El Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y la oposición alistan los preparativos para retomar una mesa de diálogo durante la próxima semana en México -como confirmó ayer el gobierno de ese país- después de al menos tres procesos de negociaciones fallidos a cuestas. La urgencia de acuerdos se da cuando Caracas enfrenta una profundización de la crisis financiera debido a la sanciones económicas impuestas hace dos años por el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, lo que sumado a la pandemia del Covid-19 ha empeorado la situación en el país petrolero, que para el 21 de noviembre tiene programadas unas cruciales elecciones regionales.
Por una parte, el chavismo buscará alejar los temores y entregar confianza sobre los nuevos pasos del Palacio de Miraflores bajo la atenta mirada de la Casa Blanca, mientras la oposición paralizada tras años sin resultados buscará volver a transformarse en un protagonista necesario para lograr acuerdos transversales, sostienen los analistas.
De acuerdo con el diario El País, incluso estando en el avión camino a territorio mexicano el rumbo de las negociaciones podría cambiar en cualquier minuto. Uno de los mayores miedos de las delegaciones es el impacto de la batalla mediática en las conversaciones que lleve a un posible nuevo fracaso.
Sede de las negociaciones
El Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, anunció ayer que su país aceptó ser la sede de las conversaciones entre el gobierno de Maduro y la oposición. “Nosotros hemos aceptado porque buscamos el diálogo y acuerdos entre las partes. Son conversaciones entre el gobierno de Venezuela y la oposición. Ojalá se logre un acuerdo. Nosotros ayudamos para que nuestro país sea sede”, señaló AMLO en su conferencia matutina.
Según la agencia Bloomberg, se espera que funcionarios chavistas y de oposición se reúnan en Ciudad de México. Este país fue escogido porque se considera un lugar neutral, aunque la posición de AMLO sobre Venezuela desde que llegó al poder en 2018 ha sido tildado de ambigua, ya que no reconoció el liderazgo de Juan Guaidó, autoproclamado mandatario interino en enero de 2019, pero a su vez ha refugiado a opositores venezolanos.
Anteriormente, se realizó una serie de conversaciones que no lograron acuerdos. En 2016, el Vaticano inició un diálogo que contó con la presencia del exjefe de gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, misma iniciativa que fue probada sin resultados positivos en República Dominicana. Después de no lograr un consenso sobre los comicios presidenciales, el encuentro en Santo Domingo fue suspendido en febrero de 2018.
Finalmente, Maduro fue reelecto en mayo de 2018 en una cuestionada votación, resultado que lo mantendrá en el poder hasta 2025. Bajo la mediación de Noruega -país que también colaboró en los Acuerdos de Paz de Colombia- se estableció una mesa de diálogo en Barbados, que tras más de 40 días fue abandonada por el chavismo en septiembre de 2019, dos días después de que Trump ordenó “congelar todos los activos del gobierno venezolano en territorio estadounidense”.
En 2020, el gobierno noruego envió un grupo de diplomáticos a suelo venezolano para evaluar las posibilidades de retomar las negociaciones entre ambas partes, proceso que ahora habría rendido frutos. Ante el frustrado historial, esta instancia sería clave, ya que de no prosperar la próxima oportunidad de mediar podría retomarse recién en 2023, previo a las elecciones presidenciales programadas para 2024.
“Es difícil pensar que esta ronda de negociación pueda ser diferente a las que han ocurrido en el pasado. Una variable clave es que se ve muy improbable que el régimen chavista acepte cualquier condición que pueda significar que tarde o temprano deban dejar el poder. En este caso, como en anteriores, el régimen acepta negociar cuando tienen mucho por ganar y poco por perder. Su intención es tratar de liberarse de algunas de las sanciones económicas que han afectado profundamente su modelo, pero no sorprendería que en el momento de ceder, sobre todo en contar con las condiciones electorales libres y justas, no cumplan lo pactado. No sería primera vez, lo han hecho en varias oportunidades, incluso cuando el mediador era el Vaticano y el mismo Papa”, señala a La Tercera el analista político venezolano Miguel Velarde.
Participantes
Como mediadores internacionales entre las partes se prevé la presencia de delegaciones de Noruega, Rusia y Francia, mientras que también fueron invitados representantes de Argentina y Holanda. Hasta el momento, el presidente de la Asamblea Nacional (AN), Jorge Rodríguez, y el gobernador del estado de Miranda, Héctor Rodríguez, acudirían a la cita en representación del régimen de Maduro.
“(México) ha tenido una actitud colaborativa, respetuosa y todas las partes se sienten conformes con la posición política que ha tenido”, aseguró Rodríguez, que también calificó como un cambio positivo tener ahora al Presidente de EE.UU., Joe Biden.
De acuerdo con el diario venezolano El Nacional, el gobernador también reconoció que “los chavistas hemos cometido un error al agrupar a toda la oposición y tratarla a toda por igual, estamos tratando de corregirlo y ver que hay variedad, que hay quienes no quieren un golpe de Estado, una intervención militar o que no todo opositor está de acuerdo con las guarimbas o el bloqueo”.
Por otra parte, la oposición enviará al excongresista y alcalde de Baruta, Gerardo Blyde, que estará acompañado de la denominada “plataforma unitaria”, constituida por representantes de los principales partidos políticos disidentes venezolanos, incluidos Voluntad Popular, Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo y Primero Justicia. Una de las incógnitas es la posible participación del excandidato presidencial Henrique Capriles y de María Corina Machado, del partido Vente Venezuela.
Con una oposición dividida, algunas de las vertientes políticas apuntan a que antes de viajar a México es necesario decidir posibles candidatos para los comicios locales donde se elegirá a los próximos gobernadores y alcaldes, cuyo período de inscripción legal es entre el 9 y 29 de agosto.
Negociaciones
Tras cinco años en que los partidos disidentes han rechazado aparecer en las papeletas acusando al chavismo de amañar los resultados, ahora ambas partes buscarán un punto medio que permita a las organizaciones políticas opositoras participar del próximo proceso electoral. De acuerdo con la agencia Reuters, ambos grupos se reunirían en México desde el 13 de agosto, fecha en que firmarían un “memorando de entendimiento” para establecer el marco en que se darán las conversaciones “más detalladas”, que partirían en septiembre con el objetivo de entablar acuerdos de las condiciones para los comicios regionales.
“Se pidió desde la mesa por parte de los noruegos que se instalara el 13, pero hasta este momento no hay una fecha concreta para la instalación de la mesa”, expresó el diputado Javier Bertucci, en conversación con la agencia rusa Sputnik.
El 22 de julio pasado, Maduro señaló que estaba dispuesto a volver a dialogar con la oposición para “sentarse con una agenda realista, objetiva y verdaderamente venezolana para llegar a acuerdos parciales de paz, para que se levanten las sanciones penales”. Dos meses antes, en mayo, Guaidó instó a lograr un “acuerdo de salvación nacional” en el que el Ejecutivo asegura elecciones “libres, justas, democráticas y transparentes” a cambio de un posible levantamiento gradual de las sanciones internacionales.
La oposición fraccionada exigirá en esta nueva ronda de negociaciones contar con las condiciones mínimas electorales, tales como establecer un calendario que proporcione la ruta hasta los próximos comicios presidenciales. A su vez, se espera que las delegaciones en México funcionen de manera similar a las negociaciones anteriores, en que tras días de reuniones en un tercer país, los intervinientes regresan para debatir por separado los temas.
“Puede no verse auspicioso, porque el mediador, que es México, deja mucho que desear, no es un país neutral. No funcionará como un mediador imparcial, porque tiene mucha más cercanía y afinidad al régimen de Maduro que al sector opositor. En eso, México es diferente a otros países de la región que podrían haber funcionado como mediadores más parciales”, concluye Velarde.