A Luis Galdames no le sorprende la confesión del juez Francisco Gilabert, quien dirigió el partido entre Huachipato y Copiapó, por la permanencia. Los reclamos del presidente de Copiapó habían partido mucho antes. Ya consideraba irregular la demora en la definición del rival del León atacameño y, sobre todo, la larga espera para la disputa de la decisiva instancia. El dirigente establece de entrada que poco se sorprendió con las palabras del árbitro del segundo duelo de esa llave. “ Ya lo he dicho todo. Siempre dije que habíamos sido perjudicados. Nunca pensé que sería tan fuerte como lo que acabo de escuchar. Tan dirigido. Esto no partió en el CAP, comenzó en Copiapó, con un penal que no fue a los 10′”, recuerda.
Galdames habla con El Deportivo antes de entrar al Consejo de Presidentes en el que se resolvió la salida de Javier Castrilli y de toda la Comisión de Árbitros. Esa era, precisamente, la exigencia que iba a plantear en la reunión. Su análisis, de todas formas, no varía con el abrupto final de la gestión del argentino, quien, teóricamente, había llegado para mejorar el arbitraje chileno. “Acá se tocó fondo. Esto debería investigarlo un ente externo. En su momento, Castrilli apoyó a Gilabert, validó su actuación. Es todo sucio, extraño, hermético por defender los intereses de algunos. Espero que se pueda esclarecer cómo se llevó a cabo esta liguilla. Ya la espera fue extraña. Estamos en un tema con el TLC y esto nos da la razón. Fuimos perjudicados en la parte económica y en la deportiva”, sostiene el directivo.
“Una pena”
Galdames aún siente dolor por la forma en que se resolvió la instancia más cercana para que un equipo de la Tercera Región volviera a Primera División, después del paso del extinto Regional Atacama. “Es una pena, por Copiapó y su gente. Jugaron con la ilusión de una ciudad. Ojalá que no pase nunca más. En esto hay mucha gente involucrada. Como dice Gilabert, el penal lo cobraron de Santiago. Hoy, los partidos se definen en una oficina, en un café o en una conversación. Y eso no puede volver a suceder. No está bien. O, derechamente, está mal”, expone.
También hay pena por sus jugadores. “Por el esfuerzo que hicieron. Fueron 45 días entrenando sin saber a quien iban a enfrentar. Nadie se fijó en eso. Enfrentamos a un rival que lo pusieron no sé por qué. Estaba todo orquestado para que Huachipato no descendiera”, se anima a decir.
Hoy, la atención está puesta en definir las futuras acciones reparatorias. “Ya denunciamos a la ANFP y a quien resulte responsable al TLC. Mañana (hoy) me voy a reunir con los abogados para revisar los caminos legales. Pero más que lo que se consiga por ese lado, jugaron con la ilusión de una ciudad, con niños que lloraban sentados en la tribuna, con el sacrificio de los jugadores. Fue una final que estaba marcada con un lápiz que la íbamos a perder. Siempre lo dije. Nos sentimos perjudicados. Fuimos invitados de piedra a esa final Lo dije en una reunión de presidentes y me sentí solo. Esto le pudo pasar a cualquier club. Nos pasó a nosotros”, explica.
“Afecta a la industria”
El daño, dice Galdames, es mucho más profundo que el que sufrió su club. “Esto afecta al fútbol, a la industria en general. Ya estamos en boca de todos porque no hacemos las cosas bien, porque nos vivimos equivocando, declarando cosas que no son. Y que todos saben que no son. Castrilli salió apoyando a Gilabert. validando lo que había cobrado. Y hoy queda al descubierto la conversación”, expone.
“Esto necesita un cambio de verdad, por el futuro de la industria. Tienen que salir Castrilli y todo el directorio. Se tienen que ir todos. No solamente Pablo. Esa será nuestra postura en el Consejo”, concluía antes de que el pleno de los timoneles del fútbol chileno decidiera el adiós del Sheriff.