La liga de Arabia Saudita se transformado en el polo de atención del fútbol mundial. A punta de millones, que provienen de una cuantiosa apuesta estatal que apunta hacia el Mundial de 2034, una sede que, ciertamente, tardaron poco en conseguir, la competencia se ha nutrido de varias de las principales figuras del fútbol mundial. A los astros, poco les importó dejar de lado la competitividad y el prestigio. Sus cuentas corrientes reciben el tónico suficiente para reparar la pérdida deportiva.
Varios de ellos, de hecho, fueron testigos de una peculiaridad propia de una cultura que se rige por otras reglas. En el duelo entre el Al Ittihad y el Al Hilal, por la Supercopa local, se produjo una situación tan insólita como inimaginable en otro lugar del mundo. Por cierto, el incidente genera una amplia atención en todo el resto del planeta.
Agresiones mutuas
El marroquí Abderrazak Hamdallah es, junto a Karim Benezema, parte de la dupla de ataque del Al Ittihad, que dirige Marcelo Gallardo. Sin embargo, en la definición frente al Al Hilal su contribución alcanzó a ser apenas simbólica: anotó el descuento en el 4-1 con que se impuso la escuadra que dirige Jorge Jesús, el brasileño que ya había derrotado a Gallardo en una final de la Copa Libertadores, cuando dirigía a Flamengo y el transandino, a River Plate.
Con la derrota ya consumada, los ánimos en la tribuna del equipo derrotado se calentaron. Y hubo quienes las emprendieron a punta de insultos contra los jugadores. Hamdallah se transformó en el depositario de las afrentas y, por cierto, perdió rápidamente la paciencia. Mientras las escuchaba, bebía un sorbo de agua desde una botella, cuando la perdió, le lanzó lo que quedaba del líquido a su agresor.
Si hasta aquí la escena resultaba llamativa, lo que vino después le da características aún más singulares: el aficionado, ataviado con la vestimenta típica de los países de esa región asiática, extrajo un látigo y comenzó a lanzarle golpes a Hambdallah. Intentó dos. En las imágenes que comenzaron a circular los pocos minutos, queda claro que al menos uno impacta al futbolista.
La acción termina con el individuo siendo encarado por otros jugadores del Al Ittihad y, luego, reducido por el equipo de seguridad a cargo del espectáculo.