Cuando a finales de 2018 Jair Bolsonaro dijo públicamente que quería que Sergio Moro estuviera en su gabinete ministerial, lo hizo elogiando su “agenda anticorrupción, anticrimen organizado y con respeto de la Constitución y las leyes”. Y no era para menos. Para ese entonces, el popular juez brasileño era bien conocido por haber liderado la investigación del mayor caso de corrupción en el país y que luego trascendería fronteras: Lava Jato. Moro fue el responsable de enviar a prisión al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva por 580 días.
Pero el 24 de abril de 2020, un año y cuatro meses después de su toma de posesión, el ministro de Justicia brasileño decidió dar un paso al costado y, de paso, acusar a Bolsonaro de “interferir políticamente” en las decisiones judiciales. “El presidente me prometió carta blanca para nombrar a todos mis asesores y a los responsables de los organismos del ministerio y lo dijo públicamente”, pero “lamentablemente no ha cumplido”, señaló Moro en esa oportunidad.
Dos años y medio después, Moro parece haber vuelto a los brazos de Bolsonaro. Elegido senador en las legislativas del 2 de octubre por União Brasil, el exministro anunció a comienzos de mes su apoyo al actual mandatario de cara a la segunda vuelta presidencial del 30 de octubre. “Lula no es una opción electoral, con su gobierno marcado por la corrupción de la democracia”, escribió el exjuez en Twitter.
Moro y Bolsonaro sellaron las paces el domingo, cuando el antiguo magistrado de la Operación Lava Jato, que llevó a decenas de empresarios y políticos a prisión por corrupción, acompañó al actual presidente al primer debate en televisión con el líder del Partido de los Trabajadores (PT) tras la primera vuelta.
Según la agencia EFE, Moro asesoró al mandatario durante el cara a cara con Lula y compareció con él ante los periodistas. “Tuvimos algunas divergencias, pero nuestras convergencias son mucho mayores”, dijo Bolsonaro el domingo junto al senador electo, quien subrayó que su objetivo ahora es “derrotar a Lula y el proyecto de poder del PT”.
Y este martes, también por redes sociales, Moro reiteró que su retorno al bolsonarismo es “para impedir la destrucción moral y económica” de Brasil con la vuelta al poder de Lula, favorito para el balotaje.
El sitio Conexão Política destaca que la adhesión de Moro a la candidatura de Bolsonaro no se limitará solo al anuncio de apoyo, ni a su presentación en el debate del domingo pasado por TV Bandeirantes. Tras conversaciones con el presidente, Moro se comprometió a participar activamente en la campaña por la reelección del candidato del Partido Liberal (PL).
Así, el senador electo por el estado de Paraná grabará insertos para propaganda electoral en TV. La lucha contra la corrupción no será tema exclusivo de los asuntos que explorará el comando de campaña oficialista. La manipulación de las instituciones y la omisión de las administraciones de Lula, mientras estuvo en la presidencia (2003-2010), y de Geraldo Alckmin, su compañero de fórmula, mientras era gobernador de Sao Paulo, serán abordados por Moro.
Los atentados terroristas en Brasil y el accionar de las organizaciones criminales también ganarán espacio entre las banderas levantadas en la recta final de la segunda vuelta. Con el objetivo de rescatar al electorado sacudido por la ruptura del vínculo “BolsoMoro”, el foco de ambos es ahora mostrar que se ha pasado página y, en consecuencia, subrayar que la unión es fruto de un bien mayor para impedir que Lula, el PT y sus aliados de izquierda regresen al poder, agrega el medio brasileño.
Bela Megale, columnista del diario O Globo, escribió que los coordinadores de campaña de Bolsonaro dicen estar convencidos de que Moro “hará lo que sea necesario” para ayudar a la reelección del mandatario. Parte del equipo aboga porque el ahora senador electo lidere agendas en todo el país pidiendo votos por el candidato del PL.
En ese sentido, el sitio UOL señaló que la campaña de Bolsonaro pretende concentrar los esfuerzos en obtener una ventaja sobre el petista en la región sudeste. La evaluación es que el debate y el acercamiento con Moro ayudarán a unir nuevamente fuerzas que fueron decisivas en la victoria de Bolsonaro sobre Fernando Haddad (PT) en 2018 y que se dispersaron tras el fin de la Lava Jato.
Encuestas internas realizadas por la campaña del presidente indican que Moro mantiene una buena calificación entre los votantes del sudeste que no votaron por Bolsonaro en la primera vuelta.