Con más de 30 años de experiencia construyendo y promoviendo “una prensa libre e independiente” en todo el mundo, como resaltó la Casa Blanca, el Presidente estadounidense Joe Biden nominó en marzo de 2022 al periodista panameño Luis Botello como candidato a miembro del Consejo Asesor de Radiodifusión Internacional de la Agencia de Estados Unidos para los Medios Globales (USAGM).
Vicepresidente adjunto de Impacto Global y Estrategia en el Centro Internacional para Periodistas (ICFJ), Botello se encuentra de visita en Chile invitado por la Embajada de Estados Unidos y la Cátedra Unesco UDP de la Escuela de Periodismo de esa casa de estudios, donde este miércoles participó del conversatorio “Cómo hacer periodismo en tiempos de desinformación”, una de sus áreas de investigación.
En momentos en que la Comisión Asesora contra la Desinformación impulsada por el gobierno del Presidente Gabriel Boric enfrenta cuestionamientos, Botello comenta a La Tercera sus impresiones sobre el fenómeno de la desinformación y el impacto que esta tiene en la democracia.
Respecto al fenómeno de la desinformación, ¿lo ve como el mayor problema que enfrenta hoy el ejercicio periodístico y uno de los principales peligros para la democracia en el mundo?
Definitivamente. De hecho, para eso estoy invitado, para explicar qué estamos haciendo nosotros los periodistas y a nivel internacional, cómo vemos el tema de la desinformación, cómo los medios y la sociedad no solamente han tenido que enfrentar los cambios tecnológicos que se han dado, sino cómo eso ha traído otra serie de retos, como el tema de la privacidad de los datos.
El tema de la desinformación siempre ha existido, siempre ha existido propaganda, siempre han existido las intenciones de manipular la información, pero el fenómeno de la desinformación no solamente va aunada a una información que no es basada en hechos concretos, sino que también tiene una intención directa de fomentar tal vez un conflicto político o generar desconfianza en las instituciones democráticas. Esto hace que el fenómeno de la desinformación debilite definitivamente las instituciones democráticas, porque busca debilitar y confundir a las audiencias.
Si la gente no sabe en quién confiar, en qué creer, estás creando un ambiente donde la gente no va a tener los elementos para tomar decisiones y eso debilita el sistema democrático, debilita la confianza que debe existir en las instituciones democráticas, debilita la capacidad de la sociedad de participar en los debates políticos y públicos para exigir rendición de cuentas, porque no confía en lo que ve, lo que escucha. Entonces eso definitivamente es una de las amenazas más graves a la democracia en este siglo.
La Sociedad Interamericana de Prensa ha expresado “preocupación” por la Comisión Asesora contra la Desinformación creada por el gobierno. ¿Qué opinión tiene al respecto?
Muchos países del mundo están tratando, incluyendo no solamente gobiernos, sino también la sociedad civil, la academia, los mismos medios de comunicación, las empresas tecnológicas, todos estamos tratando de ver de qué manera se puede crear un sistema dentro de una sociedad abierta que pueda contener el problema de la desinformación en una era digital donde las redes sociales permiten que se diga y se difunda lo que sea, pero al mismo tiempo salvaguardar la libertad de expresión que es un derecho fundamental de la democracia. Y en ese debate no existe realmente una fórmula todavía que podamos decir que es la solución al problema de la desinformación.
De hecho, se intentó en Estados Unidos crear una comisión, no funcionó, pensaron que no era la mejor forma. Entonces me parece que hay muchos intentos, pero para mí lo importante es que la sociedad, obviamente empezando por los medios, entienda que la desinformación es un problema real y al cual hay que dedicar el tiempo y los recursos necesarios.
En ese sentido, ¿cree que hay dudas respecto a los eventuales manejos que se pueden hacer cuando es el gobierno el que está respaldando estas comisiones?
Definitivamente, esas mismas dudas se dieron en Estados Unidos, creo que en otros países se ha dado también, en Europa. Siempre hay una duda, porque estamos hablando del temor de que los gobiernos puedan tomar una decisión que pueda coartar una libertad tan primordial como es la libertad de expresión, en el sentido de que la medicina sea peor que la enfermedad. A mí me parece que cualquier iniciativa debe ser muy amplia, debe ser muy transparente, debe ser ampliamente debatida, debe incluir a todos los sectores, incluyendo a los medios de comunicación.
Considerando que el fenómeno de la desinformación se ve potenciado por las redes sociales, ¿se puede confiar eventualmente solo en la autorregulación de las grandes tecnológicas o no?
Pareciera ser que ni las mismas empresas tecnológicas saben cómo hacerlo. Se ha citado a los gerentes de todas las empresas tecnológicas, pero los congresistas no entienden el algoritmo. Estamos entrando a un territorio desconocido para toda la sociedad y como territorio desconocido es muy difícil tratar de decir esta es la solución, no hay nadie que tenga la solución para el problema de la desinformación.
La tecnología cada vez va avanzando a una velocidad que hace muy difícil que la sociedad pueda actuar con políticas públicas cuando no entiende todavía el fenómeno. Para rematar, no terminamos de entender una tecnología cuando otra mucho más poderosa viene, como la inteligencia artificial.