Una final de alto vuelo prometían Alejandro Tabilo (51º) y Sebastián Báez (21º), el cuarto y segundo sembrado del torneo, respectivamente. Los dos llegaban a la definición de la corona del Chile Open en el mejor momento de sus carreras. Por un lado, el chileno venía de ganar al inicio de la temporada el ATP 250 de Auckland, mientras que el argentino se había quedado la semana anterior con el ATP 500 de Río. Finalmente fue el transandino el que se quedó con la victoria por 3-6, 6-0 y 6-4.

El pronóstico era incierto para un encuentro que tenía como antecedente único los cuartos de final del ATP 250 de Córdoba en 2022, con victoria para el tenista nacional en dos sets y ante un público sumamente hostil. De ahí pasaron dos años, donde el transandino mantuvo la regularidad y el zurdo cayó en un pozo para luego renacer tras ganar el challenger de Guayaquil en noviembre pasado.

En el comienzo, Tabilo se mostró muy sólido con su servicio y tuvo dos chances de quiebre en el segundo juego. Sin embargo, Báez logró salir de la incómoda posición y las fuerzas se mantuvieron bastante parejas. Los intercambios fueron muy largos y la consistencia iba a ser la llave para destrabar un encuentro muy cerrado.

En corto plazo esa grieta se provocó en el sexto game, donde Tabilo logró el ansiado quiebre tras una larguísima lucha. Golpes profundos y angulados, más una perfecta subida a la red le permitieron sacar una ventaja clave para adjudicarse el primer set. Eso sí, no antes de pasar un susto grande en el séptimo juego, pues debió salvar tres puntos de ruptura para confirmar su saque. De ahí en adelante todo fluyó y el pupilo de Guillermo Gómez se quedó con el primer parcial.

La instrucción del coach chileno fue clara al término del primer set. “En los segundos saques, que te vea encima, porque ha fallado muchos primeros. La misma devolución, pero que el sienta que viene una piedra de vuelta”, le dijo, junto con pedirle que mantuviera el orden. Pero nada de eso ocurrió y el duelo se le complicó en demasía. El argentino recuperó la consistencia y la historia tuvo un giro absoluto.

La remontada

El inicio de la segunda manga fue complejo para el nacido en Toronto, pues no pudo mantener su servicio y sufrió una ruptura en el segundo juego. De ahí en más, Báez tomó el control del parcial con dos nuevos breaks ante un Tabilo bastante desenfocado y con varios errores no forzados. Le costó caro y le dio vida a un rival que hasta unos minutos antes no le encontraba la vuelta al partido.

La misión era volver a meterse en el encuentro y replicar todo lo bueno del primer set. Urgía recuperar la consistencia y la paciencia para romper con la propuesta de su adversario. Además, el cansancio acumulado para ambos podía ser un factor determinante en la definición (Báez jugaba su noveno partido consecutivo y Tabilo venía de ganar la corona de dobles) y quien mejor lo disimulara se iba a quedar con la victoria.

Pero el crédito local no reaccionaba y en el comienzo del capítulo final volvió a sufrir una nueva ruptura en el segundo juego. La situación se complicó en demasía. El chileno, cada vez con menos piernas, y el oriundo de San Martín, con la motivación a tope.

Cuando todo parecía perdido y con Báez sacando para el partido, Tabilo recuperó la memoria y logró el ansiado quiebre, desatando el delirio de las 5.500 personas que repletaron San Carlos de Apoquindo con la idea de ver a uno de los suyos levantar la copa por segundo año consecutivo. Sin embargo, terminó siendo solo un espejismo. Tres malas decisiones y un acierto del transandino recuperar el quiebre y quedarse con el campeonato.

De todos modos, Alejandro Tabilo tuvo una gran semana y desde este lunes será 39º del mundo, el mejor ranking de su carrera.

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