Terremoto en Planalto: canciller y ministro de Defensa de Bolsonaro dejan sus cargos en fase más crítica de la pandemia

Las salidas de Ernesto Araújo y el general Fernando Azevedo e Silva se suman a la del ministro de Salud hace dos semanas.


En medio de la fase más aguda de la pandemia de coronavirus, la administración del Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, vivió este lunes dos fuertes deserciones en su gabinete. El ministro de Defensa, general Fernando Azevedo e Silva, anunció sorpresivamente su renuncia, horas después de que el canciller, Ernesto Araújo, comunicara su decisión de abandonar el cargo ante una ola de críticas debido a su fracaso a la hora de conseguir suministros de vacunas adicionales de Estados Unidos y China. Sumada a la del general Eduardo Pazuello al frente del Ministerio de Salud hace dos semanas, se trata de la tercera renuncia de un miembro clave del gobierno.

Cuestionado desde hace semanas en el Congreso, Araújo no sólo había sido fuertemente criticado por la oposición, sino también por algunos aliados de Bolsonaro, incluidos el jefe de la Cámara de Diputados, Arthur Lira, y el presidente del Senado, Rodrigo Pacheco. En las últimas horas un grupo de senadores había anunciado su intención de presentar ante el Tribunal Supremo una petición de juicio político contra el canciller por cómo “viene conduciendo de manera desastrosa” la gestión del coronavirus.

De acuerdo con el documento, al que tuvo acceso la revista Época, la labor de Araújo al frente del Ministerio de Relaciones Exteriores durante la crisis sanitaria “ha causado un enorme perjuicio para la población brasileña, afectando gravemente la imagen del país en el escenario internacional”. Entre los crímenes de responsabilidad que se le achacan a Araújo están sus declaraciones “de hostilidad” contra China, al calificar el Covid-19 como el “virus chino”, actuar “de manera indecorosa”, como difundir información falsa sobre la pandemia, y no emprender los esfuerzos necesarios en el plano internacional para conseguir las vacunas.

Antes de dejar el cargo, Araújo protagonizó este domingo su enésima polémica al frente de Itamaraty, cuando deslizó en redes sociales que las intenciones de la presidenta de la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado, Kátia Abreu, de sacarlo del cargo estaban relacionadas con la presencia china en la introducción de la tecnología 5G en Brasil y no con las vacunas.

La admiración del diplomático por el expresidente de Estados Unidos Donald Trump también era vista como un obstáculo a la hora de convencer al gobierno de Joe Biden para que entregue suministros de vacunas a Brasil, destacó Reuters.

“Araújo había acumulado tal desgaste político interno, incluso entre los partidarios del bolsonarismo, que sólo se mantuvo en el cargo en las últimas semanas porque Bolsonaro no encontraba una salida honrosa para él”, dijo a La Tercera Rafael Duarte Villa, analista político de la Universidad de Sao Paulo.

“No es sólo la mala gestión diplomática que Araújo hizo de la adquisición de la vacuna, sino también el choque que él promovió en los últimos meses con sectores del Congreso, del agronegocio (su pelea con China era totalmente inconfortable para los negocios de grandes agricultores y productores brasileños) y del sector militar pragmático del gobierno de Bolsonaro, que no veía ninguna ventaja en tener un canciller que abdicaba de la defensa de la soberanía nacional (especialmente frente a los Estados Unidos de la época de Trump) sin ninguna compensación”, agrega Duarte Villa.

La columnista brasileña Tereza Cruvinel coincide en el análisis. “La salida de Araújo de la Cancillería es una derrota impuesta por el Congreso a Bolsonaro, exponente del ala más extremista y negacionista del gobierno. Con su política exterior ideologizada y beligerante, contribuyó mucho a la tragedia sanitaria en Brasil, socavando acuerdos para la adquisición de vacunas, como sucedió con China”, comenta a La Tercera. “Si no hubiera renunciado o sido despedido, Araújo podría haber sido destituido en un proceso de impeachment”, asegura.

El embajador Carlos Alberto Franco França fue nombrado nuevo ministro de Relaciones Exteriores. A juicio de Cruvinel, Bolsonaro habría tenido “problemas” si hubiera nominado en el puesto al embajador en Francia Luís Fernando Serra, cuyo nombre sonó durante la jornada. “Se le considera demasiado bolsonarista para el cargo, compartiendo las mismas referencias de política exterior (que Araújo). Lo que quiere el Congreso no es un intercambio de nombres, sino de política”, señaló.

Mayor influencia en los cuarteles

La salida de Azevedo e Silva fue una sorpresa, ya que no había rumores de descontento. Bolsonaro, un antiguo capitán del Ejército, ha colocado a militares en servicio y retirados en todos los niveles de su gobierno, lo que hace temer que la reputación de los miembros de la rama armada se resienta. “Durante este tiempo, preservé a las Fuerzas Armadas como instituciones del Estado”, escribió el ministro de Defensa en un comunicado. “Me voy con la certeza de una misión cumplida”. Era uno de los ocho ministros (de un total de 22) con rango militar.

Para Gerson Camarotti, columnista de G1, la renuncia del ministro de Defensa “es vista como una presión de Bolsonaro por una mayor influencia en los cuarteles”. Según Mônica Bergamo, columnista de Folha de S. Paulo, la salida de Azevedo e Silva “aumentó la expectativa, en Brasilia, de que Bolsonaro lleve a cabo una reforma ministerial más amplia”.

En efecto, Bolsonaro realizó la mayor reorganización del gabinete desde que asumió el poder en enero de 2019, al reemplazar a seis ministros. La renuncia del ministro de Defensa, sostiene Bergamo, “abriría espacio para que Bolsonaro traslade a uno de los generales de palacio al cargo”. Y así fue. El general Walter Souza Braga Netto, ahora en la Casa Civil, fue citado para el cargo. “Esta salida inesperada agrava la situación de Bolsonaro”, opina Cruvinel. “Sectores de las FF.AA. no estaban satisfechos con las frecuentes amenazas golpistas de Bolsonaro, insinuando que tendría el apoyo de los militares para eso”, afirma.

A las partidas de Araújo y Azevedo e Silva también se sumó la salida del procurador general de la Unión, José Levi, y la del ministro de Justicia André Mendonça. Según O Globo, Bolsonaro se mostró molesto porque Levi no firmó la demanda que el Ejecutivo interpuso ante el Tribunal Supremo Federal para evitar que los gobernadores adopten medidas restrictivas en la lucha contra el Covid-19.

Mendonça asumió en el cargo de Levi, mientras que Anderson Torres, actual secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal; pasó a la cartera de Justicia. La diputada federal Flávia Arruda ocupará la Secretaría de Gobierno de la Presidencia.

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