En una instancia como la última ronda de unos Juegos Olímpicos, solo los mejores logran destacar. No cualquiera puede sobrepasar la presión, las expectativas y el tener las medallas a la vuelta de esquina. En ese escenario fue donde Joaquín Niemann brilló. El chileno consiguió clavar ocho birdies y quedar catorce golpes bajo el par en la general. En los puestos altos, pero sin podio.
Lo mejor de Joaco llegó en los primeros seis hoyos. Ahí el chileno estuvo extraordinario, entendiendo a la perfección la situación en la que estaba. Había que comenzar descontando, para así llegar con opciones a los últimos nueve hoyos. Algo fácil de decir, pero muy difícil de realizar.
Por eso sorprendió la naturalidad con la que Joaco clavó cuatro birdies y dos par en las primeras seis banderas. Se sentía con confianza y tranquilo, como si estuviese entrenando en las canchas cercanas a su casa en Jupiter, Florida.
Pero la realidad era todo lo contrarío. Niemann luchaba en un campo desconocido, ante los mejores del planeta y con todo el país mirando cada golpe que hacía. Pero a él la presión le resbala, es un distinto. No se incomodó con el bogey del siete y devolvió el castigo en el ocho.
Llegó a las últimas nueve banderas con -3 en la jornada. Necesitaba apretar el acelerador para soñar con el podio olímpico, y Joaco lo dejó todo en el campo por lograrlo. Remató una vuelta tremenda, con tres birdies y llegó al 18 soñando con el podio.
Pero ahí solo unos centímetros lo dejaron sin el descuento y el -15 que necesitaba para pelear el bronce. La reacción de Niemann lo decía todo. Molesto, triste. Soñó por años con este momento y la medalla al final le fue esquiva.
El podio quedó completado por Pan Cheng-tsung con el bronce, Rory Sabbatini con la plata y el estadounidense Xander Schauffele con el oro.
En el caso de Joaco, lo que más consuelo le da que es que si hay algo que tiene a su favor es el tiempo. Con 22 años todavía le quedan muchos Juegos. Está recién en el inicio de una carrera que destinada a marcar época. Faltan cosas por aprender, pero la técnica y su mente ya son únicas. Prueba de eso esta ronda final. Una donde arrasó y dejó en claro todo lo que puede dar. Niemann no tiene medalla, pero ya es olímpico.
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