La inclusión de Alexis Sánchez era la principal interrogante en la antesala del partido entre Chile y Brasil. El Niño Maravilla llegó con lo justo al partido frente a la Verdeamarilla, después del desgarro que le impidió participar en la primera fase de la Copa América y que incluso lo llevó a quedarse en Chile para realizar la recuperación en una cámara hiperbárica. Finalmente, Martín Lasarte lo mandó a la cancha, pero el intento duró apenas 45 minutos. En el entretiempo, Machete optó por reemplazar al atacante del Inter de Milán. Ordenó el ingreso de Ben Brereton.

Si bien en el inicio del encuentro el Niño Maravilla intentó participar en el juego y exigirse con relativa normalidad, en la recta final de la etapa inicial sintió el desgaste provocado por el esfuerzo y por las condiciones del campo. Y, naturalmente, por las consecuencias de una lesión que le impidió practicar con normalidad.

Empiezan los problemas

El tocopillano comenzó a desplazarse con dificultad, a cojear y a mirar insistentemente hacia en la banca de suplentes, dando cuenta de que no se sentía en buenas condiciones.

De hecho, en las últimas intervenciones que realizó con el balón en los pies era ostensible su malestar. Golpeó la pelota con dificultad y escasa fuerza, una muestra inequívoca de que no estaba en las mejores condiciones. Aún así, se mantuvo en el campo hasta que Patricio Loustau dio por finalizada la primera fracción.

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