En el Mundial en el que todos se encomendaban a James, fue Quintero el que apareció para dirigir la orquesta cafetalera, para hacer bailar sobre la cancha a la Colombia de Pekerman. El que volvió a aparecer, en rigor, pues aunque el menudo volante antioqueño nunca había llegado a marcharse del todo, hacía ya cuatro años que venía dando la vuelta larga.

Una vuelta que comenzó hace 25 años en la comuna 13 de la ciudad de Medellín, en un año 1993 que arrancó con su nacimiento y que concluyó con la muerte de Pablo Escobar, pero no con la de la violencia enquistada en una urbe sacudida todavía por los cárteles del narcotráfico.

En medio de ese clima convulso y en el seno de una familia humilde del barrio El Socorro, se crió Juan Fernando Quintero, huérfano de padre desde su niñez más temprana, pero beneficiario directo y legítimo -aseguran- del talento que éste atesoraba para el fútbol.

En las filas del Envigado FC primero, y del Atlético Nacional de Medellín, años más tarde, comenzó a forjarse y a pulir su técnica el volante, a quien una eximia actuación en el Campeonato Sudamericano Sub 20 celebrado en 2013 en Argentina (en el que fue elegido MVP con el 10 heredado de James a la espalda), acabó por abrirle las puertas del Viejo Continente.

El Pescara italiano fue el encargado de hacerse con sus servicios en el año 2012, pero su extraordinario desempeño en la Serie A despertó el apetito del Porto, que no dudó en incorporarlo un año antes del inicio del Mundial de Brasil. Pero entonces, y pese a su gran rendimiento en la justa mundialista, su meteórica y prometedora proyección simplemente se estancó. Y Quintero decidió, tras una cesión en el Stade Rennais francés, emprender el camino de vuelta a casa para comenzar otra vez de cero. En Independiente Medellín, el zurdo volvió a recuperar sus sensaciones y River Plate acabó llegando a un acuerdo con el Porto (club dueño de sus derechos federativos) para llevárselo a préstamo este mismo año, el de su segundo Mundial.

El resto de la historia, escrita con tinta rusa en las últimas dos semanas, es más fácil de contar. Un gran tanto de tiro libre ante Japón, en el debut mundialista; y dos precisas asistencias (una para Falcao en el 3-0 frente a Polonia, y otra ayer para el triunfo por la mínima cafetalero, obra de Mina) han revalorizado el caché del jugador, por quien suspiran ya -según consignan en el Viejo Continente- Real Madrid y Tottenham. River, su actual club (quien dispone de seis meses para ejercer la opción de compra que tiene sobre el jugador, de US$ 3,5 millones) tendrá la última palabra.

Pero suceda lo que suceda, lo que parece hoy del todo claro es que Juanfer -como lo apodan cariñosamente- es nuevamente el propietario de la batuta cafetalera en un Mundial de Rusia en el que se convirtió (con su tanto ante Japón) en el primer futbolista colombiano de la historía en ver portería en dos Copas del Mundo (2014 y 2018). Más tarde lo emularía Cuadrado.

Sus dos asistencias firmadas hasta el momento sitúan también a Quintero como el mejor habilitador del Mundial (igualado con el ruso Golovin); otro síntoma más del rol protagonista que está asumiendo el jugador en la Colombia de Pekerman. Una 'voz cantante', que podría tener su explicación en sus actividades extradeportivas, pues el volante (que es amigo íntimo desde la infancia del cantante Maluma, a quien conoció en las series menores del Envigado) ha participado ya en varios proyectos musicales de reggaetón. De él parte la música. Y a su ritmo baila Colombia.