El día después de que un funcionario del Partido de los Trabajadores (PT) fue asesinado a tiros en julio por un partidario del presidente de extrema derecha, Jair Bolsonaro, la Policía Federal que custodiaba la campaña del candidato de izquierda envió un memorando clasificado a sus colegas de alto rango en todo Brasil: pedía refuerzos.
En el documento, al que Reuters tuvo acceso, los oficiales advertían que la seguridad del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva estaba amenazada por “opositores radicalizados”, cada vez más armados, debido a la flexibilización de los controles de armas de Bolsonaro.
Pidieron a los máximos responsables de la Policía Federal en cada estado que reforzaran los actos de campaña de Lula con autos blindados, equipos tácticos, drones e informes de inteligencia.
“El escenario actual es inédito en la historia de la democracia brasileña y pone dificultad al reto de garantizar la seguridad física del candidato”, escribieron.
La nota forma parte de una serie de alertas rojas sobre la violencia política en el período previo a las elecciones del 2 de octubre, las más tensas en Brasil desde el fin de la dictadura militar de 1985.
Sus advertencias sobre una resistencia armada y furiosa contra el PT también ofrecen un vistazo a los desafíos que Lula puede enfrentar si, como sugieren las encuestas, vence a Bolsonaro el próximo mes.
El exmilitar nacionalista ha demonizado a Lula y sus aliados como “comunistas” criminales, y ha buscado el respaldo militar para sus infundadas afirmaciones de fraude electoral, que están socavando la fe en el sistema de votación de Brasil. Además, ha instado a sus seguidores a armarse para protegerse de cualquier argucia electoral.
Algunos han respondido almacenando armas y arremetiendo contra los izquierdistas durante una tensa campaña marcada por notorios casos de violencia.
En su nota del 11 de julio, el equipo de seguridad federal de Lula citó varios “actos de violencia y hostilidad”, incluida la muerte un día antes de Marcelo Arruda. El tesorero local del PT del sur de Brasil fue asesinado a tiros en su fiesta de cumpleaños con temática de Lula por un hombre que gritaba su apoyo a Bolsonaro.
Este tipo de violencia no es inédita en las elecciones brasileñas. Los candidatos estatales y municipales suelen ser atacados por rivales locales y Bolsonaro estuvo a punto de morir en 2018, cuando fue apuñalado por un hombre con problemas mentales en la campaña.
Sin embargo, durante el mandato de Bolsonaro ha habido un fuerte aumento de los ataques políticos. Los tribunales electorales informaron de un salto en las agresiones a candidatos desde las elecciones de 2018 hasta el ciclo de 2020.
El Grupo de Investigación Electoral de la universidad federal Unirio informó de 214 agresiones por motivos políticos en el primer semestre de 2022, un 23% más que en el mismo período de 2020.
Los críticos acusan a Bolsonaro de armar a sus partidarios y de incentivar la violencia contra sus enemigos de izquierda.
Este mes, un bolsonarista mató y casi decapitó a un partidario de Lula en una zona rural durante un acalorado debate político, informó la policía.
El sábado, un hombre entró en un bar en el noreste de Brasil y gritó: “¿Quién es aquí un votante de Lula?”, antes de apuñalar hasta la muerte a un hombre que respondió “yo lo soy”, según la policía del estado de Ceará.
No todos los incidentes han sido mortales. En al menos dos casos, los bolsonaristas fueron detenidos por lanzar presuntas materias fecales en los actos de Lula. La policía ha tratado de investigar a un partidario del Presidente por fantasear en línea con el asesinato de Lula y a otro por usar la imagen del izquierdista para hacer prácticas de tiro.
A pocos días de la primera vuelta de las elecciones, el país está en vilo. Casi el 70% de los brasileños dicen tener miedo de ser agredidos físicamente por su preferencia política o partidista, según una encuesta de Datafolha publicada este mes.
“Ya no me visto de rojo en público”, dijo Gabriel Oliveira, refiriéndose al color característico del PT, en un reciente acto de campaña de Lula en Florianópolis, bastión sureño de Bolsonaro. “La gente que apoya a Bolsonaro es muy agresiva”.
La oficina de Bolsonaro no respondió a una solicitud de comentarios.
Temor tras las elecciones
Si el período previo a la votación es tenso, muchos temen que sus consecuencias puedan ser peores. Después de meses de sembrar dudas sobre el sistema de votación de Brasil, muchos temen que Bolsonaro siga la estrategia del expresidente estadounidense Donald Trump de negarse a aceptar la derrota.
Las instituciones democráticas de Brasil, que son criticadas regularmente por el presidente y sus aliados, se preparan para la perspectiva de manifestaciones caóticas y potencialmente violentas.
En julio, el juez del Tribunal Supremo Edson Fachin dijo que Brasil “puede vivir un episodio aún más grave que el del 6 de enero (del año pasado) en el Capitolio de Estados Unidos”.
Este mes, en una decisión confirmada por la mayoría del tribunal, Fachin suspendió algunos de los decretos de Bolsonaro que han contribuido al aumento en la posesión de armas, que menciona “el riesgo de violencia política”.
Los fiscales federales de Sao Paulo también han expresado su preocupación por el aumento por seis de los permisos de armas para cazadores y aficionados -conocidos como CAC- desde que Bolsonaro comenzó a flexibilizar las leyes de armas de fuego en 2019.
En julio, advirtieron que la ola armamentista inspiraba “temores fundados sobre lo que podría ocurrir por posibles protestas violentas” en torno a las elecciones.
Reuters informó este mes que los pandilleros brasileños están usando cada vez más armas CAC adquiridas legalmente para cometer crímenes, pero también parece que los brasileños de a pie están almacenando armas de fuego en caso de que Lula gane y cumpla su promesa de “desarmar” Brasil.
Las importaciones de armas de mano a Brasil aumentaron este año hasta alcanzar su valor más alto desde que se iniciaron los registros en 1997, según datos de comercio exterior. En lo que va de 2022 se han importado revólveres y pistolas por valor de casi 57 millones de dólares, frente a los menos de 12 millones de dólares de todo 2018.
“Creo en la hipótesis (del acopio), porque lo hemos visto en otros países, y en otras elecciones”, dijo Bruno Langeani, experto en armas de fuego del Instituto Sou da Paz, basándose en un repunte en la venta de armas durante la campaña estadounidense de 2020.
Década turbulenta
Considerado en su día como una superpotencia en ascenso, Brasil ha sufrido una década turbulenta. Un vasto escándalo de corrupción terminó con Lula encarcelado hasta que sus condenas fueron anuladas.
Una caída económica sin precedentes llevó a la destitución de su sucesora, Dilma Rousseff. La mala gestión de Bolsonaro de la pandemia del Covid-19 agravó una de las peores cifras de muertes del mundo.
Diez años de problemas han dado lugar a una marcada polarización política -encarnada por Lula y Bolsonaro-, que se ha vuelto cada vez más amenazante en la campaña electoral.
En julio, un hombre lanzó un artefacto explosivo casero lleno de heces a una multitud de partidarios de Lula en un acto de campaña en Río de Janeiro.
En junio, en un mitin de Lula en la ciudad de Uberlandia, un dron sobrevoló el lugar, liberando un líquido que apestaba a heces y orina, según testigos.
Rodrigo Luiz Parreira fue detenido por ser el presunto autor del ataque. El agricultor dijo a la policía que estaba enfadado porque Lula había venido a Uberlandia, según su declaración.
Por ello, contrató a dos personas para que pilotaran el dron y soltaran un líquido inofensivo para el control de la mosca sobre los seguidores del izquierdista, dijo. El fiscal del estado, Marcus Vinícius Ribeiro Cunha, dijo a Reuters que no estaba claro de qué líquido se trataba.
La policía ha identificado algunas amenazas en internet.
Tras el fallido intento de un brasileño de asesinar a la vicepresidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner con un arma que no se disparó, el usuario de Facebook Irony Alves De Paula Junior, que la policía cree que es su verdadero nombre, escribió que el tirador debería haber utilizado un arma de fuego de marca brasileña.
“Pedazo de mierda de arma argentina. Si fuera una Taurus (de fabricación brasileña) habría volado a esa mierda”, escribió en el sitio. “Es una buena idea para probar con esa rana barbuda (Lula), pero tiene que ser una Taurus”.
Agentes de la Policía Federal encontraron el post y han pedido una investigación penal sobre De Paula Junior, según una persona implicada. De Paula Junior, que regularmente publica comentarios a favor de Bolsonaro y en contra de Lula, no respondió a una solicitud de comentarios.
Territorio de Bolsonaro
La Policía Federal también ha intentado abrir otras dos investigaciones criminales sobre amenazas a Lula, según la fuente.
La última involucró a un empresario probolsonaro que publicó un video en Instagram disparando un rifle de asalto a una imagen de Lula. Luiz Henrique Crestani borró posteriormente el video y publicó un comunicado en el que reconocía su “antagonismo” contra el izquierdista, pero negó haber intentado “incitar” a actos ilegales.
Crestani es de Santa Catarina, un rico estado del sur con una prominente diáspora alemana e italiana, donde las armas y Bolsonaro son tenidos en alta estima. En 2018, más del 75% de los catarinenses votaron por Bolsonaro, el segundo total estatal más alto. El estado es el que más clubes de armas por cantidad de habitantes tiene en Brasil.
La seguridad fue estricta en un evento de Lula en la capital del estado Florianópolis, este mes, con francotiradores en la parte superior de los edificios y un helicóptero que volaba bajo sobre la multitud que agitaba banderas.
Lula tiene sólo un 27% de apoyo en Santa Catarina, frente al 49% de Bolsonaro, según el último sondeo de la encuestadora Ipec. Una fuente de la campaña dijo que había considerado saltarse el estado. En su discurso, Lula señaló que algunos habían sugerido que se mantuviera alejado, ya que “este es el territorio de Bolsonaro y no sería bien recibido”.
Marcia Hofmann, una simpatizante de Lula de 70 años, dijo que los seguidores de Bolsonaro a menudo le gritan insultos cuando lleva la ropa del PT en la calle. Ahora, le preocupa que muchos de ellos estén armados.
“Los bolsonaristas son (...) muy violentos”, dijo. “Así que tengo un poco de miedo”.