Durante su primer discurso después de que se anularon sus condenas por corrupción, el expresidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, adoptó este miércoles un tono diferente al visto hace tres años, en vísperas de su arresto por la Operación Lava Jato, según destacó el diario O Globo.
Ahora, con los derechos políticos restablecidos, tras una decisión del ministro Edson Fachin, del Supremo Tribunal Federal (STF), el líder del Partido de los Trabajadores (PT) habló durante 90 minutos en el Sindicato de Trabajadores Metalúrgicos de São Bernardo do Campo, en Sao Paulo, y dejó algunos mensajes -y pistas- sobre cómo debe comportarse en caso de que vuelva a competir por el sillón presidencial en 2022.
Candidatura incierta
Según sondeos, Lula es el político con más posibilidades de impedir la reelección del Presidente Jair Bolsonaro, aunque su nombre enfrenta una fuerte resistencia en sectores de la clase media e incluso en otros partidos de izquierda o centroizquierda. El petista se abstuvo de indicar si asumiría el rol de candidato, ya que se trata de una cuestión que será debatida “mucho más adelante”, dijo. “Voy a ser muy claro: sería alguien pequeño si estuviese pensando en 2022 en este momento”, reiteró.
Sin embargo, dejó claro que tendrá en adelante un papel protagónico y que se dedicará a disipar esos recelos. “No tengan miedo de mí. Soy radical, porque quiero ir a la raíz de los problemas de este país, porque quiero ayudar a construir un mundo justo, más humano (...), donde la mujer no sea repudiada por ser mujer” y donde “quede abolido el maldito prejuicio racial”, proclamó, agregando que pretende “conversar con empresarios”.
“El discurso de Lula abrió el calendario electoral”, dijo a France Presse el analista político Creomar de Souza. “Cuando Lula dice que no es radical (...) está haciendo señales hacia el mercado”, agregó. La Bolsa de Sao Paulo, que había caído casi 4% cuando Lula recuperó sus derechos políticos, registraba un descenso de 0,55% tras la alocución del miércoles. Una encuesta de la firma Real Time Big Data, publicada por CNN Brasil durante la jornada, muestra que en primera vuelta el presidente lidera con el 31% de las preferencias, seguido por el petista, con 21%. En un balotaje, Bolsonaro se impone por 43% a 39% a Lula.
Gesto al centro
“Cuando llegue el momento, el PT pensará si tiene que tener candidato o integrar un frente amplio”, dijo Lula en su intervención. Según Fábio Zanini, columnista del diario Folha de Sao Paulo, su discurso “muestra el intento de recuperar partes del centro que alguna vez tuvo”.
“El petista intenta conciliar tono moderado con críticas agresivas a Bolsonaro. Quedó claro que su estrategia es diferenciar su radicalismo ‘benigno’ de la versión amenazadora que representa Bolsonaro. En esto, el PT incluso incluyó una cierta rehabilitación de la ‘vieja política’, cuyo repudio fue tan central en el resultado de las elecciones de 2018”, agregó Zanini.
Bolsonaro y la pandemia
Lula se posicionó contra Bolsonaro sobre el tema de la pandemia defendiendo la vacunación y criticando a los negacionistas del coronavirus. A diferencia del actual presidente brasileño, que critica el uso de mascarilla y el distanciamiento social y ha hecho campaña contra las medidas restrictivas de gobernadores y alcaldes, además de desacreditar las vacunas, el petista hizo campaña a favor de la inmunización.
“Quiero hacer propaganda para que el pueblo brasileño no siga ninguna decisión imbécil del Presidente de la República ni del Ministerio de Salud. Vacúnense, vacúnense, porque esa es una de las cosas que pueden librarnos del Covid”, dijo Lula, anunciando que él mismo esperaba ser vacunado la semana próxima. El exmandatario, de 75 años, lamentó que “las muertes se estén naturalizando” en Brasil. “Muchas de esas muertes podrían haberse evitado si tuviésemos un gobierno que hubiese hecho lo elemental”, declaró en el acto.
“Lo primero que tendría que haberse hecho el año pasado era crear un comité de crisis”, con participación de científicos, pero “teníamos un presidente que hablaba de cloroquina y gripecita”, prosiguió, en referencia a declaraciones de Bolsonaro en las que minimizaba la pandemia y preconizaba el uso de medicamentos sin pruebas de eficacia contra la enfermedad. “Este país no tiene gobierno, no tiene ministro de Salud, no tiene ministro de Economía”, y “por eso está empobrecido”, acusó Lula. “Es un país desgobernado”, sentenció. “La gente no necesita armas. La gente necesita trabajos”, dijo el petista, burlándose de la política a favor de las armas de Bolsonaro.
Lava Jato y Moro
A pesar de los ataques a los fiscales de Lava Jato, a quienes llamó “cuadrilla”, Lula excluyó al Ministerio Público de las críticas y dijo estar “muy tranquilo” en relación a los procesos en su contra que aún no se tramitan en la justicia del Distrito Federal, de los cuales se dice inocente. Sin embargo, mostró su disposición a luchar para que uno de los principales artífices de su condena, el exministro de Justicia Sergio Moro, sea considerado “sospechoso” de mala praxis, porque “no hay derecho a convertir en héroe al mayor mentiroso de la historia de Brasil”.
“Tenía tanta confianza y era tan consciente de lo que estaba pasando en Brasil que estaba seguro de que este día llegaría y llegó”, enfatizó Lula durante un discurso, donde aseguró: “He sido víctima de la mayor mentira jurídica contada en 500 años de historia”.
“Estoy agradecido del juez Fachin, porque cumplió con una cosa que reivindicábamos desde 2016”, aunque, matizó, “la decisión que tomó llegó cinco años tarde”. Añadió que continuará luchando para que se le declare inocente de las acusaciones de corrupción por las cuales fue encarcelado en 2018 durante 18 meses. “Nunca desistiré. La palabra desistir no existe en mi diccionario”, afirmó.
El Supremo Tribunal Federal se encuentra debatiendo estos días si Moro, al frente de la “cuadrilla”, tal y como la ha llamado Lula, de fiscales de Lava Jato cometió un acto de parcialidad contra el expresidente durante el proceso judicial.