El baile de Brasil no se detiene. Ni en la cancha ni al borde de ella. Cada vez que el Scratch convierte un gol, sus jugadores realizan alguna coreografía. Ante Corea del Sur, hasta el técnico Tite se sumó a la particular forma de celebrar las conquistas. Habrá especialistas para evaluar las virtudes dancísticas de los astros. Lo concreto es que para seguir mostrando esas dotes van a tener que seguir anotando y ganando. A la Verdeamarilla le sobra la confianza. Sus jugadores aseguran que hay repertorio para rato.

A quienes no les debe agradar mucho la manifestación es a sus rivales. Para nadie que haya disputado un partido de fútbol, incluso en el nivel más básico, resulta cómodo ver al adversario jactarse de una conquista. O al menos que exista la sospecha de una burla. Esa sola consideración abre el debate: ¿lo de los brasileños es genuina alegría o, derechamente, provocación? La duda es natural y cobra cierto sentido al ver que uno de los más entusiastas es Neymar quien a sus innegables destrezas con el balón agrega esa negativa cualidad. La de alardear de ellas frente a sus rivales.

El irlandés Roy Keane, figura histórica del Manchester United, se inscribe en la lista de los detractores. “No puedo creer lo que veo, nunca había visto tanto baile. No me gusta esto. La gente dice que es su cultura, pero creo que eso es realmente faltarle el respeto al rival. Son cuatro goles y lo están haciendo cada vez”, apuntó en el entretiempo del duelo, en la transmisión del canal británico ITV en la que participaba.

El dardo alcanzó, también a Tite. “El primer baile está bien, pero luego el entrenador se involucra. No estoy feliz por eso. No creo que sea bueno en absoluto”, insistió.

Tite defendió el rito. “Soy muy cuidadoso. Siempre están los malos que lo entenderán como una falta de respeto. Les dije a los jugadores que escondieran un poco, sé lo de la visibilidad. No quería que tuviera otra interpretación que la alegría del gol, el resultado, la actuación, pero no es faltarle el respeto al rival”, sentenció en la conferencia posterior a la victoria de la Canarinha sobre Corea del Sur.

Repertorio para rato

Lo que está claro es que en la concentración brasileña no solo le dedican tiempo a la táctica y la estrategia. “Ya tenemos preparados unos diez bailes para cada partido”, reconoce, por ejemplo, Raphinha. La consideración es independiente de quien mande el balón a la red. “No es para jugadores en concreto. Está el baile para el primer gol, el segundo, el tercero... hasta el décimo”, insiste el jugador del Barcelona.

Tite, en tanto, explica el rito y descarta que se trate de una mofa. “Naturalidad, respeto por una cultura y una forma de ser. No es peyorativo ni algo contra alguien. Es una característica nuestra y nosotros también respetamos las culturas de otros países. Es alegría, el gol es el momento más grande del fútbol”, expresa el estratega.

Si bien la postura brasileña tiene cierta claridad, lo que no queda tan claro es cómo lo asumirán los rivales. Uruguay, por ejemplo, ya no está en competencia, pero ni siquiera es necesario profundizar demasiado para teorizar respecto de cómo se tomarían los celestes un bailecito en medio de la desgracia. Basta recordar cómo terminó el duelo ante Ghana, con agresión al director de competiciones de la FIFA incluida. Y si se habla de países sudamericanos, y de cruces clásicos, aún sigue viva la posibilidad de que los brasileños se enfrenten con Argentina, en una reedición de la final de la Copa América que ganó la Albiceleste. Y el riesgo de que no haya espacio ni ganas para interpretaciones culturales es altísimo.

La mirada sicológica

El sicólogo deportivo Alexi Ponce adscribe la postura de Tite, aunque con un matiz que puede resultar determinante. “Cada cultura tiene expresiones particulares. No están pensando en burlarse. Es lo que uno ve en la playa o en una favela. No es buscar denotar al rival. Lo que sí puede pasar es que el rival lo lea así. Que la respuesta sea distinta. No es provocación. Desde su cultura, no están pensando en el otro, sino en cómo lo celebran ellos. No están pensando en cuestionar al otro”, sostiene.

El comportamiento tampoco le sorprende. “Pasa en los clubes. Para celebrar con el bailecito, hay que hacer el gol. En la U de Conce, por ejemplo, estaba la celebración del remo y no era para provocar. Significaba que todos remaban para el mismo lado”, ejemplifica, con un caso que conoció de cerca.

Luego intenta explicar la postura de los que se sientan ofendidos. “¿Por qué uno lo lee provocación? ¿Por qué un asiático no lo lee así y no reacciona y no responde? El punto no es lo que haga el brasileño, sino cómo lo tome el rival. En Sudamérica hay equipos que son buenos ganadores, pero muy malos perdedores, que no saludan, que no reciben medallas o que arman lío”, insiste.

Finalmente, plantea un escenario posible: un choque entre Brasil y Argentina. “Argentina hace rato viene riéndose, provocando con que ya les ganaron en Brasil. Y ahí los brasileños van a saber que van a provocar un efecto. Hay un contexto que mirar. No es un partido de Eliminatorias, es el partido que te clasificará a la final del Mundial”, advierte. Y luego se atreve a un vaticinio. “El que pierda va a armar trifulca. Eso es muy latino. En la otra semi no habrá ese problema”, sentencia.

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