Mientras en una granja de Bethel en agosto de 1969 Woodstock escribía un nuevo capítulo en la historia de la música, a tan solo 160 kilómetros de distancia, también en Nueva York, un festival alternativo hacía lo mismo, reuniendo a 300 mil personas en el Mount Morris Park y obteniendo a la vez muchísima menos cobertura por parte de los medios de la época. ¿Sus registros? Decenas de horas grabadas por el productor Hal Tulchin que habían caído en el olvido por más de 50 años en un sótano sin demasiada exposición. Hasta ahora.
“Summer of soul” fue una de las cartas con las que abrió Sundance su primera noche de festival virtual el pasado jueves. Un registro audiovisual casi inédito que retrata el Festival Cultural de Harlem, también conocido como el “Woodstock negro”, y que contó con importantes figuras de la música afroamericana, tales como Nina Simone, B.B. King, Mahalia Jackson, Stevie Wonder, The 5th Dimension o Sly & The Family Stone.
Una serie de conciertos cuya presencia en televisión y medios había sido tan escasa tras 1969, que incluso el propio director del proyecto reveló que desconocía el acontecimiento: quedó impresionado al enterarse del material. “Sabía que estaba viendo algo especial y superé mi miedo. Me di cuenta de que esta era mi oportunidad para cambiar la vida de alguien y contar una historia que estaba casi borrada”, declaró el músico y productor Questlove (The Roots), mentor de la iniciativa, en una entrevista a Associated Press.
Así, en 117 minutos, el documental intenta compactar y sacar nuevamente a flote el acontecimiento histórico, junto con mezclarlo con el contexto sociopolítico de la época.
Todo de la mano de icónicas presentaciones de los músicos y también con las declaraciones de los asistentes. “Hal Tulchin había tratado de vender este material por años, décadas y décadas. Nadie lo tomaba”, menciona el realizador durante la misma entrevista. Ahí también aclara que el primer corte duraba tres horas y 25 minutos, y se enfocaba únicamente en la música. Ahora es mucho menos, pero a la vez y según estima, mucho más.
El registro también se adentra en detalles como las gestiones del productor Tony Lawrence para levantar los conciertos, el escaso dinero que incluso no permitió tener luces tras el atardecer y la negativa de la policía de Nueva York para brindar seguridad, asunto que quedó a cargo de la organización Panteras Negras.
Un evento local de corte familiar con barbacoas, que trató de calmar ánimos y presentar una amplia gama de estilos musicales. Con un joven Wonder, con Mahalia Jackson y Mavis Staples interpretando la canción de favorita de Luther King Jr., “Precious Lord, Take My Hand”, y con Sly and the Family Stone como el único grupo que se presentó en ambos festivales durante ese verano, quienes con “I Want to Take You Higher” conquistaron a un público difícil en un calor infernal propio de la estación. Algunos eran los artistas más populares de la época, otras viejas leyendas de las raíces más vernáculas del cancionero afroamericano.
Seis fines de semana consecutivos de un evento un tanto eclipsados en la época. Un verano que no solo estuvo cargado de intérpretes afroamericanos que empaparon a una multitud con soul, jazz y gospel de manera gratuita, sino que también arrastró un mensaje de orgullo racial, justo en los tiempos en que Estados Unidos se vio más golpeado con ese tema.
Se trató de un evento en tiempos turbulentos, posteriores a los asesinatos de importantes figuras negras como Malcolm X y Martin Luther King, y asimismo en plena lucha por los derechos civiles de esta minoría. Pero pese al ambiente tenso, no se registró ningún acto violento durante la realización.
Y de cierta forma también constituyó un acontecimiento único, porque pese a que se anunció una siguiente edición para el año posterior, esta nunca se realizó. Su fundador culparía a inversores de un fraude por millones de dólares. El sueño original de Lawrence era llevar el festival a todo el país. El resto de Estados Unidos no se había enterado.
El debut de Questlove en el puesto de dirección parece ser un acierto según la crítica especializada. Los medios coinciden en un asunto puntual: se trataría de algo más que una excavación arqueológica cuyo resultado fue un documental sobre música.
The Wrap enfatiza que “puedes venir por la música y quedarte por la política, o viceversa. De cualquier manera, es un documento vibrante de un evento inspirador que nunca pierde de vista lo que ese evento significó para una comunidad, una ciudad y una cultura”.
“La falta de conocimiento de este evento es otro trágico ejemplo de cómo se ignora la historia negra. Solo que esta vez el registro sobrevivió, y ahora todos podemos compartirlo”, menciona The Guardian en su reseña del material.
En tanto, The Hollywood Reporter lo resume como una realización que “devuelve una pieza vital a la crónica de un período definido por el malestar social, el fervor pacifista, los pioneros artísticos y los movimientos de liberación que aún resuenan hoy”
“Summer of soul (…or, when the revolution could not be televised)” es un material que busca distribuidor.