El legado del Papa Francisco
El fallecido Pontífice logró abrir a la Iglesia a una serie de temas hasta entonces poco abordados, e introdujo importantes cambios en la curia.

El papado de Jorge Mario Bergoglio -quien ayer falleció a los 88 años, tras graves problemas de salud- ciertamente tuvo características muy especiales desde un comienzo. Fue desde luego el primer Papa latinoamericano; fue también el primer jesuita en detentar tal cargo; eligió para sí el nombre de Francisco -hasta entonces ningún Pontífice lo había utilizado- y su primer viaje fuera de Roma ya como Papa fue a la isla de Lampedusa (Italia), para visibilizar el drama que viven los inmigrantes. Todas señales que anticipaban que este papado, iniciado en marzo de 2013, tendría justamente características muy especiales.
Francisco asumió su pontificado en un momento de crisis en la Iglesia. Su antecesor, Benedicto XVI, renunció sorpresivamente al cargo, donde las críticas arreciaban por los gravísimos casos de abusos a menores por parte de sacerdotes. A la par, Francisco también se tuvo que hacer cargo de un nuevo contexto social y valórico, donde se esperaba con especial atención cuál sería su magisterio en relación con las personas homosexuales, los divorciados y el rol que le daría a la mujer en los distintos estamentos de la Iglesia, entre otros aspectos.
Francisco no escabulló ninguno de estos ámbitos. Los primeros años estuvieron marcados sobre todo por su estilo particular de transmitir la importancia de un vivir austero así enfatizar el rol social del Evangelio, lo que naturalmente abrió fricciones con los sectores más tradicionalistas del catolicismo. Su segunda encíclica, Laudato si (2015), en que aborda la importancia de cuidar la “casa común” y entra de lleno en fenómenos como el cambio climático, lo posicionaron en ámbitos que algunos consideraron como demasiado “mundanos”.
Su viaje apostólico a Chile (2018) fue claramente un parteaguas en su papado. Considerado un enorme traspié por una serie de frases desafortunadas que parecieron minimizar las denuncias de abusos a menores, luego de ello tomaría acciones muy decididas para abordar este drama.
Hay quienes reprochan que el Papa argentino no haya avanzado más en sus ideas progresistas, pero sin duda abrió a la Iglesia a temas que difícilmente podrán ser dejados de lado. Crítico del matrimonio homosexual, dio un paso inédito al permitir las bendiciones de parejas del mismo sexo; su constante preocupación por la realidad de los inmigrantes pasó a ser un sello, e impulsó con fuerza la nueva Constitución Apostólica sobre la Curia Romana, lo que introdujo cambios muy significativos en su funcionamiento y el rol que debe jugar en la sociedad. Entre otros cambios, la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores pasó a formar parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe; los laicos adquirieron un papel más relevante en los estamentos de la Iglesia, y el rol de las mujeres se potenció.
Francisco se encargó también de conformar el colegio cardenalicio más variado de la historia -más del 60% de los cardenales electores fueron nombrados por él-, advirtiéndose mayor protagonismo de zonas del mundo antes con menor presencia, como es el caso de África y Oceanía. El gran tema en el próximo cónclave será determinar si se optará por continuar esta línea de mayor apertura -con sus aciertos y problemas- que abrió Francisco, o si se privilegiará a un Papa que vuelva a un carisma más tradicional.
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