La agencia clasificadora de riesgos Moody’s, bajó este jueves la calificación crediticia de los papeles soberanos de Chile desde A1 a A 2, debido a las tendencias económicas y fiscales que han debilitado “gradual pero persistentemente” el perfil crediticio del país.
La clasificadora indicó en un comunicado que, debido a lo anterior, el perfil de Chile está alineado con los que son ahora sus pares en el escalón A2 de su clasificación. La entidad sostuvo que el país entró en la crisis del Covid con una deuda inferior a la de sus pares y con un colchón fiscal, pero la primera estuvo incrementándose constantemente antes que la crisis y la pandemia exacerbaran esta tendencia.
La última vez que Moody’s bajó la clasificación de riesgo de Chile fue en julio de 2018, cuando pasó de AA3 (en la cual estaba desde 2010) a A1. Y desde agosto de 2020 que tenía al país con perspectiva (outlook) “negativa”. El nuevo escalón A2 es el sexto en la escala de Moody’s, manteniéndose dentro del rango de “Grado de Inversión”,
La anterior baja de la clasificación de riesgo de Chile por parte de una agencia fue la que realizó S&P en marzo de 2021 por “un nivel estructuralmente más débil” de sus finanzas, según dijo en esa oportunidad. Antes de ello, en octubre de 2020, Fitch también rebajó la clasificación de la deuda chilena.
“El decisivo rechazo del país a la propuesta de nueva constitución el 4 de septiembre indica que el consenso político es probable que se mueve en favor de un cambio más modesto a los acuerdos sociopolíticos y económicos de Chile, tras los disturbios sociales que comenzaron en 2019. Aun así, el proceso de reforma constitucional sigue sin resolverse y probablemente conducirá a un aumento estructural del gasto social en un momento en que las perspectivas de crecimiento a medio plazo siguen siendo modestas. El gobierno ha enfatizado su compromiso con la consolidación fiscal y ha tomado medidas que han llevado a una corrección material de las cuentas fiscales en 2022″ puntualizó el documento.
De todas formas, Moody’s señaló que a su juicio “la economía política que subyace a las crecientes presiones del gasto social planteará retos a estos esfuerzos en los próximos años. Incluso teniendo en cuenta la posibilidad de un aumento de los ingresos públicos como resultado de una próxima reforma fiscal, Moody’s prevé que la carga de la deuda seguirá aumentando en los próximos años, acercándose gradualmente a la media del grupo de países con calificación A”.
Junto con bajar la clasificación del país, Moody’s cambió su perspectiva para la deuda del país desde “negativa” a “estable”. Esto, ya que ahora se concretó la visión negativa de la posición A1.
“La perspectiva estable refleja la expectativa de Moody’s de que el perfil crediticio de Chile se mantendrá alineado con el de los papeles soberanos con calificación A2, apoyado por instituciones y políticas sólidas”, dijo. Moody’s espera que las autoridades sigan comprometidas y demuestren su eficacia en el mantenimiento de la estabilidad macroeconómica y financiera a lo largo del proceso de reforma constitucional.
Conocida la noticia, el ministro de Hacienda, Mario Marcel, declaró que “desgraciadamente no ha pasado el tiempo suficiente como para revertir las percepciones generadas por el severo deterioro fiscal de los tres años anteriores”. No obstante, manifestó que “estamos confiados en que, de mantener el actual curso, podremos no sólo mejorar nuestro perfil de riesgo, sino que proporcionar una base económica sólida para mejorar las condiciones de vida de la ciudadanía”.
Marcel enfatizó que “el próximo Presupuesto reflejará claramente estas prioridades y el compromiso del gobierno de consolidar las finanzas públicas y contener la expansión de la deuda”. Esto, porque “la política fiscal se ha reorientado en la dirección correcta mediante la consolidación de las finanzas públicas, apoyo a sectores más vulnerables, medidas tendientes a aumentar la inversión y a impulsar la productividad”.
Los economistas coinciden en que la decisión de Moody’s era esperable dada las condiciones fiscales por las que atraviesa el país y por la perspectiva que la agencia ya tenía para Chile. “Dado el outlook negativo con el que contaba la clasificadora y el desarrollo de las expectativas fiscales y económicas pospandemia, era una noticia anticipable. Una baja en la clasificación no es una buena noticia, pero que ahora el outlook esté estable permite vislumbrar un final al proceso de bajas en el ranking crediticio soberano en el que hemos estado en los últimos años”, sostuvo Cristóbal Gamboni, economista senior del OCEC-UDP.
Macarena García, economista de LyD, planteó que “solo confirma que las expectativas fiscales son muy estrechas, ya que muy posiblemente habrá un aumento importante del gasto social en un contexto de bajo crecimiento, e incluso con la aprobación de una reforma tributaria. Esto llevará a aumentos de deuda más allá de lo esperado”.
Visión similar entrega Sergio Lehmann, economista jefe de Bci, quien subrayó que “el argumento que entrega Moody’s para explicar su decisión es algo que ya sabíamos. Ha habido un evidente deterioro en las cuentas públicas durante los últimos años, que se ha agudizado en lo más reciente. Se han comprometido gastos de magnitud relevante para enfrentar la crisis social, al tiempo que durante la pandemia los recursos comprometidos fueron más allá de lo prudente”.
Con esta nueva posición, Chile posee una clasificación similar a países como Islandia, Lituania, Polonia, Eslovaquia y por sobre países como España, Portugal, Italia.
Razones clave
Cinco son las razones que entrega la clasificadora para realizar este ajuste en la posición crediticia del país. En la primera aborda la situación fiscal del país. “La evaluación de Moody’s sobre la fortaleza fiscal de Chile refleja el marcado deterioro de las métricas fiscales del país durante la última década desde un punto de partida fuerte y su expectativa de un aumento continuo, aunque gradual, de la deuda a medio plazo. El sólido punto de partida fiscal del gobierno en relación con sus pares con calificación A proporcionó apoyo al perfil crediticio de Chile, pero la acumulación de deuda pública se convirtió en una preocupación crediticia clave incluso antes de la pandemia. Los persistentes déficits fiscales han llevado a un aumento ininterrumpido de la relación entre la deuda pública y el PIB hasta el 36% en 2021, desde alrededor del 11% en 2011″, señaló el informe.
El segundo punto es el crecimiento económico, esto porque esperan que “el crecimiento del PIB se ralentizará significativamente hasta alrededor del 2% en 2022 y se mantendrá estable (0%) en 2023 a medida que la demanda interna disminuya, impulsada por el endurecimiento de las medidas de política fiscal y monetaria”. Además, resaltaron que “la elevada inflación está erosionando el poder adquisitivo de los hogares y la incertidumbre política en torno al proceso de reforma constitucional está afectando negativamente a las perspectivas de inversión privada a corto plazo”.
Como tercer eje apuntaron a la productividad: “Chile tiene las mayores reservas de cobre y litio del mundo y puede beneficiarse de la transición mundial hacia una economía verde. Sin embargo, el país se enfrenta a retos estructurales, como el bajo crecimiento de la productividad en los sectores minero y no minero. El crecimiento medio anual del PIB ha seguido una trayectoria descendente durante las tres últimas décadas”.
En la cuarta argumentación está el escenario político y constitucional. Aquí manifestaron que el consenso sociopolítico de Chile ha cambiado a favor de un mayor gasto social del gobierno tras las protestas masivas y el malestar social en 2019 que desencadenaron un proceso de reforma constitucional, que sigue sin resolverse tras el rechazo de la nueva constitución propuesta en el plebiscito del 4 de septiembre. “La incertidumbre persistirá hasta que se defina claramente el proceso de redacción y aplicación de una nueva Constitución”, enfatizaron, lo que afectará las decisiones de inversión.
Por último, está el resultado del plebiscito: “La probabilidad de que se produzcan cambios fundamentales en el marco institucional de Chile ha disminuido, dado el rechazo al proyecto de Constitución y el amplio apoyo a la preservación de elementos clave del modelo económico chileno. En opinión de Moody’s, es probable que el próximo intento de reforma constitucional esté más centrado y sea más ordenado, lo que demuestra la fortaleza de las instituciones y el marco de gobernanza de Chile, una característica clave que apoya el perfil de crédito soberano”.
Perspectivas
La pregunta ahora que se comienza a instalar es si este piso será el que se mantendrá, o bien habría espacio para nuevas rebajas. “El escenario que se defina para adelante será clave en mantener la nota crediticia que se nos ha asignado”, dijo Lehmann, quien sustenta esa afirmación señalando que “debemos ser especialmente responsables en recuperar el crecimiento y dar señales ciertas de que las reformas no comprometen el crecimiento de largo plazo de la economía”.
Gamboni puntualizó que “estamos en un punto donde las principales clasificadoras nos tienen con perspectivas estables en su calificación, este es un buen momento para concretar el retorno a un equilibrio sostenible en las cuentas fiscales, y ahí será clave que el gobierno respete sus metas de convergencia estructural y de techo de la deuda pública”.