Quedarse sin inventarios de cobre a nivel mundial: el estrecho panorama que Bofa ve posible y que llevaría el precio a valores insospechados

La proyección es que el metal rojo toque los US$4,53 este año -actualmente se cotiza en US$4,51-, pero existe el riesgo de que en los próximos tres meses alcance los US$5,89 la libra. Y podría subir más, pero dependerá de la chatarra.


El precio del cobre promedia US$3,94 en lo que va del año y se cotiza en torno a los US$4,50 en Londres. Está cerca de superar el histórico de los US$4,60, pero este techo podría estar lejos de su potencial.

Así lo piensa Bank of America Merrill Lynch que en su último informe, titulado “Quedarse sin cobre”, describe una serie de fundamentos por los que el metal rojo llegará a cotizar US$4,53, pero existe el riesgo de que en los próximos tres meses ascienda a US$5,89 por los estrechos inventarios. Aunque incluso podría ascender hasta los US$9 la libra.

“Los fundamentos siguen siendo sólidos y los inventarios bajos”, destacó el reporte. Detalla que los inventarios medidos en toneladas que se posicionan en niveles que no se ven hace 15 años, lo que implica que los stocks cubren sólo 3,3 semanas de demanda.

Dado el contexto fundamental y los bajos inventarios, vemos el riesgo de que el metal rojo suba a US$13.000 por tonelada (US$5,89 por libra). Después de los déficits en 2021 y 2022, esperamos un reequilibrio del mercado del cobre en 2023 y 2024, antes de que se reanuden los déficits y se inicie otra extracción de inventarios a partir de 2025″, dicen en Bofa.

Así, básicamente está viendo un déficit en el balance de producción mundial versus demanda global en 2021 y 2022 de 186 mil y 369 mil toneladas, respectivamente. Salvo 2020, que terminó con un superávit de 35 mil toneladas, desde 2017 que el mercado mundial viene registrando una mayor demanda que oferta hasta 2023. No obstante, en 2025 habría un déficit de 640 mil toneladas.

La clave está en la chatarra

El mercado está estrecho y la capacidad de producción a futuro de parte de las empresas es limitada, por lo tanto, la mayor entrada de la materia prima depende de un incierto mercado: la chatarra.

“Teniendo en cuenta que el crecimiento de la oferta minera probablemente seguirá siendo una desventaja a corto plazo ¿qué está impulsando el reequilibrio en 2023/24? En nuestra opinión, el suministro de chatarra es fundamental y nuestro análisis sugiere que el uso de chatarra en las fundiciones/refinerías podría aumentar de alrededor de 4.200 toneladas en 2016 a 6.700 toneladas en 2025″, detalla.

No obstante, su pronóstico tiene una incertidumbre alta, por las características de este mercado secundario: “Si nuestra expectativa de un mayor suministro de material secundario (chatarra), un mercado no transparente, no se materializa, los inventarios podrían agotarse en los próximos tres años, dando lugar a oscilaciones de precios aún más violentas que podrían llevar al metal rojo por encima de los US$20.000 por tonelada (US$9,07 por libra)”. Es decir, el escenario de riesgo es duplicar el precio respecto del actual.

¿El fantasma del sustituto?

Un histórico temor de los productores de cobre, entre ellos Chile, es que surja -o busquen- un sustituto perfecto para el metal, tal como ocurrió con el salitre también en el país.

Al respecto, Bofa destaca que, dado que en función de la demanda el cobre constituye una parte relativamente pequeña de la economía mundial, desde una perspectiva macro podría continuar subiendo el precio del metal sin necesariamente obstaculizar el crecimiento económico global. “Teniendo en cuenta la importancia del cobre para descarbonizar la economía global, estamos de acuerdo en que esta argumentación es importante. De hecho, incluso si el cobre se cotizara a US$5,44 por libra este año, su uso medido como porcentaje de la economía nominal mundial no superaría los niveles máximos previos vistos en 1970″.

No obstante, el ambiente de altos precios podría incrementar el interés por el sustituto del metal rojo.

“Si los precios subieran, la sustitución con toda probabilidad podría acelerarse de nuevo”, explica Bofa, que entre las dinámicas posibles estiman que habría incentidos para reducir el contenido de cobre en los diversos usos de la descarbonización.

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