El expresidente francés Nicolas Sarkozy rompió el martes el silencio que mantuvo durante la campaña de primera vuelta y pidió a los electores “de la derecha republicana” el voto para Emmanuel Macron, que el domingo consiguió 27,8% de las preferencias, pasando al balotaje junto a la candidata de extrema derecha Marine Le Pen, que obtuvo 23,1%.
“Votaré por Emmanuel Macron, porque creo que tiene la experiencia necesaria ante una grave crisis internacional más compleja que nunca, porque su proyecto económico pone el valor del trabajo en el centro de todas sus prioridades, porque su compromiso europeo es claro y sin ambigüedad”, escribió en su página de Facebook quien fuera mandatario de Francia entre 2007 y 2012.
Sarkozy justificó su comunicado público debido a la “importancia” de la próxima elección, que lo obligó “a abandonar su reserva”. “El contexto internacional y la situación financiera son graves y requerirán decisiones difíciles y urgentes (...) que comprometerán a Francia para los próximos cinco años”, agregó en el mensaje.
El exmandatario, considerado próximo al centrista Macron, subrayó el “proyecto económico” del candidato de La República en Marcha (LREM), que pone “la valorización del trabajo en el centro” y su “compromiso europeo (...) claro”.
Durante la primera vuelta, Sarkozy acaparó la atención al no apoyar públicamente a la candidata de su partido de centroderecha Los Republicanos (LR), Valérie Pécresse, que finalmente obtuvo menos del 5% de votos.
Es por esto que la colectividad inició a primera hora de la mañana del lunes una reunión de su equipo directivo, para hacer un balance del catastrófico resultado de su candidata, el peor en la historia de la derecha histórica, la del General de Gaulle, Pompidou, Giscard, Chirac, los patriarcas fundadores de la V República.
Aunque Pécresse dijo que votará por el actual mandatario, su partido se limitó a pedir que “ningún voto” vaya a la extrema derecha, sin llamar explícitamente a apoyarlo, y precisó que LR no es compatible ni con Macron ni con Le Pen. Sin embargo, en una muestra de las divisiones internas, su compañero de partido, el diputado Éric Ciotti -quien perdió la candidatura ante Pécresse en primarias- anunció abiertamente que votaría en contra de Macron y que no daría ninguna instrucción a sus militantes para la segunda vuelta del 24 de abril.
“La fidelidad a los valores de la derecha republicana y nuestra cultura de gobierno debe conducirnos a responder al llamado de unidad de Emmanuel Macron en la presidencial”, dijo Sarkozy.
La mayoría de candidatos derrotados pidieron también votar por Macron o no votar por Le Pen. El exprimer ministro socialista Lionel Jospin dijo este martes que votará por el actual mandatario. La misma postura que defiende el líder de la izquierda radical, Jean-Luc Mélénchon, que quedó a las puertas de la segunda vuelta, con un 22% de los votos.
“Revolución por referéndum”
Tanto Macron como Le Pen buscan conquistar al electorado de izquierda para que les dé un triunfo en el balotaje. Una encuesta de Ipsos-Sopra Steria citada por Public Senat mostró que el 23% de los votantes de Mélenchon ahora apoyaría a Macron, el 15% a Le Pen y otro 62% no ha adoptado una posición.
En ese sentido, la líder de extrema derecha prometió llevar a cabo una revisión de los sistemas legislativo y electoral de Francia si gana las elecciones presidenciales, acusando a Macron y al establishment político del país de aprovechar las leyes electorales actuales para consolidar el poder y desafiar la voluntad del público.
En su primera conferencia de prensa desde las elecciones del domingo, Le Pen dijo que planeaba gobernar mediante la celebración de una serie de referéndum sobre el sistema político de Francia. Una consulta, señaló la candidata de Reagrupación Nacional, podría pedir a los votantes que consagraran legalmente su campaña electoral para distribuir al menos dos tercios de los escaños en el Parlamento, de acuerdo con la representación proporcional, en lugar del actual sistema de votación de dos vueltas del país.
“Propongo una revolución por referéndum”, dijo Le Pen, y agregó que cualquier medida que se rechace en un referéndum enfrentará una prohibición legislativa de 15 años. “Tenemos que dejar de mirar al pueblo francés como el enemigo”, agregó.
El llamado de Le Pen a formas más directas de democracia tiene como objetivo canalizar las frustraciones de los votantes franceses que han salido a las calles en los últimos años para organizar protestas, como el movimiento de los “chalecos amarillos”.
Las propuestas de Le Pen, indicó The Wall Street Journal, apuntan a revertir la práctica de décadas de los partidos tradicionales de Francia de unirse en elecciones locales y nacionales para evitar que su partido, Agrupación Nacional, gane el cargo. En Francia, los votantes generalmente emiten sus votos en dos rondas: una con una variedad de candidatos de partidos grandes y pequeños, y una segunda vuelta que reduce el campo a los principales candidatos.
Macron señaló, por su parte, que apoyaba el uso de la representación proporcional para distribuir algunos escaños parlamentarios. El mandatario también indicó que estaba dispuesto a celebrar un referéndum sobre sus planes para reformar el sistema de pensiones de Francia y aumentar la edad de jubilación del país, en una suerte de guiño al electorado de izquierda.
“Estoy listo para cambiar el cronograma y decir que no necesariamente tenemos que hacer una reforma para 2030 si siento que la gente está demasiado ansiosa”, dijo Macron. También estaba preparado, aseguró, para “abrir la puerta” a impulsar la edad de jubilación del país de los 62 años actuales a los 64, en lugar de los 65, su propuesta inicial.
“El referéndum es una herramienta en manos del Presidente de la República”, indicó el mandatario a los periodistas durante una visita al este de Francia, y agregó que primero mantendría conversaciones con los sindicatos al respecto.
Macron no hizo referencia a la afirmación de Le Pen de que se ha aprovechado del sistema electoral actual. Anteriormente dijo que sus intentos de introducir la representación proporcional fueron frustrados por la falta de consenso político.
El ministro de Finanzas francés, Bruno Le Maire, aliado de Macron, comentó a la emisora CNews que el mandatario no había cambiado sus planes sobre la reforma de las pensiones y todavía está “totalmente decidido” a llevarla a cabo.