A 15 años del heroico título mundial de las Marcianitas, hablan sus protagonistas: “Fue brutal lo que hicimos”
Con mínimos recursos para su preparación, el 7 de octubre de 2006, la selección chilena de hockey patín femenino se convirtió en el primer equipo colectivo nacional en ganar una corona planetaria, una hazaña que hasta hoy no se ha vuelto a repetir. Aquí, el recuerdo de sus figuras.
El Gimnasio Municipal de San Miguel está abarrotado de público. La tensión se respira en el ambiente. Chile y España igualan 1-1 en la final del Mundial de Hockey sobre Patín femenino y todo se definirá con un gol de oro. Mientras muchos pensaban en el sino histórico de derrotas de última hora e infortunios, Fernanda Urrea inició un camino glorioso, que incluyó la caída de dos hispanas y una brillante combinación con su hermana Roberta, quien le devolvió la bocha para que anotara el tanto más importante de la historia de este disciplina y el que le dio la primera corona planetaria de un deporte colectivo nacional. De eso han pasado 15 años. Exactamente, un 7 de octubre de 2006, el país sería testigo de una gesta inolvidable. Las responsables serían las Marcianitas, un equipo de otro planeta.
“En ese momento uno no piensa mucho, estaba tan concentrada, con la cabeza en blanco y centrada en hacer las cosas bien. Yo no me di cuenta de que había hecho el gol hasta que vi que todo el estadio que se fue abajo y vi a mis compañeras llorando. Entonces, no percibí lo que había hecho, celebré el gol como cualquier otro gol, y a los segundos me di cuenta de lo que efectivamente había pasado. Fue muy rara la percepción, incluso años después era muy raro lograr asimilar que hicimos eso. Al día de hoy, lo pienso y digo que fue brutal lo que hicimos”, confiesa la autora del tanto, mientras cumple su turno como médico cirujana en un Cesfam de San Francisco de Mostazal.
Con tanto camino recorrido y una vida armada, la heroína de esa jornada cuenta los sentimientos que se le cruzan por la mente al hacer memoria. “Lo recuerdo con un poquito de nostalgia, porque ha pasado harto tiempo, pero siempre me llena de orgullo, cuando veo los videos se me paran los pelos. Me emociona bastante pensar en lo que hicimos”, cuenta.
El Mundial comenzó con Chile en el Grupo A, junto a Argentina, Reino Unido y Suiza. Al término de la primera fase, la escuadra nacional avanzó en la segunda posición, detrás de las transandinas, que les propinaron a las locales su única derrota en el torneo. Por esta razón, el siguiente rival fue Colombia, que ganó su serie tras la descalificación de Brasil, al que superaron por un estrecho 3-2, ganándose el derecho de enfrentar en semifinales a Portugal, potencia europea. El partido con las lusas fue dramático, pero el marcador favoreció a las criollas, por 4-3.
La escuadra dirigida por Rodrigo Quintanilla estaba compuesta por una mayoría de jugadoras que no superaban los 21 años. De hecho, las hermanas Roberta y Fernanda Urrea, tenían 16 y 17 años; Tadish Prat, 16 y Francisca Puertas, 18. Las más experimentadas eran las arqueras Karin Reinhardt (33) y Paulina Tapia (22).
El Boom
Otra de las baluartes de esa campaña es Alexa Tapia, quien comenta cómo fueron los días posteriores a la gran hazaña, que incluyó una recepción en La Moneda de parte de la Presidenta Michelle Bachelet: “No sé si nos cambió la vida, yo creo que no. Sí fue un periodo al principio distinto, donde todo el mundo quería saber de nosotras, donde todo el mundo quería estar con nosotras, querían una foto con nosotras; de que te persiguieran periodistas, de que hubiera gente con cámaras en tu casa para grabarte o te tocaran la bocina en la calle. Se disfrutó harto, pero fue un periodo muy corto. Después de 15 años es un tema más de nosotras y del hockey; del orgullo, de que llegamos lo más arriba que se puede llegar en el deporte”.
Por esos días, en el país desató una fiebre por emular a las campeonas mundiales. “Las chicas se acercaban a las canchas de hockey patín a preguntar, porque querían ser unas Marcianitas. Entonces, los clubes tuvieron que abrir esta instancia. Otra cosa que nos ayudó mucho, fue que se techaron las canchas, ya que en ese tiempo dependíamos del clima para poder entrenar”, señala la deportista, quien también recuerda que hubo recursos y se agilizaron algunos dineros para las giras. Sin embargo, estima que queda mucho por avanzar: “Todavía no es como se quiere, no es un deporte súper masivo y al no ser olímpicos, nos quedamos atrás porque no somos prioridad, pero gracias a nuestro trabajo nos hemos sabido mantener entre las mejores. Las chicas están dentro de las tres mejores. Y si aumentáramos la masividad, podríamos lograr grandes cosas”.
Para Roberta Urrea, la otra protagonista de la jugada histórica que le dio el título a Chile, el éxito ayudó mucho para conseguir recursos. “Por un periodo sirvió muchísimo para ser visibles y contar con apoyo del gobierno para financiar a las distintas selecciones. No solo la femenina; de esto nos beneficiamos todas las selecciones y sobre todo las nuevas generaciones. Antes nosotras no teníamos ni ropa para entrenar y todo lo pagaban los papás, ahora las niñas desde chicas se incorporan en selecciones pequeñas y tienen de todo”, comenta.
En relación al hito, sus sentimientos son diversos. “Es una mezcla de emociones, pero predomina una sensación de satisfacción personal, y cada vez que pasan los años más valoro el logro que tuvimos. De hecho, los primeros años no lo disfruté tanto, estaba contenta pero no estaba consciente de la importancia que tenía lo que habíamos hecho, porque tenía 16 años. Y bueno, después uno va analizando todo lo que pasó y cómo pasó, recordando toda la historia que hay detrás de todas las jugadoras que participamos y es muy potente. El haber dejado todo de lado solo para entrenar, sobre todo en el caso mío y de Fer, que desde los 8 años ya teníamos entrenador personal, y mi papá nos llevaba a ver mundiales adultos de mujeres. Él estudiaba las jugadas para que después nosotras las replicaramos, y en general mucha exigencia física y mental”, reflexiona.
Materia prima sin recursos
El hockey sobre patín femenino sigue renovándose en el éxito. Si bien no ha vuelto a conseguir un título mundial, sí ha estado luchando por podios. Sin embargo, la situación no es la más óptima. Rodrigo Quintanilla, hoy head coach del hockey patín, recuerda ese momento con mucha alegría, pero también hace un llamado a que la disciplina sea considerada y que no vuelva a suceder lo de los Odesur de 2014, donde fue marginada. “Estamos celebrando los 15 años, donde el equipo que nos tocó la suerte de conducir, logró el título más importante del deporte chileno colectivo y siempre hemos tenido opciones de opciones de estar en las máximas competencias. Dicho sea de paso tenemos panamericano en noviembre en Estados Unidos y seguimos a la espera de poder ingresar a los Juegos Panamericanos Santiago 2023, el máximo evento en 100 años de deporte. Hasta el día de hoy seguimos fuera y esperamos que las acciones que emprendió la senadora Yasna Provoste, encargada en ese momento del área de deporte y cultura del Senado, del que luego fue presidenta, den frutos para que en 2023 el hockey patín tenga la posibilidad de aportar medallas tanto en damas como en varones. Estamos seguros de que podemos hacerlo”, dice.
Roberta Urrea plantea que se pudo hacer más después de este éxito. “Es una sensación un poco triste de ver que actualmente el hockey está un poco botado, como que estuviera perdiendo fuerza, y cada vez tiene menos relevancia y visibilidad. El boom de cuando ganamos no fue suficiente para mantenerse en el tiempo. No se reinventaron, ni a nivel de profesionalización de clubes y entrenadores, ni de dirigentes”, plantea.
Amor y egos
La gran pregunta que surge es si las nuevas Marcianitas podrán repetir la hazaña. Alexa Tapia lo cree posible, pero también echa de menos el amateurismo que había detrás de ese grupo. “Yo citaría a Massú, con que nada es imposible, pero va a depender de volver a trabajar con mucho sacrificio. El hockey es un gran amor. Tenemos una generación de niñas jóvenes, que están jugando en Portugal y España y eso aumenta el nivel del hockey sobre patín. Pero hay que trabajar con humildad, nosotras trabajábamos durante ocho horas diarias, adaptándonos a todos los problemas y situaciones, siguiendo todas las órdenes con mucho sacrificio. Yo, estando en muchos procesos, me incluyo en esto, creo que las cosas ya no se hacen con ese amor y sacrificio; se hace todo ya sabiendo que puedes pedir cosas. ‘Necesito tal cosa para entrenar o si tengo colegio lo pospongo’. Nosotros éramos al revés, posponíamos todo por el hockey. Igual lo entiendo en todo caso”, señala.
Roberta Urrea también cita al doble campeón olímpico. “Sí creo que se volverá a repetir. Creo que todo es posible, como diría Massú (ríe), y tenemos muy buena materia prima. Buenas escuelas de formación y el femenino es potente para competir a nivel mundial, pero creo que para lograrlo debe haber un cambio de mentalidad. Pensar en el equipo y no en logros individuales, a veces falta madurez. Nosotras a una edad muy joven fuimos capaces de dejar egos de lado, intereses personales de lado, porque todas queríamos lo mismo, que era ganar”, expresa.
En ese sentido, desliza una crítica importante y también ejemplifica con situaciones que vivieron. “Las nuevas generaciones, que tienen las cosas un poquito más en bandeja, les cuesta eso (manejar los egos). Lo que te decía antes: el tener ropa, que te regalen equipación, que te hagan notas periodísticas sin haber ganado nada, etcétera, de repente te nubla, yo creo. Sobre todo, si eres joven. Nosotras no tuvimos eso hasta ganar. Entonces, creo que la meta siempre fue más clara, sin distracciones, éramos más hijas del rigor y solo queríamos ser muy buenas en lo que hacíamos y nos apasionaba, vivíamos hockey, todo el día. Literal. Con Fer hasta congelamos el colegio para entrenar todo el día, mañana y tarde. Pancha (Puertas) jugaba afuera, así que lo mismo; la Ale (Alexa Tapia) vivía en el CAR, y así. Era un compromiso mayor con el deporte. O al menos así lo veo yo. Y papás también muy motivados, en la misma línea. No preocupados de que fueran sus hijas las que brillaran, sino que el equipo completo”.
En tanto, Fernanda Urrea, cree que es complejo que algún deporte colectivo pueda conseguir un logro similar. “No veo nada muy cercano en que pueda compararse lo que nosotros hicimos. Vamos por la línea de los deportes individuales, donde se podría lograr algo de este tipo, como una medalla olímpica o un campeonato mundial. Donde veo luces es a nivel individual. Si me preguntas a nivel colectivo y femenino, no lo veo muy cercano”, expresa, junto con criticar los apoyos estatales al deporte. “Al no haber apoyo del gobierno en los deportes colectivos, es muy difícil que se llegue a un logro que hicimos, porque hay que financiar a 10, 15, 20, 30 personas y eso es mucha plata, pero en los deportes individuales corren con banderas propias”.
A 15 años de este enorme hito, los sentimientos que más se repiten entre sus protagonistas son la emoción y la nostalgia, por conseguir un sueño partiendo desde las condiciones más precarias posibles y solo guiadas por el amor al hockey sobre patines.
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