Casi un año después de la muerte del príncipe Felipe, duque de Edimburgo y esposo de la reina Isabel II durante más de 73 años, la monarca británica reapareció ayer en público para rendirle honores en una ceremonia con más de 1.800 invitados. Esto, en contraste con el funeral del duque, donde, debido a la pandemia, solo se pudo contar con la presencia de 30 personas.
En el evento de este martes, un servicio religioso en honor a Felipe, la monarca apareció con un bastón y acompañada del príncipe Andrés, en la que es su primera aparición pública desde octubre pasado, desde que los médicos la obligaron a guardar reposo y pasó una noche hospitalizada para someterse a “pruebas” cuya naturaleza nunca se especificó, según destacó Deutsche Welle.
Felipe de Edimburgo murió el 9 de abril de 2021, a la edad de 99 años, pero el homenaje por el primer aniversario de su deceso se adelantó unos días para ajustarlo con la ocupada agenda de la reina. La semana pasada, la monarca británica ya había cancelado su presencia en la celebración de la Mancomunidad de Naciones, que iba a ocurrir en la Abadía de Westminster.
En la ocasión, además de la reina Isabel II, otros integrantes de la familia real tomaron parte en el homenaje. El ya mencionado príncipe Andrés, que viajó en coche con su madre y la acompañó durante todo el servicio religioso. Por otro lado, el príncipe Carlos, recuperado del Covid que tuvo durante febrero de este año, también acompañó a la monarca.
Los duques de Cambridge, el príncipe William -nieto de la reina- y su esposa Kate, también tomaron parte en el homenaje, luego de una polémica gira por el Caribe que muchos criticaron por “neocolonialista”. Durante la gira, que incluyó Belice, Bahamas y Jamaica, los duques enfrentaron protestas de los locales en las que se exigía que la monarquía se disculpara y pagara reparaciones por su papel en la trata de esclavos.
Los duques de Sussex, Harry y Meghan, fueron los grandes ausentes de la jornada: además de la distante relación que tiene la pareja con la reina Isabel II, el príncipe Harry aseguró “no sentirse seguro” en Reino Unido, al tener que costear su propia protección.
Además de la familia real británica, asistieron a la ceremonia el rey Felipe y la reina Letizia de España, además de los reyes Carlos Gustavo y Silvia de Suecia. En representación de la corona belga estuvieron los reyes Felipe y Matilde, además de la reina Margarita de Dinamarca y el príncipe Alberto de Mónaco.
Tras la muerte del duque de Edimburgo, ocurrida dos meses antes de cumplir 100 años de edad, solo 30 personas pudieron asistir a su funeral el año pasado, debido a las restricciones impuestas por la pandemia. Durante el servicio fúnebre, la reina se sentó sola, mientras quien fuera su esposo era bajado a la Bóveda Real de la Capilla de San Jorge, en el Castillo de Windsor.
Sobre Felipe de Edimburgo, el decano de Westminster, David Hoyle, dijo: “Un hombre de rara habilidad y distinción, debidamente honrado y celebrado, siempre desvió nuestra atención de sí mismo”. La reina entró por un ingreso lateral a la abadía este martes, usando un bastón debido a los “problemas de movilidad” que desde hace un tiempo ha declarado sufrir.
La monarca puso un empeño personal al organizar este homenaje, con una ceremonia que contó con toda la pompa oficial y con la bendición del arzobispo de Canterbury, Justin Welby. Según el diario español El Mundo, la reina había celebrado el último acto oficial en el Castillo de Windsor hace siete semanas.
Al igual que su hijo Carlos, el 20 de febrero la reina Isabel II dio positivo en un test de Covid. A pesar de eso, la monarca no resultó gravemente afectada por la enfermedad y siguió con su rutina, aunque cancelando algunos “encuentros virtuales”. Isabel II cumplirá 96 años el próximo 21 de abril, en medio de la celebración del “Jubileo de Platino”, que marca los 70 años desde el ascenso de la reina al trono.
Según fuentes citadas por el diario The Sun, la monarca “ha tenido que luchar con batallas físicas en los últimos meses y sufre rigidez en las piernas”. Además, ha tenido problemas musculares en la espalda, que la han llevado a ser vista frecuentemente con bastón y desplazándose en un carrito de golf de 75.000 euros cuando saca a pasear a sus perros por las inmediaciones del Castillo de Windsor.
Mientras esto ocurre en la familia real, el gobierno británico, liderado por Boris Johnson, sigue sufriendo las consecuencias del “Partygate”, la polémica causada por la celebración de distintas fiestas en Downing Street en plena cuarentena, incluidas dos realizadas en la sede de gobierno la noche previa al funeral del esposo de la reina. La Polícia Metropolitana de Londres ya declaró que, a causa de estas fiestas, iba a establecer 20 multas, aunque se asegura que ninguna de estas tocan al primer ministro británico.
El líder conservador no ha reconocido aún haber quebrado la ley cuando tomó parte en las fiestas, a pesar de las multas de la policía, pero funcionarios de la residencia oficial del primer ministro ya recibieron las sanciones. De todos modos, un portavoz de Johnson aseguró que sus nombres no serán revelados.
La polémica, que ha tenido en la cuerda floja al primer ministro británico durante meses, surgió en noviembre de 2021, cuando el diario Daily Mirror reveló que Johnson había realizado fiestas en momentos en los cuales estaba prohibida toda clase de reunión social por la pandemia. Luego se reveló que en diciembre de 2020 había tenido lugar una fiesta de Navidad, y finalmente se supo de 12 eventos separados ocurridos durante la cuarentena en Downing Street: la mitad de ellos con la presencia de Johnson.