Mauricio Isla se toma las piernas. Arturo Vidal se detiene y respira profundo. Gary Medel se ve agitado. Charles Aránguiz intenta no bajar los brazos. Jean Beausejour se esfuerza por retroceder con la rapidez de antaño. Más allá del espíritu de lucha que sobrevive en cada uno, la generación dorada del fútbol chileno da señales de cansancio, de que la pila se está agotando.

Lo anterior resulta más o menos evidente, porque los años van pasando y no en vano, pero para el público no es tan así. El hincha chileno aún exige y espera el despliegue que la Roja mostró en Rusia 2018, en Brasil 2014 o en las dos Copa América consecutivas que ganó. Sin ir más lejos, anoche, en un partido tremendamente físico ante la selección de Haití, se escucharon pifias en el estadio La Portada cuando el equipo pausó el juego o tocó hacia los costados más de la cuenta. Sin embargo, no siempre se trataba de simple incapacidad para generar fútbol, sino también de la necesidad de recuperar energías.

Podrá ser el desgaste normal luego de una temporada en Europa o de un semestre agitado. Evidentemente que influye, pero para el técnico Reinaldo Rueda y para el propio Arturo Vidal el problema es más profundo y tan inevitable como el paso del tiempo. "Hay algo que todas las culturas futbolísticas han vivido. ¿Brasil juega como el Brasil del 70? ¿Es ahora la misma Colombia que la de Italia 90 con el Pibe Valderrama? O sea, hay un ADN del fútbol chileno que es innato, que es innegociable y que no se los puedo arrancar a los jugadores ni aunque les hiciera transfusión de sangre, porque lo aprendieron en Colo Colo, Universidad de Chile, Audax Italiano, Antofagasta, Iquique, en donde nacieron, crecieron y donde se formaron. Es un ADN que tiene el fútbol chileno, de toque, vistoso, de ser ofensivo, de ser agresivo, pero no podemos vivir en el recuerdo ni del pasado. Tiene que prepararse el pueblo chileno para ver a una selección que va a intentar siempre lo mejor, pero que no podemos añorar", sostuvo el colombiano, previo al partido con los centroamericanos, en referencia a los conjuntos dirigidos por Marcelo Bielsa y Jorge Sampaoli.

Para graficar, puso su experiencia al mando de Honduras como ejemplo. "Yo lo viví en carne propia. Ese (Chile) fue mi rival en Sudáfrica 2010. Controlar a esos 'cabros', como dicen ustedes, de 22 o 23 años como Alexis, Arturo, Mauricio, Gary... y yo tenía una selección de 27, 28, 29 o 30 años de promedio como era Honduras, porque no había más. Y ahora Alexis, Arturo, Mauricio y Gary, 10 años después, ¿van a jugar a lo mismo? ¿Con esa verticalidad, con esa agresividad y con esa intensidad? ¿Y los muchachos de ahora? Lo que pasa es que la otra generación fue tan buena, tan brillante, que ni gripa le dio", sentenció el técnico.

Anoche, en La Serena, sobre todo en el primer tiempo, la Roja tuvo muchos problemas con la velocidad y la potencia de una sorprendente Haití, que perfectamente gpudo ponerse 0-2 durante ese lapso. Los bicampeones de América recién se sobrepusieron en la segunda parte, tras el descanso y luego de haber realizado cuatro cambios en el entretiempo. En ese sentido, las incorporaciones de Erick Pulgar y Óscar Opazo fueron muy interesantes.

"Claro que se ve. La edad va pesando. Ya son diez años que llevamos en la Selección. Por eso necesitamos la sangre joven, que nos ayuden, que nos empujen en los momentos difíciles. Por eso hay tanto recambio y esperamos que se vayan sumando muchos jugadores más, porque a los más grandes se nos hace complicado ya tener la misma intensidad que hemos tenido 10 años seguidos", reconoció el Rey, tras el ajustado triunfo por 2-1 ante Haití, que bien pudo ser un papelón histórico de la Roja y que dejó más dudas que certezas, a menos de una semana del debut ante Japón en la Copa América de Brasil.

Por más que a veces no lo parezca, dada la capacidad, talento y espíritu de lucha que aún poseen, el cuerpo ya no les responde como antes a Vidal, 32 años; Medel, 31; Eduardo Vargas, 29; Aránguiz, 30; Isla, 30; Beausejour, 35; y aunque no jugaron anoche seguramente pasará lo mismo cuando reaparezcan Sánchez, 30, y Gonzalo Jara, 33. A la Generación Dorada se le está acabando la pila.