A Lionel Messi se le agotan las opciones de ganar algo con Argentina. La Copa América de Brasil ya es pasado para el astro del Barcelona, a quien muchos consideran como el mejor futbolista de la actualidad y, los más osados, de la historia. Un virtuoso indiscutible, claro está, pero, al menos jugando por su país, al que se le reclama la influencia y el liderazgo que tiene en el equipo español. O, dejando de lado la variable emocional, la capacidad de sobreponerse a la mediocridad en la que está sumida la otrora ganadora y avasalladora selección albiceleste. Aún así, fue uno de los pocos que intentó hacerle frente a Brasil. Incluso uno de sus disparos terminó en un vertical. También se le vio más activo y comprometido que otras veces.
Messi, quien después de la caída frente a Brasil descargó su furia con el arbitraje, tiene cada vez menos chances de levantar un trofeo trascendente con su país, el requisito que muchos le plantean para sobreponerlo a Diego Maradona en el escalafón histórico transandino y planetario. Con 32 años, empieza a alejarse de la plenitud de su carrera y, en sentido contrario, a acercarse a la edad promedio del retiro, aunque, con 35 años, y al nivel físico en que compite cada semana, podría jugar sin problemas el Mundial de Qatar en 2022. En Argentina temen, eso sí, que la nueva decepción le quite, una vez más, las ganas de defender a su país. De igual forma, la opción para la revancha no es tan lejana: la más próxima es la Copa América que se disputará el próximo año en Argentina y Colombia. Un trofeo que, sobre todo entre los hinchas chilenos, recibe un peculiar nombre: "Copa América hasta que la gane Messi".
En el Barcelona, sus números son inobjetables: suma 34 títulos, 10 de ellos a nivel internacional. En la mayoría, como figura rutilante. Con los transandinos, dos. Y, en rigor, ninguno a nivel adulto: celebró en el Mundial Sub 20 de 2005, que se disputó en Holanda, y en los Juegos Olímpicos de Beijing, en 2008, en un certamen para futbolistas Sub 23, salvo tres excepciones.
Con la camiseta de su país, la historia de Messi es distinta. Las decepciones con la selección argentina parten en 2006, en el Mundial de Alemania. En esa cita, la escuadra trasandina se despidió en los cuartos de final. El derrotero continuó en la final de la Copa América de 2007 y se prolongó en el adiós en los cuartos de final del Mundial de Sudáfrica. Los cuartos de final en la Copa América deArgentina de 2011 y, sobre todo, la final de la Copa del Mundo de Brasil en 2014, que Argentina pierde ante Alemania aumentan el registro. Sin embargo, lo más doloroso, al menos para la opinión pública trasandina fueron las finales perdidas ante Chile en 2015 y 2016. Faltaba más: en el Mundial de 2018, en Rusia, la escuadra de Jorge Sampaoli, quien había erigido a La Pulga como el líder de su escuadra, se fue del torneo en los octavos de final.
Lo critican incluso desde el extranjero. "La selección argentina mejoró en este partido, pero él no. El capitán tiene que animar al resto, y eso no lo vi", disparó el ex arquero colombiano Óscar Córdoba. "Esta Selección le quedó grande a Messi. Se lo vio triste, cansado y preocupado. Fue a caminar la Copa América", insistió el ex golero de Boca Juniors.
¿Por qué no gana?
Néstor Clausen, campeón del mundo en 1986 con el liderazgo de Maradona, dice que no ver ganar a Messi duele. "Es lamentable, por todo lo que él hace en el Barcelona y lo que ha logrado ahí,no pueda obtener un título con Argentina. En su interior debe estar enojado, buscando explicaciones, porque en tres oportunidades estuvo muy cerca y perdió esas tres finales. Es como que la selección no es para él, lamentablemente", sostiene.
Sin embargo, intenta exculparlo, al menos, de la responsabilidad absoluta de la falta de títulos argentina en la época de La Pulga. "Son momentos. El fútbol es eso. Argentina, en las finales que disputó con Messi en la cancha, los tuvo. En la final con Brasil, en el Mundial de 2014 y en la que Higuaín erra un gol increíble. Eso no es responsabilidad de Messi. El fútbol tiene esas cosas", sostiene.
Lo que sí deja claro Clausen es que Messi no ejerce sobre sus compañeros la misma influencia que Maradona sobre su generación. "Maradona era más líder. Messi es argentino, pero se formó en Europa. De repente, si hubiese crecido en la presión, sería distinto. O no hubiese llegado a ser el jugadorazo que es", teoriza.
De cualquier forma, concluye que la falta de títulos es producto del azar. "Que no haya ganado es más fortuito. Pasa por ahí. Ser el mejor del mundo no significa que vayas a ser el mejor del mundo", finaliza.