Hace más de un mes y medio, la Comisión Retorno del Fútbol trabaja en un eventual regreso de la actividad, elaborando un protocolo para evitar la mayor cantidad de riesgos asociados al Covid-19. Las medidas están prácticamente listas y la ANFP y los clubes, que asumirán la inversión, esperan la autorización sanitaria para reanudar los entrenamientos. Sin embargo, las alarmantes cifras de contagiados y el aumento de los fallecidos ponen en duda la planificación realizada.
En Quilín están conscientes de que la situación puede cambiar en cuanto a los plazos. “La idea de retornar el 1 de junio se mantiene, pero siempre observando las decisiones de la autoridad para empezar a entrenar y luego competir. Lógicamente, esa fecha puede cambiar. Eso sí, lo que no cambia es el contenido del plan”, señala Rodrigo Robles, gerente de ligas de la ANFP y miembro de la comisión.
De la misma opinión es Alejandro Orizola, asesor de Universidad de Chile y director médico del Comité Olímpico: “Se ve poco probable, a pesar de que esto es muy dinámico, pero yo creo que con las cifras que estamos teniendo y en el momento que estamos de la pandemia en Chile, hace que se nos estén alargando los plazos para esta vuelta a la actividad deportiva”.
El facultativo valora el plan que se está desarrollando. “Lo conozco perfectamente y lo encuentro muy completo, porque abarca las distintas fases por las que hay que pasar y se preocupa de detalles que no solo tienen que ver con el entrenamiento en sí, sino que otros como el traslado, el manejo en camarines, en la cancha, la densidad de jugadores... Se tomaron en cuenta todos los aspectos”, destaca.
Robles, por su parte, detalla los modelos que se han seguido para llevarlos a cabo en Chile. “Ha sido un proceso enriquecedor con los clubes y hemos visto cómo se ha hecho en Inglaterra, Alemania, España, Inglaterra, Portugal, que es muy bueno, y Brasil. En este último país, nos fijamos en el estado de Santa Catarina, que autorizó a los clubes a entrenar. Conversé con la gente del Inter de Porto Alegre para conocer sobre esa experiencia. Obviamente, tomamos lo mejor y lo más replicable aquí, porque hay que comparar peras con peras. En Europa, por ejemplo, los torneos se encuentran en la parte final y nosotros en la inicial”, señala y añade que “los modelos no son muy distintos desde el criterio médico o científico, sino que la diferencia está en la aplicabilidad por las características propias de cada liga”.
En este contexto, el modelo alemán surge como la principal inspiración. “Es muy parecido al nuestro y nos favorece que ya se puso en marcha. Eso nos permite ir aprendiendo de lo bueno y también de los errores o sorpresas que surjan”, destaca el ejecutivo de Quilín.
Precisamente, uno de los cambios en el protocolo chileno está en el tipo de prueba que se aplicará. “Vamos a aplicar el test que mide los anticuerpos”, explica Robles. Orizola detalla su utilidad: “El test de anticuerpos permite filtrar con mayor seguridad a la gente que se puede tener junta en un entrenamiento. El PCR, en cambio, detecta el virus, pero puede salir positivo meses después de que se tuvo la enfermedad, porque basta que quede una partícula de virus dentro del cuerpo para que salga positiva. En cambio, las inmunoglobulinas miden, por un lado, la fase aguda de contagio y hay otras que, cuando suben, permiten determinar si una persona ha estado expuesta al contagio y ya tiene anticuerpo, de modo que se puede saber qué tipo de población es más segura. Además, los resultados están en el momento, a diferencia del PCR”.
A los exámenes, se suma un kit de seguridad, compuesto por mascarillas, guantes, sabanillas desechables y alcohol gel. Por otra parte, la idea de la Comisión es que, cuando se autorice el retorno, los clubes tengan al menos tres semanas para entrenar antes de la competencia. Siempre y cuando la pandemia lo permita.