Sociólogo y académico de la Universidad de Auckland, en Nueva Zelandia, Steve Matthewman es experto en sociología de los desastres. A propósito de la pandemia de Covid-19 que afecta al mundo, el autor del libro Disasters, Risks and Revelation: Making Sense of Our Times (2015) sostiene que “a medida que los desastres se prolongan se instala la desilusión”. “Por esta razón, vemos una disminución en el cumplimiento de las medidas sanitarias”, asegura Matthewman en entrevista con La Tercera.

Desde el punto de vista sociológico, ¿cómo impacta la pandemia del Covid-19 al mundo?

Creo que todos los grandes desastres aumentan las desigualdades ya existentes, por lo que podríamos decir que el Covid-19 nos ha polarizado en este sentido. También creo que algunas de las tensiones que han presentado los políticos y algunos aspectos de los medios de comunicación son completamente falsos. Por ejemplo, los partidos políticos de derecha a menudo han instalado la división entre el bienestar económico y la salud pública con la idea de que solo podemos tener uno u otro. Esto es falso. Economías que abrieron temprano, como Reino Unido, también sufrieron. Suecia también es un caso interesante aquí. El país permaneció abierto y esta decisión significó que miles de personas fallecieran, más que en los países escandinavos vecinos, pero su economía no está en mejor forma.

¿Cómo evalúa las respuestas de los gobiernos considerando las lecciones que dejó la primera ola del coronavirus?

Creo que depende en gran medida de qué país hablemos y sus políticas. En términos muy generales, está claro que la mayoría de la gente acepta el liderazgo responsable y la experiencia científica. En consecuencia, la mayoría de las personas está de acuerdo con seguir las reglas sanitarias sobre el uso mascarillas, distanciamiento social y otros. Las respuestas gubernamentales de todo el mundo nos dicen que hay que estar preparado porque puede suceder lo aparentemente imposible. Si comprometemos los recursos necesarios los gobiernos pueden ofrecer y garantizar un servicio de cuidado infantil gratuito, dar hogares a las personas en situación de calle, asegurar una atención médica a la población, otorgar la ciudadanía a los solicitantes de asilo, incluso podemos tener una semana laboral de cuatro días. La otra gran lección de la pandemia es que la gente no quiere volver a la normalidad, busca cambios profundos y transformadores.

¿Cuáles son las implicancias sociales de la pandemia, el confinamiento y la incertidumbre ante la “nueva normalidad”?

Tal como mencioné, los desastres como las pandemias magnifican las desigualdades sociales. Entonces, las mayores implicaciones significan que los sectores vulnerables tienen más probabilidades de sufrir. Una de las grandes consecuencias de la pandemia han sido las implicaciones de género. Las mujeres tienen más tareas de cuidado con sus familias, hacen más tareas domésticas y ahora también están presentes en las clases online. Esto significa que las mujeres, que normalmente trabajan más que los hombres, ahora lo están haciendo aún más.

A un año de los primeros contagios de Covid-19, ¿por qué los confinamientos y restricciones sanitarias no están generando los resultados esperados?

En todo desastre vemos una fase inicial de “luna de miel”. A medida que los desastres se prolongan, se instala la desilusión. Por esta razón, el cumplimiento de las medidas de encierro, el uso de mascarillas, entre otros, a menudo disminuye. En Nueva Zelandia esto se observó a través de datos de GPS derivados de los teléfonos móviles de las personas, que dejaron ver que la gente tendía a alejarse más de casa durante los cierres posteriores.

¿Cuál es el efecto social de las vacunas y de los grupos antivacunas?

La vacuna es una buena noticia histórica que se produjo en menos de un año, lo que es un récord mundial. El récord anterior fue la vacuna contra las paperas, que tardó cuatro años en desarrollarse. Los grupos antivacunas representan un problema y demuestran un tema mayor: las noticias falsas (fake news). Ahora cualquiera puede producir “noticias” y los algoritmos de las redes sociales tienden a dirigirte hacia historias similares, lo que produce un efecto de cámara de eco. Los académicos, autoridades públicas y medios de comunicación tienen el deber de denunciar estas teorías conspirativas.

¿Qué podemos esperar del mundo sin Covid-19?

Siempre es difícil predecir lo que sigue. Pero las intervenciones gubernamentales exitosas en la pandemia nos muestran que otro mundo es posible. Los datos de encuestas también evidencian que la población desea otro mundo. En todo el mundo existe un mandato de cambio progresivo. La gente quiere vivir en una sociedad más equitativa y más sostenible. Espero que eso ocurra.