Cómo forman médicos las universidades chilenas que lideran el ranking QS 2025
¿Qué están haciendo hoy las universidades chilenas para formar médicos? La mirada de algunas instituciones permite recorrer un escenario marcado por la alta demanda, la complejidad formativa y una creciente visibilidad internacional.
La carrera de Medicina sigue siendo una de las más codiciadas y exigentes del sistema de educación superior chileno. Su prestigio, alto puntaje de ingreso y proyección laboral la convierten en una opción aspiracional, pero también altamente competitiva y costosa. La reciente publicación del Ranking QS World University Rankings by Subject 2025, que clasifica a las mejores universidades del mundo por disciplina, ofrece una nueva radiografía sobre el posicionamiento global de las casas de estudio chilenas en esta área clave.
Este año, 11 universidades chilenas fueron incluidas en el ranking para la carrera de Medicina. La Pontificia Universidad Católica de Chile se ubica como la mejor posicionada del país, en el lugar 99 a nivel mundial, manteniéndose dentro del top 100 global. Le sigue la U. de Chile, en el lugar 186. La medición también incorpora a otras nueve instituciones: de Concepción, de Santiago de Chile, de los Andes, de La Frontera, del Desarrollo, Andrés Bello, Autónoma de Chile, Austral de Chile y de Valparaíso.
Sellos institucionales
Pero más allá de los números, cada institución refleja su sello en estos resultados. La U. de Concepción destaca su historia centenaria como universidad regional pionera en la formación médica fuera de Santiago. “La Facultad de Medicina de la UdeC es la primera creada en Chile fuera de la capital, y desde 1924 ha formado médicos comprometidos con el desarrollo local”, señala su decana, Ana María Moraga. Añade que sus estudiantes se forman principalmente en campos clínicos de la red pública, “en territorios aislados y con una alta demanda asistencial”, lo que les entrega herramientas para desenvolverse en contextos diversos y desafiantes.
Desde la U. de los Andes, su decano, Enrique Oyarzún, atribuye el prestigio alcanzado por la institución a “una vocación profunda por el trabajo bien hecho y por servir a los demás”. Ese espíritu, dice, “se empapa en todas las actividades de la universidad y en Medicina en particular”. El sello valórico se expresa tanto en la interacción cotidiana entre estudiantes y docentes como en decisiones curriculares pioneras, como la incorporación de cursos transversales en filosofía, antropología, ética, literatura y arte desde los primeros años. También destaca una temprana preocupación por la salud mental y por la medicina familiar con énfasis en el envejecimiento, “antes de que estos temas se transformaran en prioridades globales”.
La U. de Valparaíso enfatiza una formación médica conectada con la salud pública y el territorio regional. “Formar médicos desde una universidad pública y regional como la nuestra es un acto profundo de compromiso con el país. Es educar profesionales que no solo sepan curar, sino también comprender, acompañar y transformar los entornos donde ejercerán su labor”, afirma Julio Riquelme, director de la Escuela de Medicina. Agrega que “nuestra formación médica se construye desde una mirada pública de la salud, donde el contexto sociocultural, la equidad en el acceso y el respeto por la diversidad son pilares esenciales”. Destaca, además, el trabajo docente-asistencial en centros de salud de toda la región, y una formación práctica que comienza desde los primeros años, con contacto directo con pacientes reales y realidades complejas.
Un desafío también económico
El costo de estudiar Medicina en Chile no es menor. De acuerdo con datos de MiFuturo.cl, de la Subsecretaría de Educación Superior, los aranceles anuales comienzan entre los $6,6 millones (U. de Magallanes) y se empinan sobre los $12 millones (U. del Desarrollo).
A la hora de dimensionar el peso de esta carrera en el sistema universitario chileno, los números también hablan. En 2024, más de 2.750 estudiantes ingresaron a uno de los 40 programas de Medicina activos en el país. Las cifras de matrícula total muestran amplias diferencias entre instituciones: la U. San Sebastián encabeza con 2.587 estudiantes, seguida por las universidades de Chile (1.778) y Mayor (1.028).
A esa dimensión formativa se suma otra igual de estructural: la inserción profesional. En 2023, más de 2.000 estudiantes se titularon de Medicina en el país, transformándose en nuevos médicos que comienzan a integrarse al sistema de salud. Cada año, esa cifra marca una transición clave no solo para los egresados, sino también para los hospitales, consultorios y clínicas donde se insertan.
Más allá del ranking
El QS 2025 confirma que la formación médica en Chile está en un momento de visibilidad internacional, con instituciones que destacan por su calidad académica, capacidad de innovación y vínculos con el entorno. Pero también deja entrever la diversidad del sistema: trayectorias institucionales distintas, modelos de acceso contrastantes y tensiones entre excelencia, equidad y sostenibilidad.
A medida que el país enfrenta una creciente demanda por atención en salud —y profesionales que puedan responder a ella—, las universidades seguirán siendo actores clave. Lo que está en juego no es solo la posición en un ranking, sino el tipo de médico que se forma: uno capaz de combinar conocimiento técnico con compromiso ético, sensibilidad social y comprensión del país que lo necesita.
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