En los últimos cinco años, los estudiantes han mostrado una creciente inclinación hacia áreas emergentes de la tecnología. Ejemplo de ello son carreras como Ingeniería Civil en Computación e Informática, que en las universidades experimentó un aumento del 59% en su matrícula entre 2020 y 2024, e Ingeniería en Logística, que en los institutos profesionales creció un 250% en el mismo período, pasando de 873 estudiantes en 2020 a 3.047 en 2024. Este cambio responde tanto a las demandas del mercado laboral como a las transformaciones sociales y económicas.

Un análisis más detallado de la evolución por áreas entre 2020 y 2024 revela patrones significativos. El área de Tecnología destaca con un crecimiento del 16%, consolidándose como la categoría de mayor expansión porcentual. Seis de cada diez estudiantes de primer año ingresaron a carreras de tres áreas principales: Tecnología, Administración y Comercio, y Salud. En 2024, Tecnología se posicionó como el área favorita de los estudiantes de primer año, con un 29% de las matrículas concentradas en este ámbito.

Rodrigo Gallardo, vicedecano de Docencia de la Facultad Tecnológica de la U. de Santiago, destaca el impacto de la pandemia de COVID-19 en esta tendencia: “Los efectos del confinamiento aceleraron la digitalización de las empresas, el teletrabajo, la educación a distancia y la apertura de nuevos canales de venta en línea. Todo ello incrementó la demanda de profesionales con habilidades tecnológicas. Áreas como el desarrollo web, la ingeniería de software, la ciencia de datos aplicada, la automatización de procesos y el diseño de servicios, entre otras, adquirieron mayor relevancia, impulsando a los estudiantes a optar por estas disciplinas debido a las oportunidades laborales y la proyección que ofrecen”.

IP y CFT: la revolución silenciosa de la formación técnica

El panorama en los Institutos Profesionales (IP) y Centros de Formación Técnica (CFT) sigue una trayectoria similar. Para 2024, Técnico en Enfermería se mantiene como la carrera con mayor matrícula en estas instituciones, pero áreas tecnológicas como Técnico en Informática e Ingeniería en Computación han ganado terreno, alineándose conlas tendencias observadas en las universidades.

Alejandra Acuña, directora de la Escuela de Informática de Duoc UC, señala cómo el avance tecnológico ha transformado todas las industrias, generando una alta demanda en áreas como ciberseguridad, big data y automatización. “Las iniciativas gubernamentales y privadas han facilitado el acceso a estas carreras, promoviendo la tecnología como una prioridad”, comenta.

Salud: cuando vocación y empleabilidad se cruzan

En paralelo, el área de Salud ha mostrado un crecimiento sostenido del 11% en los últimos cinco años. Luis Vidal, director de Admisión y Difusión de la Universidad Andrés Bello, explica que “el interés por la salud también se debe a su conexión con la ciencia y a la diversidad de carreras disponibles, como Medicina, Enfermería o Kinesiología, que permiten desarrollar vocaciones significativas”.

El doctor Boris Marinkovic, subdirector Académico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, agrega que, además de las motivaciones vocacionales, la demanda de personal sanitario y un mercado laboral favorable son factores clave.

“Cuando hablamos del mercado laboral, no solo nos referimos a los salarios, sino también a la flexibilidad que ofrecen estas profesiones para trabajar en distintos ámbitos y sectores. Por ejemplo, en Enfermería, uno puede especializarse en gestión, educación, estética o áreas más técnicas”, explica. Además, subraya que estas carreras ofrecen estabilidad laboral, salarios competitivos y movilidad, lo que las hace aún más atractivas.

Ciencias Sociales: el puente hacia el bien común

Por otro lado, las Ciencias Sociales, aunque no han crecido al mismo ritmo, mantienen su relevancia en la matrícula universitaria. Psicología, por ejemplo, sigue siendo una de las carreras más demandadas. Juan Carlos Arellano González, decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Católica de Temuco, explica que “los estudiantes buscan asegurar movilidad social y reducir la incertidumbre futura. Las universidades deben responder formando profesionales con herramientas adaptadas a un contexto social y económico cambiante”. En este contexto, también es importante destacar el papel de los padres en reforzar las decisiones académicas, particularmente en carreras con alta empleabilidad.

América Latina: una región en transformación

El contexto latinoamericano ofrece un marco interesante para analizar estas tendencias. Según un informe de la Unesco titulado “La encrucijada de la educación en América Latina y el Caribe: Informe regional de monitoreo ODS4-Educación 2030″, las áreas de Ciencias Sociales, Administración y Derecho concentran entre el 40% y el 50% de la matrícula en la región, lo que se alinea con la tendencia observada en Chile. Sin embargo, el auge del área de Tecnología en el país destaca como una particularidad. Mientras otros países de la región apenas comienzan a experimentar este cambio, Chile ya ha consolidado Tecnología como líder en matrícula universitaria.

La relevancia del área de Salud es otro punto en común en América Latina. Carreras como Medicina, Enfermería y disciplinas afines han ganado interés en toda la región, impulsadas por los efectos de la pandemia de COVID-19, que evidenció la necesidad de fortalecer los sistemas de salud y aumentar el número de profesionales en este sector.

Una diferencia significativa es la fortaleza del sistema técnico-profesional en Chile. Mientras que en muchos países de la región la educación superior se concentra principalmente en universidades, en Chile los Centros de Formación Técnica (CFT) e Institutos Profesionales (IP) tienen una participación considerable. Esto ha permitido diversificar las opciones académicas y ofrecer programas más cortos y prácticos, como Técnico en Enfermería y Técnico en Administración, que son esenciales para responder a las demandas del mercado laboral.

Estas transformaciones en las decisiones educativas responden a cambios económicos, sociales y tecnológicos, junto al impacto de políticas públicas y las demandas del mercado. Mientras Chile y América Latina enfrentan nuevos desafíos, la capacidad del sistema educativo para adaptarse será crucial para definir el futuro de la educación superior en la región.