Manifestantes afganos desafiaron al Talibán el jueves al ondear su bandera nacional en marchas dispersas a las cuales los milicianos, que enfrentan retos crecientes a su régimen, respondieron con violencia.
Un funcionario de la ONU advirtió sobre la escasez de alimentos en esta nación de 38 millones de habitantes que depende de las importaciones, y expertos dijeron que el país padece una grave falta de dinero, destacando que el Talibán enfrenta los mismos problemas que el gobierno civil al que acaba de derrocar, pero sin el nivel de ayuda internacional del que gozaba éste.
Frente a estos retos, los milicianos se han lanzado a reprimir cualquier muestra de disenso, a pesar de sus promesas de que se han vuelto más moderados desde su anterior régimen draconiano. Muchos temen que el Talibán logre eliminar dos décadas de esfuerzos para ampliar los derechos humanos y de las mujeres.
El jueves, una procesión de autos y personas cerca del aeropuerto de Kabul portaba largas cintas negras, rojas y verdes, los colores de la bandera afgana, que se está convirtiendo en un símbolo de resistencia a la bandera de los milicianos, blanca con una inscripción negra en árabe. En otra protesta en la provincia de Nangarhar, un video muestra a un manifestante sangrando de una herida de bala mientras varios observadores tratan de llevárselo.
En la provincia de Khost, las nuevas autoridades declararon un toque de queda de 24 horas después de dispersar violentamente otra protesta, según información obtenida por periodistas que siguen la situación desde el exterior. Los milicianos no confirmaron de inmediato la manifestación ni el toque de queda.
También hubo marchas en la provincia de Kunar, de acuerdo con testigos y videos en redes sociales que coinciden con lo observado por The Associated Press.
Las manifestaciones, en el Día de la Independencia, que recuerda el tratado de 1919 que puso fin al dominio colonial británico, fueron una muestra notable de resistencia después de que los milicianos dispersaron violentamente una marcha el miércoles. En ese acto en la ciudad oriental de Jalalabad, los manifestantes arriaron la bandera del Talibán e izaron la tricolor afgana. Al menos una persona murió en la represión.
Mientras tanto, personalidades opositoras reunidas en el valle de Panjshir, la última zona del país no controlada por el Talibán, hablaron de iniciar la resistencia armada bajo la bandera de la Alianza del Norte, la coalición de mercenarios y señores de la guerra que fue socia de Estados Unidos en la invasión de 2001.
Entre estas personalidades se encontraban miembros del gobierno derrocado -el vicepresidente Amrullah Saleh, quien declaró por Twitter que es el presidente legítimo del país, y el ministro de Defensa, el general Bismillah Mohammadi-, así como Ahmad Massoud, hijo del jefe asesinado de la Alianza del Norte, Ahmad Shah Massoud.
En un texto de opinión publicado por The Washington Post, Massoud pidió armas y ayuda para luchar contra el Talibán.
“Hoy escribo desde el valle de Panjshir, listo para seguir los pasos de mi padre, con combatientes muyaidines que están preparados para enfrentarse de nuevo a los talibanes”, se lee en el texto. “El Talibán no es un problema exclusivo del pueblo afgano. Bajo el control de los talibanes, Afganistán se convertirá sin duda en la zona cero del terrorismo islamista radical: aquí se volverán a urdir conspiraciones contra las democracias”.
No estaba claro si representaban una verdadera amenaza para los milicianos, que ocuparon casi todo el país en pocos días con escasa resistencia de las fuerzas afganas.
Por el momento, el Talibán no ha revelado sus planes para el gobierno que tiene previsto encabezar más allá de decir que se regirá por la sharia o ley islámica. Pero la presión sigue aumentando.
“Afortunadamente, hoy celebramos el aniversario de la independencia de Gran Bretaña”, dijo el Talibán. “Al mismo tiempo, como resultado de nuestra resistencia yihadista, forzamos a otra arrogante potencia mundial, Estados Unidos, a ceder y retirarse de nuestro territorio sagrado de Afganistán”.
Aunque han instado a la población a regresar al trabajo, la mayoría de los funcionarios gubernamentales siguen escondidos en sus casas o tratando de huir del Talibán. Por otra parte, persisten las dudas sobre los US$ 9.000 millones del país en divisas, que en su mayoría estarían congelados en Estados Unidos. El Banco Central advirtió que la cantidad de dólares en efectivo en el país está “cerca de cero”, lo que hará que la inflación aumente los precios de los alimentos básicos mientras que se devalúa la moneda local, el afgani.
“El afgani ha sido defendido literalmente por aviones llenos de dólares estadounidenses que aterrizan en Kabul de manera muy regular, a veces semanalmente”, dijo Graeme Smith, investigador consultor del Overseas Development Institute. “Si los talibanes no reciben pronto inyecciones de efectivo para defender a los afganos, creo que existe un riesgo real de devaluación de la moneda que dificulta la compra de pan en las calles de Kabul para la gente común”.
Aun así, Smith, quien ha escrito un libro sobre Afganistán, afirmó que los talibanes probablemente no pedirán los mismos miles de millones en ayuda internacional que busca el caído gobierno civil del país, gran parte de la cual fue desviada por la corrupción. Eso podría limitar el poder de la amenaza de sanciones de la comunidad internacional.
“Es mucho más probable que veas a los talibanes posicionándose como una especie de guardianes para la comunidad internacional en lugar de venir pidiendo miles de millones de dólares”, dijo.
“Una crisis humanitaria de proporciones increíbles se está desarrollando ante nuestros ojos”, advirtió Mary Ellen McGroarty, directora del Programa Mundial de Alimentos de la ONU en Afganistán.
Más allá de las dificultades de llevar alimentos a la nación sin litoral que depende de las importaciones, McGroarty señaló que la sequía ha provocado la pérdida de más del 40% de la cosecha del país. Muchos de los que huyeron del avance de los talibanes ahora viven en parques y espacios abiertos en Kabul.
“Este es realmente el momento de mayor necesidad de Afganistán e instamos a la comunidad internacional a apoyar al pueblo afgano en este momento”, agregó.
Por su parte, el Presidente Joe Biden ratificó su compromiso de que las fuerzas de Estados Unidos seguirán en Afganistán hasta evacuar al último estadounidense, aunque ello signifique mantener una presencia militar más allá del plazo del 31 de agosto.
Biden dijo el jueves que el Talibán no ha cambiado, pero atraviesa una “crisis existencial” acerca de si aspira a la legitimidad en la escena global al apoderarse de Afganistán.
En una entrevista con la cadena ABC, Biden dijo que no tiene “certeza” de que el Talibán quiere ser “reconocido por la comunidad internacional como gobierno legítimo”.
Sostuvo por otra parte que, incluso con los talibanes en el poder en Afganistán, ve una mayor amenaza en los puestos de avanzada de Al Qaeda y sus grupos afiliados en otros países. Consideró que ya no era “racional” seguir concentrando el poder militar estadounidense en Afganistán.
“Deberíamos centrarnos en donde es mayor la amenaza”, dijo Biden en entrevista con el programa “Good Morning America”.
Agregó que la “idea de que podemos seguir gastando un billón de dólares, y tener decenas de miles de soldados estadounidenses en Afganistán, cuando tenemos el norte de África y el oeste de África. La idea de que podemos hacer eso e ignorar esos problemas inminentes, problemas crecientes, no es racional”.