Alberto Abarza: “La discapacidad aumenta, pero las ganas también van avanzando”
El chileno con más medallas paralímpicas se prepara para sus terceros Juegos. Repasa sus anhelos, motivaciones y una enfermedad que incrementó sus efectos en un 35% en los últimos tres años.
En Tokio 2020 su nombre tocó el cielo del deporte paralímpico. Alberto Abarza, con sus dos medallas de plata y una de oro, se transformó en el para atleta chileno más exitoso de todos los tiempos, dueño de tres de las siete medallas que tiene el país en el evento. Eso sí, el nadador adaptado no titubea en mencionar a otro representante nacional como el mejor de todos los tiempos.
Esa es solo una de sus reflexiones antes de viajar a París 2024 para los que serán sus terceros Juegos Paralímpicos. Con El Deportivo, el deportista respaldado por Powerade habla de su mentalidad, de la visión que tiene de su carrera y de su discapacidad, una que aumentó en un 35% desde que brilló en Japón hace tres años. Admite que hoy le cuestan muchas más cosas, pero que no deja de estar agradecido y motivado.
¿Hay nervios a días de París 2024?
En cuanto a competencias yo nunca he estado nervioso. Creo que eso pasa por mi pensamiento, que desde siempre para mí esto ha sido divertirse, jugar. El ganar una medalla no me representa como un gran deportista. El hecho de intentarlo ya es realmente superarse a uno mismo. No le tengamos miedo al fracaso, tengamos miedo a no intentar algo. Así partió el alto rendimiento para mí y por lo mismo nunca tuve como objetivo ganar la medalla en Tokio; lo que yo quería era escuchar el himno y para cantar el himno yo tenía que estar primero.
¿Se visualiza recibiendo una medalla?
La verdad es que no. Ahora me pasa algo diferente. En Tokio sabía que no iba a poder estar mi familia, pero acá van a estar mis hijas, mi mamá. Quiero disfrutar estos Juegos, quiero poder mostrarles a mis hijas lo importante que es poder estar ahí. En Tokio creo que estábamos para pelear el séptimo lugar recién, pero cambiamos la estrategia y obtuvimos el oro y las dos platas. Soy muy poco competitivo en ese sentido. Yo siento que ya gané con haberlo intentando, con hacer lo que me gusta.
¿Cambió la preparación?
Sí, cambiamos muchas cosas. Para Tokio nos fuimos ocho meses antes a España porque pensábamos que esos Juegos iban a ser la última parada, entonces lo dimos todo porque esta discapacidad (Síndrome de Charcot-Marie-Tooth) avanza mucho. Según el último examen que me hice hace un mes y medio la discapacidad aumentó un 35% desde Tokio, que es mucho, pero igual estuvimos midiéndonos con los mismos que vamos a enfrentar en París. La discapacidad aumenta, pero las ganas también han avanzado. Igual hemos tenido que cambiar la preparación, ahora hay más rehabilitación y menos horas de sesiones. Entrenamos menos tiempo, pero con más intensidad.
¿Fue un golpe enterarse de que la discapacidad aumentó en un 35%?
No es por ser optimista, pero lo tomo muy bien, espectacular. Es una ventaja más que una desventaja para mí, porque sé lo que me está pasando y me motiva más. Soy muy realista y me esfuerzo en poder disfrutar mi tiempo. Si quiero ir a la playa, tomo mi auto y voy. Mis amigos me dicen que cómo me gasto tanta plata en bencina, pero es porque sé que mañana puedo estar postrado en una cama y voy a tener que pedir ayuda para todo.
¿Hasta dónde ve su carrera?
Me encantaría llegar a Los Ángeles pero es como cuando le preguntan a Zamorano si le hubiera encantado jugar toda la vida en el Real Madrid. Sé que en París soy uno de los más viejos. Tengo 40 años, compito contra gente de 20 o 23 y estar entre los tres primeros del mundo es tremendo. Nos cuidamos todos los días para que eso se pueda seguir manteniendo, pero no solo me cuido por el deporte.
¿En qué cosas encuentra la motivación para seguir?
En muchas. Por ejemplo, en que las mamás en la Teletón te digan que ahora creen que sus hijos van a poder salir adelante, tener un trabajo, poder manejar, tener hijos, tú ya ganaste una medalla. Que mostremos ese ejemplo es mucho más importante que un logro deportivo, porque vamos a estar contribuyendo a la sociedad.
Esa es su gran fuerza…
Siempre pienso en las cosas bonitas que me da la vida, en que tengo 40 años y todavía me puedo mover, manejar, ser independiente. Estoy jugando un partido que voy ganando 20-0 en el segundo tiempo. Si me hacen un gol no pasa nada, siento que Dios me ha bendecido muchísimo. Mi discapacidad es hereditaria y mis hijas no la tienen. Soy deportista. Hago lo que quiero.
¿Se considera el mejor exponente paralímpico que ha tenido el país?
Para mí Cristian Valenzuela es el mejor de la historia. Yo creo que ganó la medalla más importante (oro en los 5.000 metros del para atletismo en Londres 2012) en la historia del deporte paralímpico en Chile. Sin él, no estaríamos hablando hoy de todo esto. Para mí es un crack, un ídolo junto a los convencionales. Yo me siento uno más, pero él es el que abre esa puerta. Demostró que no solamente íbamos a participar, que de verdad se competía.
Pero igual tiene un rol estelar...
A lo mejor no lo dimensiono o no lo quiero dimensionar porque es un peso muy grande. Me gusta más aportar, ayudar a mis compañeros, visibilizar. Me encanta por ejemplo que hoy haya más deportistas haciendo natación, pero decir que soy un referente porque gané tres medallas, no. Eso es circunstancial.
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