El martes, en la primera conferencia de prensa de los talibanes desde su regreso a Kabul, el principal portavoz del movimiento, Zabihullah Mujahid, aseguró que no buscarían represalias contra los antiguos soldados y miembros del gobierno, y que estaban concediendo una amnistía a los uniformados, así como a los contratistas y traductores que trabajaban para las fuerzas internacionales. “Nadie va a hacerles daño, nadie va a llamar a sus puertas”, afirmó, añadiendo que hay una “enorme diferencia” entre los talibanes de ahora y los de hace 20 años.
Sin embargo, la realidad parece ser otra. Los talibanes están intensificando la búsqueda de personas que trabajaron con las fuerzas de Estados Unidos y la OTAN, según un documento confidencial de Naciones Unidas, que advierte sobre “tortura y ejecuciones” contra estas personas y sus familias, pese a que los militantes prometieron no vengarse de sus oponentes.
El informe -proporcionado por los consultores de evaluación de amenazas de la ONU y consultado por France Presse- dice que los talibanes tienen “listas prioritarias” de individuos que quieren arrestar. Según el documento, las personas que corren más riesgo son las que han desempeñado funciones importantes en el Ejército, la policía y las unidades de inteligencia afganas. Los talibanes han estado realizando “visitas puerta a puerta selectivas” buscando a las personas que quieren detener y a sus familiares, señala el reporte.
Añade que los militantes también están controlando a las personas que se dirigen al aeropuerto de Kabul y han establecido puestos de control en las principales ciudades, incluidas la capital y Jalalabad. El documento, fechado el miércoles, fue redactado por el Norwegian Center for Global Analyses, una organización que proporciona trabajo de inteligencia a las agencias de la ONU.
“Están apuntando a las familias de los que se niegan a entregarse y persiguiendo y castigando a sus familias ‘según la ley islámica’”, dijo a France Presse Christian Nellemann, director ejecutivo del grupo. “Prevemos que tanto los individuos que anteriormente trabajaban con las fuerzas de la OTAN/Estados Unidos como sus aliados, junto con los miembros de sus familias, estén expuestos a la tortura y a las ejecuciones”, añadió.
Y los informes iniciales de sus brutales atrocidades ya se están transmitiendo en todo el mundo a través de las redes sociales y los medios de comunicación. Joe Lonsdale, un empresario con sede en Austin, Texas, tuiteó el lunes: “Un intérprete afgano que he conocido bien a lo largo de los años fue colgado en las calles anoche. Le derritieron su identificación del Departamento de Defensa en el pecho. Le cortaron los brazos. Y mataron a su familia. Su hija de 10 años se salvó y fue entregada al liderazgo (talibán)”.
El diario británico The Guardian, en tanto, dio cuenta este jueves del caso de Nowroz Ali, uno de los al menos 37 afganos que ayudaron a las fuerzas de Nueva Zelandia y ahora creen que podrían ser torturados o muertos si son hallados por los talibanes.
Escondido con su familia en Kabul, Ali dice que está consumido por el miedo. Puede oír disparos en la oscuridad. No puede dormir y se levanta cada vez que escucha un portazo. “Por la noche estoy temblando. No puedo controlarme. Cuantos más días paso aquí, más me preocupa: los talibanes han comenzado a buscar personas que trabajaron con las fuerzas de la coalición”, relató.
Ali trabajó con las fuerzas de Nueva Zelandia en Bamiyán, donde el Equipo de Reconstrucción Provincial de Nueva Zelandia tenía la tarea de mantener la seguridad. “No importa... a los talibanes que hayas trabajado durante un día o durante 10 años. Lo que pasa es que te has comprometido con (las fuerzas de ocupación). La cosa es que has trabajado con ellos. La cosa es que te han visto en la base. La gente te ha reconocido, todos los aldeanos saben que estás trabajando allí”, afirma.
Los intérpretes afganos que ayudaron al Ejército canadiense también están tratando desesperadamente de abandonar el país. “Estoy escondido en mi casa con mi familia”, dijo Obair a CTV News en una entrevista telefónica. “Necesito ayuda... por favor ayuda”.
Obair, un local afgano que asegura que trabajó durante más de un año como intérprete con las Fuerzas Armadas de Canadá, teme por su vida y la de su familia ahora que los talibanes controlan Kabul. “Es muy arriesgado..., muy peligroso para nosotros“, comentó. “Te juro que matarán a mis familiares o me matarán a mí (…). Necesito ayuda de emergencia de Canadá”, agregó. El intérprete insiste que llenó los formularios necesarios y completó las pruebas requeridas, pero aún no ha oído hablar de un vuelo a Canadá.
Una situación similar vive Zacharia (no es su nombre real), quien trabajó como intérprete para el Ejército francés durante siete años, ayudando a los militares a entrenar al Ejército nacional afgano hasta que las fuerzas galas se retiraron en 2014. Zacharia dijo a France 24 que ha intentado contactar con la embajada varias veces para obtener una visa y ser evacuado a Francia, pero sin éxito.
“No sé qué nos pasará en Afganistán. Estoy casado, tengo cuatro hijos. Estoy preocupado por mí, pero también por mi familia. Nuestro trabajo no estaba oculto a la gente. Les dirán a los talibanes que trabajé para el Ejército, todo el mundo lo sabe”, relató Zacharia. “Esta mañana, mi amigo que vive lejos de Kabul me dijo que los talibanes entraron en la casa de su vecino para buscar a alguien. Personas que han trabajado con extranjeros, policías, Ejército, agentes de inteligencia… todo el mundo tiene miedo. No tenemos ninguna garantía de que estaremos protegidos”, señala.
Fawad, un traductor afgano que trabajó como intérprete para el Ejército español durante siete años y que se encuentra en Kabul junto a su mujer y sus cinco hijos a la espera de que sean evacuados a España, contó al canal La Sexta sobre los riesgos que enfrenta ahora que los talibanes tomaron el poder. “Me han llamado muchas veces ‘traidor’, he cambiado tres veces mi número de teléfono, porque ellos lo encontraban y me decían que cuando me pillaran me iban a degollar”, dijo.
“En cada control, los talibanes se subían al bus preguntando si había alguien que trabajara para el gobierno o algún soldado y nosotros hemos respondido que no había nadie que hubiera trabajado para el gobierno”, explicó. “Yo me he puesto un pañuelo en la cabeza y he dicho a cada talibán que ha subido al bus que soy ayudante de conductor”.
El intérprete insistió en que está en auténtico peligro, pero no solo él: “Pido al gobierno de España que nos rescaten lo antes posible. A todos los intérpretes que están aquí, no solo yo, que nos rescaten lo antes posible. Hace un mes, uno de los intérpretes del Ejército de Estados Unidos fue degollado por los talibanes en una provincia de Paktika y tenemos miedo de que, si nos reconocen, nos degüellen igual que a él”, reconoció Fawad.
Julian Perreira, un exsoldado británico que participó en tres despliegues en Afganistán y que ahora ayuda a los intérpretes afganos que son elegibles para partir a Reino Unido, dijo que “estaba tan lleno, que la gente tenía problemas para llegar” a un centro de procesamiento establecido por los británicos cerca del aeropuerto de Kabul.
En declaraciones a The Guardian, Perreira señaló que estaba trabajando en unos “20 a 30 casos” de personas que habían sido aceptadas como elegibles para la reubicación por Reino Unido, pero que no pudieron llegar al aeropuerto, aún no habían sido llamadas por los británicos o tenían problemas con la documentación. A los intérpretes se les ha dicho que esperen en sus casas hasta que reciban un correo electrónico que dice “el Ejército británico los está evacuando a Reino Unido”, detalló.
Al respecto, el secretario de Relaciones Exteriores de Reino Unido está rechazando los pedidos de la oposición de que renuncie por no haber interrumpido sus vacaciones en la isla griega de Creta para hacer una llamada telefónica a fin de ayudar a los traductores a huir de Afganistán.
Según el periódico Daily Mail, Dominic Raab se abstuvo de llamar el viernes a su homólogo afgano, Hanif Atmar, después de que otras autoridades sugirieran que lo hiciera “urgentemente” para organizar la ayuda a quienes han apoyado a las tropas británicas. Dos días después, los talibanes capturaron Kabul. Al final, Raab interrumpió sus vacaciones y regresó a Reino Unido para hacer frente a la crisis.
El secretario de Defensa, Ben Wallace, dijo a la radio de la BBC que la llamada telefónica sugerida no habría hecho “ninguna diferencia en absoluto”, pues el gobierno afgano se estaba “derritiendo más rápido que el hielo”.
Keir Starmer, líder del Partido Laborista, el principal opositor, tuiteó: “¿Quién no haría una llamada telefónica si le dijeran que podría salvar la vida de alguien?”. Lisa Nandy, portavoz de asuntos exteriores del Partido Laborista, fue una de las muchas personas que pidieron la renuncia de Raab después de lo que describió como “otro fallo catastrófico de juicio”.