Editorial

Un recuento autocomplaciente

En vez de centrar el mensaje en las urgencias que el país requiere abordar, se optó por tratar de consolidar los logros de esta administración -con escasa autocrítica- y apostar por una serie de medidas identitarias.

Foto: Andrés Pina/Aton Chile ANDRES PINA/ATON CHILE

Era esperable que la última cuenta pública del Presidente Gabriel Boric estuviera marcada por el deseo de remarcar sobre todo lo que estima son los principales logros de su gobierno, pero ciertamente atendidas las múltiples urgencias que en estos momentos apremian al país, habría sido más importante el despliegue de una agenda mucho más robusta para los meses venideros. Hubo poco de eso, y en cambio la mayor parte giró en torno al recuento, delineando un conjunto de avances en materia de seguridad ciudadana, social y económica -los ejes en torno a los cuales se estructuró el discurso del Mandatario- que en varios pasajes aparecieron desconectados de la realidad que percibe la propia ciudadanía.

Desde luego, fue valioso que el Mandatario utilizara en general un tono reflexivo y que recalcara la importancia de los acuerdos, si bien fue innecesaria la suerte de arenga electoral al final de su discurso, donde recalcó que no da lo mismo quién gobierne. Pero también fue evidente que esta cuenta pública estuvo permeada de un tono de marcada autocomplacencia, con escasa capacidad de autocrítica, salvo para reconocer que en variados ámbitos lo realizado todavía no era suficiente, o bien cuando reivindicó los dos procesos constituyentes fallidos, porque la ciudadanía le enseñó a la política que “no tiene sentido pretender pasarnos aplanadoras mutuamente”. Reconoció también que al inicio de su gobierno hubo señales que no supieron leer, y que tras el primer plebiscito constitucional fue necesario ajustar el rumbo, reflexiones que en su propia coalición ciertamente no todos parecen haber internalizado.

Al analizar más pormenorizadamente los ejes del discurso presidencial, salta a la vista que en materia económica se optó por resaltar solo aquellas dimensiones que le resultan favorable al gobierno. En tal sentido, se hizo hincapié en que se han creado del orden de 600 mil nuevos empleos, pero se omitió que por más de dos años la tasa de desempleo sobrepasa el 8%; asimismo, destacó que se logró “ordenar la casa”, lo que permitió bajar la inflación y activar el crecimiento, si bien la meta que esta administración se autoimpuso de tener un crecimiento promedio superior al de los últimos ocho años se ve lejana.

En materia de seguridad pública el mensaje del Mandatario buscó relevar que se había logrado quebrar la curva de aumento de homicidios, reducir sustantivamente la inmigración ilegal y bajar el número de atentados en la Macrozona Sur, entre otros logros. Si bien hay aspectos que son efectivos -los homicidios han presentado una leve disminución, pero continúan muy por sobre lo que era nuestra realidad hace solo algunos años-, tampoco hubo nuevos anuncios o metas más exigentes, considerando que la seguridad es el área donde la ciudadanía por lejos exige los mayores esfuerzos del gobierno.

Fueron en cambio los anuncios del endurecimiento de la postura hacia Israel -donde entre otros aspectos se buscará terminar o limitar la dependencia militar con dicho país-, o el cambio de estatus del penal Punta Peuco los que acapararon la mayor atención. Son medidas que, más allá de la discusión de fondo, se insertan en una dimensión identitaria, lo que resulta especialmente cierto en el caso del proyecto sobre aborto libre, y que al quedar como los aspectos más resaltados de esta cuenta pública, dan cuenta de la ausencia de medidas que abordaran las urgencias del país.

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