Ortega amplía ofensiva a exfiguras del sandinismo y acentúa tensión en Nicaragua
La policía de Nicaragua detuvo este fin de semana a dos exguerrilleros históricos: Dora María Téllez y Hugo Torres, quien liberó de la cárcel al líder sandinista en 1974. Washington llamó a los países miembros de la OEA a "enviar una señal clara" al gobierno de Daniel Ortega.
Más de una docena de dirigentes opositores, entre ellos cuatro aspirantes a la Presidencia, han sido detenidos por la policía de Nicaragua desde el pasado 2 de junio a instancias del gobierno de Daniel Ortega. Pero la ofensiva del Ejecutivo dio un paso más allá, al ordenar ahora el arresto de exfiguras históricas del sandinismo, agudizando así la crisis política de cara a las elecciones del próximo 7 de noviembre.
El último afectado por la ofensiva lanzada por Ortega fue el exvicecanciller sandinista Víctor Hugo Tinoco, quien fue arrestado la noche del domingo en el estacionamiento de un centro comercial de Managua por “unos 10 hombres encapuchados y de civil” que se lo llevaron en un vehículo, según narró una de sus hijas que fue testigo de la captura.
Minutos más tarde la policía emitió un comunicado confirmando la detención de Tinoco, quien fue vicecanciller de Nicaragua, embajador en la ONU y negociador en el proceso de paz durante el primer gobierno sandinista (1979-1990), cuando Ortega fue Presidente por primera vez de 1985 a 1990. Según The Associated Press, Tinoco fue acusado de incitar la injerencia extranjera, pedir intervenciones militares y celebrar las sanciones contra miembros del gobierno de Ortega.
El fin de semana se produjo la mayor oleada de arrestos, cuando la policía detuvo a seis dirigentes de la opositora Unión Democrática Renovadora (Unamos, de la disidencia sandinista), antes llamado Movimiento Renovador Sandinista (MRS), incluido Tinoco, los exguerrilleros Dora María Téllez y Hugo Torres y tres mujeres dirigentes de Unamos (Suyen Barahona, Tamara Dávila y Ana Margarita Vijil).
En todos los casos la policía informó que se los investiga por presuntamente “realizar actos que menoscaban la independencia, la soberanía y la autodeterminación, incitar a la injerencia extranjera en los asuntos internos y pedir intervenciones militares”.
También se los acusa de “organizarse con financiamiento de potencias extranjeras para ejecutar actos de terrorismo y desestabilización, proponer y gestionar bloqueos económicos, comerciales y de operaciones financieras en contra del país y sus instituciones”. Los opositores serían culpables además, según la policía, de “demandar, exaltar y aplaudir la imposición de sanciones contra el Estado de Nicaragua y sus ciudadanos y lesionar los intereses supremos de la nación”.
En diciembre, Nicaragua aprobó una polémica “Ley de Defensa de los Derechos del pueblo a la Independencia, la Soberanía y Autodeterminación para la Paz”, que castiga con cárcel a las personas que promueven la intervención extranjera.
Comandantes de la Revolución Sandinista
Tinoco es un sociólogo de 68 años con una larga trayectoria en la lucha sandinista desde 1973, cuando se integró a la guerrilla. Fue parte de varios procesos de negociación entre los sandinistas y los grupos de exrebeldes de la Contra para poner fin a la guerra civil durante la revolución en los años 80.
Dora María Téllez, historiadora de 65 años, fue una de las comandantes de los frentes guerrilleros que luchó contra la dictadura de Anastasio Somoza en los años 70, así como ministra de Salud durante la Revolución Sandinista. La estudiante de Medicina fue reclutada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) con el que combatió en el llamado Frente Norte, desarrollando insurrecciones en zonas urbanas de Nicaragua.
En 1978, la “Comandante 2”, como era conocida, participó, junto al fallecido Edén Pastora (el legendario “Comandante Cero”), en la toma al Palacio Nacional, donde sesionaba la Asamblea Nacional de Nicaragua. Los rebeldes tomaron como rehenes a civiles y políticos exigiendo la liberación de prisioneros políticos, rescate en dinero y la publicación de sus manifiestos por diferentes medios.
Téllez, recuerda la BBC, fue inmortalizada en la crónica de Gabriel García Márquez del asalto describiéndola como “una muchacha muy bella, tímida y absorta, con una inteligencia y un buen juicio que le habrían servido para cualquier cosa grande en la vida”.
En 1995, Téllez ayudó a fundar el MRS con sectores críticos al liderazgo de Ortega. En 2018 denunció fuertemente al gobierno de Ortega -en el poder desde hace 14 años- por reprimir con violencia las protestas que pedían su salida y que dejaron al menos 328 muertos, según grupos humanitarios.
A propósito del arresto de la precandidata presidencial opositora Cristiana Chamorro, ocurrido el 2 de junio, Téllez dijo a La Tercera que parte de la presión social de los últimos años ha empujado a Ortega a una posición incómoda. La exguerrillera denuncia un “fraude en cámara lenta”, ya que el Mandatario, al que acusa de “controlar todos los poderes”, “podría realizar un fraude elegante y disimulado”.
En tanto, Hugo Torres recordó que en 1974 arriesgó su vida para liberar de la cárcel al actual presidente nicaragüense, a quien señaló de encabezar ahora “una nueva dictadura”. “Hace 46 años arriesgué la vida para sacar de la cárcel a Daniel Ortega y a otros compañeros presos políticos”, dijo el general de brigada en retiro y exjefe de inteligencia militar en un video que grabó antes de su arresto.
“Son zarpazos desesperados de un régimen que se siente moribundo, que no tiene asidero legal, que no tiene justificación alguna desde el punto de visto institucional-jurídico, como para permanecer en el poder más allá de noviembre de este año, en el que tendrían que realizarse elecciones libres y supervisadas”, declaró.
Tras la revuelta social de abril de 2018, Ortega acusó a Téllez, Torres y al MRS de ser los “instigadores” de las protestas que el gobierno calificó como un “fallido golpe de Estado” para derrocar al líder sandinista, que aspira a una tercera reelección para un cuarto mandato consecutivo a partir de enero de 2022.
Reacción internacional
Ante este nuevo hilo de detenciones, la comunidad internacional ha vuelto a reaccionar. La subsecretaria interina de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental de Estados Unidos, Julie Chung, calificó los nuevos arrestos de “arbitrarios” en su cuenta de Twitter, y llamó a los países miembros de la OEA a “enviar una señal clara” al gobierno de Ortega en la sesión que el organismo celebrará este martes para abordar la crisis en Nicaragua. “La región no puede quedarse quieta y esperar a ver quién sigue”, señaló.
Por su parte, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, condenó estos arrestos y exigió la liberación de los opositores. “Otra prueba más de la verdadera naturaleza de la dictadura de Ortega”, apuntó en la misma red social.
La Secretaría de Relaciones Exteriores mexicana dijo este lunes en su cuenta de Twitter que “ha seguido con preocupación las recientes acciones desplegadas por el gobierno de Nicaragua”, en su primer posicionamiento público sobre la cuestión. “México, con estricto respeto a su política de no intervención y autodeterminación de los pueblos, ha hecho saber al gobierno de Nicaragua su preocupación por la integridad y libertad de los detenidos”, indicó.
Un funcionario mexicano explicó a Reuters que la detención de dos figuras históricas del sandinismo, Dora María Téllez y Hugo Torres, “fue la gota que derramó el vaso”, por los lazos existentes entre la izquierda mexicana y la vieja guerrilla nicaragüense.
Para Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano, un think tank centrado en asuntos del continente americano con sede en Washington, “no es sorprendente que Ortega haya extendido su ola de represión a figuras del sandinismo”. “Obviamente está en el plan y lógica de prohibir cualquier desafío a su poder y luchar hasta el final”, comentó a La Tercera.
“Los únicos que se salvan son quienes tienen lealtad absoluta a Ortega y Rosario Murillo (vicepresidente de Nicaragua y esposa del Mandatario). Ortega sigue desafiando llamados y presiones de la comunidad internacional para dar marcha atrás, pero hasta ahora no hay ninguna señal de que sea sensible a tales presiones y parece estar decidido a no cambiar su conducta. Hace recordar lo peor de la Guerra Fría en el Cono Sur. Es difícil aceptar que tales barbaridades están ocurriendo en el siglo XXI”, concluyó Shifter.
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