Peor estallido de violencia callejera en 13 años en Beirut agrava crisis de Líbano
Al menos seis muertos se registraron durante una protesta contra el juez que investiga las explosiones ocurridas el año pasado en el puerto de la capital libanesa. La otrora llamada “Suiza de Medio Oriente” enfrenta una profunda crisis económica y energética, que se refleja en un deterioro de la salud mental de sus habitantes.
Este jueves, seis personas murieron en los peores enfrentamientos callejeros que ha tenido Beirut en 13 años. El conflicto estalló luego de una convocatoria hecha por Hizbulá, en la que el grupo chiita -considerado terrorista por algunos países de Occidente- afirmó recibir fuego de francotiradores, respondiendo a éste con rifles de asalto AK-47 y granadas. La organización islámica aseguró que los provocadores de los disturbios fueron parte de las Fuerzas Libanesas Cristianas, una agrupación de derecha.
Según el diario The Guardian, un gran número de hombres blandiendo armas salieron a las calles durante todo el día, y camiones armados con las banderas de Hizbulá y Amal, una organización política chiita moderada, desfilaron por el Valle de Bekaa en una demostración de fuerza que no se había visto desde que Hizbulá invadió el oeste de Beirut en mayo de 2008, durante un conflicto de corta duración con el líder druso Walid Jumblatt.
A causa de la violencia callejera de este jueves, camiones y tanques de la Armada comenzaron a patrullar la zona, luego de que luchas en distintas partes de la ciudad hicieran enfrentarse a cientos de miembros de distintas milicias en Beirut. A través de un comunicado, el primer ministro del país, Najib Mikati, pidió calma e instó a la población a “no ser arrastrada a los conflictos civiles”.
La manifestación del grupo islámico fue convocada para protestar contra el juez Tarek Bitar, que actualmente está investigando la explosión del 4 de agosto de 2020 en el puerto de Beirut, provocada por el almacenamiento sin medidas cautelares de grandes cantidades de nitrato de amonio, y que dejó al menos 215 muertos, más de 6.500 heridos y devastó numerosos barrios de la capital libanesa.
Al llamado de Hizbulá también se sumó Amal. Estos movimientos piden la destitución de Bitar, que infructuosamente ha intentado vincular a la investigación a legisladores y exministros por presunta negligencia que habría conducido a la tragedia.
El martes, el magistrado emitió una orden de arresto contra el parlamentario y exministro de Finanzas Ali Hassan Khalil, miembro de Amal y aliado de Hizbulá. Pero se vio obligado inmediatamente a suspender su pesquisa después de nuevas denuncias presentadas por Khalil y otro viceministro y exministro del grupo Amal, Ghazi Zaayter, a quien deseaba interrogar. Tanto Hizbulá como sus aliados acusan a Bitar de politizar la investigación, mientras que los políticos siguen rehusándose a ser indagados.
Si bien las tensiones eran altas al iniciar la jornada entre las áreas musulmanas chiitas y cristianas con unos enfrentamientos de larga data, el repentino estallido de violencia viene a ahondar la grave crisis que está viviendo el país de Medio Oriente: la enorme explosión en el puerto de Beirut aceleró el colapso de la sociedad libanesa, que entre serios problemas económicos y el desabastecimiento energético ha alcanzado una pobreza que ya está afectando a casi tres de cada cuatro de sus 6,8 millones de habitantes.
Desde la explosión en el puerto de Beirut que impactó al mundo el año pasado, las cosas solo han empeorado en el país de Medio Oriente. Poco después del accidente, el primer ministro Hassan Diab renunció al gobierno, abriendo 13 meses de incertidumbre política que terminaron con el nombramiento del sunita Najib Mikati, un magnate de las comunicaciones considerado el hombre más rico de Líbano.
Hoy por hoy, el sistema bancario libanés se enfrenta a un colapso que obligó al Banco Central a bloquear el acceso a las cuentas en moneda extranjera. En estos dos años, la libra libanesa ha caído un 90% frente al dólar. Según datos de la ONU, la inflación entre junio 2019 y junio 2021 llegó al 281%. Así, el despilfarro y la corrupción de la banca de la que fue apodada “la Suiza de Medio Oriente” es causa de una de las peores crisis económicas desde el siglo XIX.
La pobreza en Líbano aumentó drásticamente en el último año, afectando ya a cerca del 74% de la población total, advierte la Comisión Económica y Social de las Naciones Unidas para Asia Occidental (Cespao). Pero si se tienen en cuenta otras dimensiones además de los ingresos, como el acceso a la salud, la educación y los servicios públicos, la tasa aumenta hasta el 82% de la población que vive en situación de “pobreza multidimensional”, agrega la Cespao.
El año pasado, la Cespao había descubierto que entre 2019 y 2020 la tasa de pobreza per cápita ya había pasado del 28% al 55% en Líbano. Según la última actualización, la tasa de pobreza multidimensional en el país casi se ha duplicado, elevándose del 42% en 2019 al 82% en 2021.
En medio de esta crisis económica, estas últimas semanas los libaneses han tenido que lidiar con un desabastecimiento de combustible y cortes de energía eléctrica cada vez más frecuentes. Debido a la falta de gasolina, filas enormes de autos se ponen a la salida de las estaciones de servicio, y hay automovilistas que hasta duermen en sus vehículos a la espera de camiones de combustible que no llegan. La carencia ha llevado al país a depender de sus aliados en Irán y Egipto, que han enviado buques para mantener el suministro.
Pero no solo falla el combustible: la mayoría de los barrios de Beirut cuenta con solo tres horas de electricidad al día. Los cortes de luz ya eran cosa corriente en el país desde hace algunos años, pero desde la semana pasada la penumbra se ha intensificado, cuando las dos centrales termoeléctricas se han visto obligadas a cerrar por la falta del combustible.
En este duro contexto, la salud mental de los habitantes de Líbano empeora cada día más. La línea telefónica antisuicidios de la ONG Embrace recibe cerca de 1.100 llamadas cada mes, y cada vez hay menos psicólogos que puedan atenderlas.
Debido a la crisis, distintas iniciativas han surgido para ofrecer terapia a los cada vez más angustiados libaneses: Be Brave Beirut surgió luego de la explosión de agosto de 2020, y ofrece terapia gratuita con psicólogos certificados. También realizan sesiones de un orden más “informal”, ya que una sesión de terapia con cámara web y transmisión continua no siempre es posible, a causa de los cortes de electricidad.
Por esto mismo, las sesiones llegan a ser a través de WhatsApp e incluso mensaje de texto. “Pero si hay un apagón de internet, ahí por supuesto que tendríamos un problema grave”, indicó al Monitor de Oriente la cofundadora de la iniciativa, Bana Itani.
Como si no fuera suficiente, también hay un serio desabastecimiento de medicamentos psiquiátricos: desde antidepresivos hasta tratamientos para el trastorno bipolar, no hay disponibilidad desde el mes de marzo.
“Vemos pacientes que han cortado sus tratamientos porque el suministro que tenían ya no iba a durar más, y vinieron a nuestra clínica con un empeoramiento de su situación”, dice Fadi Maalouf, jefe del departamento de psiquiatría en el prestigioso Centro Médico de la American University de Beirut, citado por France Presse.
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