Al inicio del incendio en la comuna de Santa Juana, que ya cobró la vida de 13 vecinos, la edil Ana Albornoz conectó las plantaciones forestales con la gravedad del incendio en la zona, criticando la gran cantidad de monocultivos que hay en la Región del Biobío.
“No hay un plan para el monocultivo, necesitamos que se regule y eso no lo hizo el Estado. La legislación que tenemos es horrible, no nos protege”, señaló Albornoz el viernes pasado. La alcaldesa también señaló que ya cuentan con más de 14 mil hectáreas quemadas en la comuna.
La comuna de Santa Juana, ubicada entre el río Biobío y la carretera CH-156, más conocida como la Ruta de la Madera, se transformó, junto a Purén, en la zona más devastada por los incendios forestales que afectan al centro-sur del país.
La zona más dañada fue Curalí Alto y el principal foco de incendio allí, denominado Santa Ana, llegó a abarcar una superficie de 85 kilómetros de extensión.
Sin embargo, esta no es la primera vez que se realiza una conexión entre las plantaciones de monocultivo con el riesgo de incendios forestales, ya que el 2020 el Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2 publicó un informe llamado Incendios en Chile: causas, impactos y resiliencia, mencionando que los principales factores que incrementan el riesgo de incendios son la presencia de plantaciones forestales, la cercanía a los caminos y ciudades, y la densidad poblacional.
Añade que en relación a los megaincendios, “el riesgo es particularmente elevado en las zonas costeras de las regiones del Maule, Ñuble y Biobío, donde las sequías son severas, el impacto humano es elevado y las plantaciones forestales son especialmente extensas”.
Y es que de acuerdo a las últimas cifras de la Conaf, solo estas tres regiones presentan mayor proporción de plantaciones forestales a bosque nativo en Chile, donde esta última es la región con mayor cantidad de plantación forestal a nivel nacional.
Respecto al tipo de cobertura del suelo, “el riesgo de incendios se concentra en mayor proporción en los paisajes dominados por plantaciones forestales y, en menor grado, en aquellos dominados por bosque nativo. Cuando la proporción de bosque nativo es menor a un 50% en el paisaje, se observa una mayor ocurrencia de incendios. Sin embargo, a mayor cobertura de bosque nativo el riesgo disminuye”, señala el informe.
Este riesgo coincide con los incendios de los últimos días, ya que la Región del Biobío presenta tan solo un 39,2% de bosque nativo y la Región del Ñuble, un 38,4%. Con un 57,4% y 59% de plantación forestal, respectivamente.
Evaluación de expertos
El 2018 un equipo dirigido por la Universidad Estatal de Montana realizó una investigación sobre los incendios forestales en Chile a raíz del megaincendio de 2017.
El estudio se realizó junto a académicos de la Universidad de Concepción, la Universidad Austral, el Instituto de Ecología y Biodiversidad, y el Centro de Investigación del Clima y la Resiliencia en Santiago.
Analizando la situación, el autor principal, Dave McWethy, mencionó que “Chile reemplazó bosques nativos más heterogéneos y menos inflamables con plantaciones forestales exóticas estructuralmente homogéneas e inflamables en un momento en que el clima es cada vez más cálido y seco”, añadiendo que “esta situación probablemente facilitará que los incendios futuros se propaguen más fácilmente y promoverá incendios más grandes en el futuro”.
Respecto a los resultados del estudio, el coautor Aníbal Pauchard, profesor de la Universidad de Concepción e investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad de Chile, mencionó en su momento que “después del clima, la composición del paisaje es crucial para determinar los regímenes de incendios. En particular, las plantaciones forestales exóticas deben ser manejadas para reducir intencionalmente el riesgo de incendios”.
En la misma línea, el informe del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2 señaló que “la restauración del bosque nativo, la adecuada gestión y manejo de quemas controladas y la generación de mosaicos de paisaje heterogéneos, donde se intercalen diferentes usos del suelo, serán herramientas fundamentales para disminuir la probabilidad de ocurrencia de megaincendios en el futuro”.
Agregando que el modelo de la industria forestal “debiera ser rediseñado para asegurar su sostenibilidad en el tiempo, considerando que las proyecciones de aumento de temperaturas y estrés hídrico incrementarán la ocurrencia de grandes incendios que afectarían, particularmente, a este sector productivo”.
Compromisos después del 2017
De acuerdo a Conaf, los principales tipos de vegetación quemados en la temporada del 2016-2017 fueron las plantaciones forestales (219.039 hectáreas, que corresponde al 63% del total), matorrales (16%) y bosque nativo (13%), mientras que el 8% corresponde a pastizales y otras superficies.
Donde según la información de satélites, las máximas intensidades del incendio de aquellos años coincidieron con zonas de mayor prevalencia de plantaciones de especies exóticas.
Frente a esto, el 2018, se aprobó el Plan Específico de Emergencia por Variable de Riesgo de Incendios Forestales, como parte del Plan Nacional para la Gestión de Riesgo de Desastres, de la Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior y Seguridad Pública (Onemi). Además, un año después, el gobierno anunció una agenda legislativa para fomentar la restauración de bosques, regular el uso del fuego y castigar acciones que los propicien, y modificar la normativa sobre bosque nativo.
Donde respecto a las plantaciones forestales, en junio del 2022 se promulgó la Ley Marco de Cambio Climático (Ley 21455), la cual en su artículo 5 menciona que no se incentivará la plantación de monocultivos forestales:
“La Estrategia Climática de Largo Plazo contendrá, al menos, los siguientes aspectos fundamentales: Niveles de absorción y almacenamiento de gases de efecto invernadero para alcanzar y mantener la meta del artículo 4°, estableciendo lineamientos relativos a conservación de ecosistemas, restauración ecológica, forestación y reforestación con especies nativas, tecnologías y prácticas para la captura y almacenamiento de carbono, incluyendo consideraciones sobre las opciones de reducción de riesgos basadas en los océanos y sus efectos de mitigación. Los lineamientos no incentivarán la plantación de monocultivos forestales”.