse. Al mismo tiempo, importantes políticos afganos abordaban aviones en el aeropuerto de Kabul.

Por la tarde, mientras se informaba que el Presidente Ashraf Ghani había huido, se difundían imágenes de funcionarios del gobierno afgano aceptando el traspaso de poder a los talibanes en varias ciudades.

A última hora de la noche, Ghani publicó una declaración en Facebook en la que decía que había abandonado el país para salvar a Kabul de un mayor derramamiento de sangre. “Hoy se me presentó una decisión difícil (...) Debería enfrentarme a los talibanes armados que querían entrar al palacio presidencial o salir del querido país al que dediqué mi vida a proteger durante los últimos 20 años”, escribió el Mandatario.

“Si me hubiera quedado, innumerables compatriotas habrían sido martirizados y la ciudad de Kabul se habría arruinado”, agregó, “en cuyo caso se habría producido un desastre sobre esta ciudad de cinco millones” de habitantes. El Mandatario habría salido de Kabul en un avión junto a su esposa, Rula Ghani, y dos colaboradores cercanos, en dirección a Uzbekistán.

A través de un video publicado en Facebook, Abdullah Abdullah, presidente de la delegación afgana para las conversaciones de paz, criticó a Ghani por huir. “Que el expresidente de Afganistán ha dejado el país y su gente está en mala situación, Dios lo llamará a rendir cuentas y el pueblo de Afganistán emitirá su juicio”, dijo el exjefe ejecutivo del gobierno afgano.

Según las negociaciones dirigidas por Abdullah, Ghani tenía previsto viajar a Doha, la capital de Qatar, el domingo junto a un grupo más grande para negociar la transferencia del poder.

El Mandatario se había resistido a dejar su cargo, pese a las presiones que enfrentaba para hacerlo. En un discurso grabado y transmitido el sábado, Ghani se comprometió a “evitar una mayor inestabilidad” y pidió “la removilización” de las fuerzas armadas, aunque estaba cada vez más aislado.

El ministro del Interior, Abdul Sattar Mirzakwal, anunció a través de un video publicado durante la tarde, que se había llegado a un acuerdo para una transferencia pacífica del poder para Kabul, e intentó tranquilizar a los residentes señalando que las fuerzas de seguridad permanecerían en sus puestos haciendo su trabajo.

“Como ministro del Interior, hemos ordenado a todas las divisiones y miembros de las Fuerzas de Seguridad Nacional Afganas que estabilicen Kabul”, dijo el funcionario a través de un video publicado en la página de Facebook del ministerio. “No habrá ningún ataque a la ciudad. El acuerdo para la gran ciudad de Kabul es que bajo una administración interina, si Dios quiere, se transferirá el poder”, anunció.

Más tarde, Mirzakwal anunció un toque de queda a las 21:00 en la capital, pidiendo a sus residentes que se fueran a sus casas.

A las 18:30 hora local, los talibanes publicaron un comunicado señalando que sus fuerzas se estaban trasladando a distritos policiales para mantener la seguridad en zonas que habían sido abandonadas por las fuerzas de seguridad del gobierno. “Los Emiratos Islámicos ordenaron a sus fuerzas que ingresaran a las áreas de la ciudad de Kabul de donde salió el enemigo, porque existe riesgo de robo y atraco”, dice la declaración, agregando que se había ordenado a los combatientes que no hirieran a civiles ni ingresaran a sus hogares. “Nuestras fuerzas están entrando en la ciudad de Kabul con toda precaución”, señalaron.

Cuando se supo que el Mandatario había abandonado el país, el vicepresidente Amrullah Saleh, un exjefe de inteligencia que ha luchado contra los talibanes desde 1990, dijo a través de Twitter que no se rendiría.

Durante la noche, el expresidente Hamid Karzai anunció en Twitter que estaba formando un consejo de coordinación junto a Abdullah y Gulbuddin Hekmatyar, líder del partido Hesb-i-Islami, para organizar una transferencia pacífica del poder.

Por su parte, el Consejo de Seguridad de la ONU programó una reunión de emergencia para el lunes en la mañana, luego de que los talibanes parecieran tomar el control del país, donde las Naciones Unidas ha llevado a cabo una operación de ayuda durante dos décadas.

Aunque los talibanes se comprometieron a no interferir en las operaciones de ayuda de la organización, el 30 de julio atacaron una de sus oficinas en la ciudad de Herat.

La principal misión de la ONU, con sede en Kabul, se estableció en 2002 para ayudar a crear un gobierno tras la invasión liderada por Estados Unidos.

Después de que los talibanes tomaron el poder en Afganistán por primera vez, en 1996, se cerraron las salas de cine, se clausuró la estación de televisión de Kabul y se prohibió la reproducción de toda la música. Además, se prohibió que las niñas fueran al colegio y las mujeres a la universidad.

Aunque existe preocupación de que la historia se repita, Suhail Shaheen, portavoz de los talibanes, lo desmintió en una entrevista con la cadena BBC. “No deberían estar asustadas. Tenemos un compromiso con su honor, sus propiedades, su derecho a la educación y al trabajo. Estarán en una mejor posición que en el pasado”, aseguró.

Con respecto a las ejecuciones en público, el apedreamiento de mujeres por adulterio, y las amputaciones de manos y pies por un robo, entre otros, el portavoz señaló que “dado que se trata de un gobierno islámico, eso dependerá del gobierno y de las leyes islámicas. La ley definirá los castigos”.