Que Alexis ha estado bajo las expectativas en el Manchester United, a estas alturas, es innegable. Este 2019, pese a dejar atrás los problemas físicos que lo marginaron del tramo final de 2018, ha sido incapaz de sacudirse su irregularidad y de hacerse de un lugar entre los titulares en una escuadra que, con Solskjaer, recuperó la mística y elevó su nivel.
Por lo mismo, el de hoy ante el PSG, en la ida de los octavos de la Liga de Campeones, surge como un duelo clave en las aspiraciones del chileno de demostrar su estatus de figura de uno de los clubes de más relevancia del mundo. Una oportunidad inmejorable para cargar con el peso del club e impulsarlo al primer nivel internacional. Justo para lo que lo contrataron. Una chance de verdadera redención, en un marco de estelaridad y con los ojos del mundo encima.
Eso, si es que el DT lo permite, pues el nortino cumple un rol secundario en este plantel. "Alexis es experimentado, y es bueno ser su técnico", dijo Solskjaer sin mojarse sobre su disputa en el once con Martial, "el joven que se abre paso y es bueno ser su técnico".