En 1989, Zhiying Zeng recibió una oferta de un club de tenis de mesa de Arica para entrenar escolares. Dejó atrás su vida en China y partió al norte de Chile. Durante la tarde se dedicaba a la enseñanza, mientras que por las mañanas enfocaba sus mirada en los negocios que levantaba junto a su marido. “Llegué a entrenar, pero no competí por el tema familiar. Eso me llevó a meterme en otro rubro, que es el área del comercio. Me casé y tuve hijos, entonces no tuve más tiempo para jugar. Igual, pensando ahora, debería haberme puesto a jugar mucho antes, pero bueno las cosas de la vida. Entro ahora, pero nunca es tarde. En Iquique siempre jugaba con amigos, primero aficionado y después jugábamos campeonatos por la zona norte. Siempre me mantuve activa”, explicó a El Deportivo.
La historia de Zeng no es similar a la del resto de los deportistas. Siempre practicó tenis de mesa, pero pensaba que era demasiado tarde para poder competir a nivel profesional. Quizás ni siquiera se le pasaba por la cabeza. Pero jugando con sus amigos se convenció de que con su nivel podría hacer algo bueno. Fue sin muchas expectativas a probarse y quedó en la selección. “Llegó a Chile hace mucho tiempo, como jugadora, pero se dedicó a otras cosas. Se casó, tuvo hijos y se metió en los negocios. Hace un tiempo jugaba en campamentos que habíamos creado, en esa liga vimos que tenía potencial y ella quiso venir al preselectivo. Clasificó y se ganó su puesto. Cuando vimos ya estaba junto a la selección. Fuimos al sudamericano, tuvo muy buenos resultados y al escoger entre varios jugadores, quisimos darle la oportunidad de estar en los Juegos Panamericanos”, relató Francisco Seijas, head coach del combinado nacional, a La Tercera.
En Chile adoptó el nombre de Tania. Saltó a la popularidad en Santiago 2023, donde logró una medalla de bronce. Ahí anticipaba su próximo objetivo. “Mi próxima meta es clasificar a los Juegos Olímpicos. Todo se puede”, adelantaba. Finalmente, lo logró al ganar en la final del segundo torneo Preolímpico a la guatemalteca Lucía Cordero, en mayo. “Fue muy emocionante. Aun no logra bajar la emoción. Todos los días hablo con mi familia, con mis amigos. Me felicita la gente. Aun estoy muy emocionada por lo que sucedió. Quiero llegar allá, a París, ya me imagino estando en la Villa Olímpica, compartiendo con más deportistas. Es un sueño”, dijo a El Deportivo, días después de su hito.
Hace décadas que vive en Iquique, sin embargo, jamás perdió el contacto con China. “Mi hermano y mi papá están en China. Mi papá tiene 92 años. Me contaron que festejó casi saltando cuando vio mi clasificación a los Juegos Olímpicos. Él es un adulto mayor y habíamos dejado de hablar hace un tiempo por eso mismo. Pero ahora hace el esfuerzo y me escribe. Me felicita por mis logros. Están todos contentos. Me dicen que siga mis sueños. Desde que yo era pequeña jugaba tenis de mesa en China y ahora, imagina, con 57 años estoy logrando esto”, señaló a este medio.
Ahora, en París, antes de su debut (cayo ante la libanesa Mariana Sahakian), vivió un emotivo momento. En la capital parisina se encontró con Xia Lian Ni, con quien alguna vez fueron compañeras de equipo en China, en la década de los 80. Ambas dejaron su país natal y ahora representan a otras naciones en los Juegos Olímpicos. A sus 61 años, Lian Ni es una de las atletas de mayor edad en la cita de los anillos, defiende a Luxemburgo y son sus sextos Juegos. A través de su cuenta de Instagram, Zeng compartió el registro junto a su excompañera. “40 años sin verla, qué alegría”, escribió.