Después de unas elecciones anticipadas, el Partido Popular (PP) de Pablo Casado fue el más votado, consiguiendo 31 de los 81 escaños en el poder legislativo de Castilla y León. Con esto, la colectividad debe negociar con el resto de los partidos la formación del gobierno regional, con el presidente Alfonso Fernández Mañueco a la cabeza del ejecutivo.
El partido conservador se verá en la obligación de dialogar para formar un gobierno, y uno de sus socios más claros en la nueva legislatura es Vox. El partido de extrema derecha consiguió 13 escaños: un avance fuerte luego del único escaño que consiguieron en 2019. Con esto, Vox puede esperar formar parte del gobierno autonómico, y el líder, Santiago Abascal, ya está exigiendo la vicepresidencia y consejerías dentro del ejecutivo regional.
En tanto, uno de los perdedores de este domingo fue Ciudadanos: el partido de centroderecha se desplomó, casi invirtiendo el camino de Vox, pasando de 12 escaños en 2019 a uno solo.
En España, un país muy descentralizado, las regiones poseen amplias competencias y las elecciones regionales suelen tener implicaciones nacionales.
Con estos resultados, Alfonso Fernández Mañueco se mantendrá en su puesto como presidente de la Comunidad Autónoma, pero el misterio será sus aliados en el gobierno. Con el segundo lugar en el PSOE (28 escaños), y la tercera fuerza política en Vox (13), hay quienes preferirían evitar la asociación con el partido de ultraderecha.
Según el diario El País, ayer ya se vislumbraba un choque entre la dirección nacional del PP y Alfonso Fernández Mañueco por la gobernabilidad. El PP no quiere un gobierno de coalición con Vox, sino que apuesta porque Mañueco busque un pacto con las candidaturas localistas (que tienen siete escaños) y luego exija al partido de Santiago Abascal que se abstenga en la investidura. “Los gobiernos de coalición no han traído más estabilidad y prosperidad a España, sino todo lo contrario”, sostuvo a El País Teodoro García Egea, secretario general del PP. Sin embargo, el candidato del PP a la Junta no descarta nada, ni siquiera un gobierno de coalición con Vox.
Fernández Mañueco se refirió ayer duramente contra Ciudadanos, diciendo que habían sido los grandes perdedores de los comicios regionales, y que hace dos meses habían buscado “una moción de censura apoyada en tránsfugas y negociada a espaldas de la población”. Con solo un 4,5% de los votos, estos resultados profundizan el desplome del partido, que en 2019 pasaron de 52 a 10 diputados en el Parlamento español.
Otra de las sorpresas en estos comicios, que fueron seguidos por toda España, fue la irrupción de los partidos regionalistas como Soria Ya, Unión del Pueblo Leonés y Por Ávila, que entre los tres suman 7 escaños. Estos grupos tomaron fuerza luego del movimiento de la “España Vaciada”, que en 2019 puso en relieve el problema de la creciente despoblación en amplias zonas del país. Estos partidos también pueden constituir otra alianza posible con el PP, que de ser así solo debería contar con las abstenciones de Vox, y podría nombrar un gobierno propio sin problemas.
Desde Vox ya esperan el llamado del PP, comprometiendo su apoyo a la derogación de leyes que el partido considera de izquierdas, como la Ley de Violencia de Género o el Decreto de Memoria Histórica en Castilla y León.
Luego de conocerse el resultado de la elección, el líder de Vox, Santiago Abascal, aseguró que su partido tiene “el derecho y deber” de formar gobierno, aspirando a que el vicepresidente y tres consejeros (ministros en la comunidad autónoma) pertenezcan a su partido. “No es una sorpresa, hemos venido a dar cambio de rumbo, esto es un punto de inflexión”, señaló Abascal respecto al avance de su partido.
Esta exigencia se presenta como una nueva marca en el avance de Vox: con su importancia dentro de la nueva legislatura, es la primera vez que la tienda de Abascal exige tomar parte en la formación del gobierno regional. En ocasiones anteriores, Vox había comprometido su apoyo en las respectivas cámaras autonómicas, sin por eso tener ministros o vicepresidencias en las instancias regionales.
Por su parte, el presidente de la comunidad, Alfonso Fernández Mañueco, respondió que “la gente pide que hablemos de sus problemas y no de reparto de sus sillones”. De todos modos, la decisión está en el PP: si decide o no aliarse con la ultraderecha, esto será un antecedente que los votantes tendrán en cuenta en elecciones futuras, como las del Parlamento de Andalucía a finales de este año.
Desde el oficialismo, la vicepresidenta segunda del gobierno español, Yolanda Díaz (Unidas Podemos) expresó su malestar por el avance de la agrupación de extrema derecha. “Es una pésima noticia que la sanidad, la educación, los derechos de las mujeres, el trabajo, el bienestar social dependan de Vox en Castilla y León”, tuiteó poco después de saberse los resultados.
El portavoz del PSOE, Felipe Sicilia, comentó este lunes que su partido no apoyaría al PP, dejando claro que en tanto socialistas harían una oposición responsable, para que “la extrema derecha no haga de Castilla y León una tierra en la que se pierdan derechos, y en lugar de avanzar se retroceda”.
Respecto a la abstención, se alcanzó un nuevo récord: 63,28% de participación, la más baja en elecciones de esta región. La vez anterior, en 2019, el 65,79% de los convocados a votar habían sufragado. En esta comunidad autonómica de 2,4 millones de habitantes, el PP gobierna desde hace 35 años.