Un 15% ha escalado la Bolsa de Buenos Aires en el último mes, mientras las acciones transandinas también muestran alzas en Wall Street. ¿A qué se debe el optimismo? A las expectativas del mercado sobre una posible derrota para el gobierno de Alberto Fernández en las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias, más comúnmente conocida como elecciones PASO, de cara a los comicios legislativos del 14 de noviembre.

“Los inversionistas están descontando una mala elección para el oficialismo y que aumente la probabilidad de cambio en el 2023″, señala Miguel Boggiano, CEO de la consultora bonaerense Carta Financiera. “Si se confirma el lunes, después de las PASO, que el oficialismo tuvo una mala elección, las acciones de Argentina seguirán subiendo y podrían tener un gran lunes, así como tuvieron uno pésimo después de las PASO de 2019″, asegura.

Por su parte, Guido Lorenzo, economista de la Universidad de Buenos Aires, plantea que “el mercado está descontando un resultado más parejo”, lo que de todas maneras sería una derrota para un oficialismo que ganó con una diferencia de dos dígitos la contienda anterior.

De cumplirse esas expectativas, particularmente en la provincia de Buenos Aires, “habría un reequilibrio de fuerzas, lo que sería interesante y daría algo de ánimo de cara a que no solamente pueda ganar la oposición, sino a que pueda haber un poco más de diálogo político y de consenso necesario para hacer las reformas que Argentina necesita”.

Lo que está en juego

En efecto, aunque en las PASO no se elije ningún cargo, “son una señal política importante, dado que la cantidad de votos que obtenga cada fuerza marcará la fortaleza política con la que se cuenta”, explica Marcelo Elizondo, director de la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales.

Se trata de una definición no menor para el vecino país, dado que “Argentina tiene muchos desequilibrios económicos que hasta hasta ahora se han abordado a través del ejercicio del poder político”, detalla Elizondo.

Con aquello se refiere, por ejemplo, a “un desequilibrio fiscal que se cubre con emisión monetaria y a un problema de difícil cuasi fiscal, es decir que como hay mucho emisión monetaria hay mucha absorción de pesos por parte del banco central, que esteriliza para que esto no impacte en lo cambiario e inflacionario”.

En ese marco, Ignacio Labaqui, politólogo de la Universidad Católica de Buenos Aires, estima que para un adecuado análisis de los resultados del domingo, hay que tener presente que “el mejor escenario para el gobierno es uno en el que sea la fuerza más votada holgadamente en la provincia de Buenos Aires, en el que sea la fuerza más votada a nivel nacional y en el que el resultado de las primarias permita proyectar que suma las bancas de diputados para tener mayoría absoluta en la Cámara de Diputados”.

Desde el punto de vista del experto transandino, “las probabilidad de ocurrencia de este escenario es muy baja. Es probable que la lista del Frente de Todos (conglomerado oficialista) sea la más votada en Provincia de Buenos Aires, aunque las encuestas están mostrando una ventaja exigua y en algunos casos empate técnico o muestran que la suma de las dos listas en competencia de Juntos por el Cambio tiene más apoyo”.

Factor Cristina

Sin embargo, el ánimo del mercado en función de una derrota de Alberto Fernández no estaría considerando las implicancias que esto tendría en el equilibrio de fuerzas al interior del propio gobierno.

“El propio gobierno tiene dentro de sí dos grandes líneas, una más moderada encabezada por el presidente Fernández y otra un poco más radicalizada, con posiciones más cercanas al nacionalismo de izquierda. Según el resultado, se fortalecerá más o menos alguna de estas líneas. Un buen resultado fortalece al presidente Fernández y uno malo a sectores más cercanos a Cristina Fernández”, sostiene Elizondo.

Desde su punto de vista, “eso también puede influir en la agenda y los inversionistas deberían considerar que un mal resultado de Fernández puede alentar a que la vicepresidenta Fernández adquiera más poder y que en ese caso tengamos una agenda económica más intervencionista, poco amigable con los mercados”.