Alí Manouchehri, el alcalde futbolista
El exdefensor de 34 años fue elegido como nuevo edil de Coquimbo. Recalca que durante su campaña lidió (y venció) los prejuicios de su pasado como jugador.
Han sido días agitados para Alí Manouchehri. Sin descanso. Incesantes. Pero felices. El pasado domingo, el exjugador de 34 años se convirtió en alcalde de Coquimbo gracias a que más de 16 mil personas marcaron su nombre en la papeleta electoral. Un 32,56% de los votos fueron para él: un hijo amado de la ciudad que se retiró del fútbol cuando llevó a Coquimbo Unido a Primera División siendo capitán, en 2018.
“Estoy muy contento con lo que se hizo en la campaña, pero estoy más contento todavía por la recepción de la gente, que terminó coronándose con la amplía mayoría que obtuvimos el domingo”, cuenta Manouchehri a El Deportivo.
Una campaña que se inició el 15 de diciembre de 2020 con la recolección de firmas. Al ir como candidato independiente, el Servel le pedía 350, pero Manouchehri consiguió más de 550. “Fue un proceso súper desgastante. Era una época donde Navidad y Año Nuevo, con una pandemia, donde había que hacer cola en las notarías, y además pedirles a los coquimbanos que nos apoyaran con una firma para recién postular”, relata.
Fue durante esta etapa donde el también exdefensor de Deportes Antofagasta y O’Higgins comenzó a darse cuenta de que la población se mostraba receptiva a sus propuestas: “A la gente le atrajo mi independencia. Que no le debiera nada a nadie: ni a los partidos políticos ni a los empresarios. Hice una campaña transversal, nos abrimos a escuchar a la gente que estaba cansada de ser marginada, de no ser escuchada. Encontraron a un candidato que recibió sus propuestas, las trabajó y las presentó. Gran parte de este plan municipal proviene de la gente”.
Durante el transcurso de la campaña tuvo que enfrentarse al menosprecio del actual edil de la ciudad, Marcelo Pereira, quien postulaba a la reelección. En una propaganda de 50 segundos, Pereira simulaba un debate con Manouchehri donde lo menospreciaba por su pasado como futbolista. Manouchehri le respondió en un video donde aseguraba que “estaba denostado a la gente más sencilla y trabajadora”, y que “ofendía a Coquimbo Unido”.
“La gente se aburrió de la política sucia, porque la gente está cansada de ver a los políticos que solo aparecen en época de campaña. La gente se aburrió, salió a marchar, se expresó, y hoy tenemos una oportunidad increíble para escribir una nueva Constitución. Hasta el último día de campaña salieron a atacarme a mí y a mi familia, pero la gente entendió que esos ataques al final me daban más fuerza a mí y los debilitaban a ellos”. Marcelo Pereira fue la cuarta mayoría en Coquimbo, con un 12% de los votos.
Más allá de la contestación al edil a través de un video, Manouchehri no quiso caer en el debate de los prejuicios hacia los futbolistas. La nueva autoridad electa quiso combatir con ideas y llegar a la gente. Para eso acudió, precisamente, a diferentes jugadores que le prestaron su apoyo de forma pública. El más notable: Jean Beausejour. “La gente que más me apoyó y que más respaldo me entregó fue porque me conocían. Porque conocían a la persona. En el caso de Jean, él me conocía, sabía de mi cariño y mi amor por la ciudad. Él es muy amigo de Carlos Carmona, con quien tuve la oportunidad de compartir en varias oportunidades, y sabe de la pasión que tenemos por esta ciudad. Eso a nosotros nos permite que gente como Beausejour creyera que nosotros no íbamos a decepcionar a la gente”, dice.
Las habilidades y los valores adquiridos durante su época como jugador también fueron primordiales para llevar a cabo su candidatura, la cual es totalmente autofinanciada con ahorros propios y aportes de gente cercana. “El fútbol me permitió tener la tranquilidad para afrontar las críticas. Tener la capacidad de reformular antes los errores, rápido. También, la capacidad para esforzarnos a tope. Me levantaba a las seis de la mañana, me acostaba a las dos de la madrugada. Trabajé incansablemente para que la gente me reconociera. Fue muy desgastante, pero mi carrera como jugador me permitió llevar todo mi liderazgo hacia la gente, a mi equipo, que creyó en mí sin que le prometiera nada”, analiza el exseleccionado nacional.
De esta manera, Manouchehri pudo cerrar de forma victoriosa una candidatura que nació de un momento a otro, súbitamente, desde el genuino descontento de un coquimbano de corazón: “Terminé mi carrera en 2018 y después siempre seguí ligado al fútbol. Hice mi carrera de entrenador, estaba con escuelas de fútbol para niños y adultos, realizaba algunas asesorías deportivas; y cuando empecé a ver la realidad que vivía Coquimbo, la ciudad que tanto quiero y amo, noté las cosas que se estaban haciendo mal, la lejanía que existía en el apoyo con políticas sociales, la nula inyección de recursos, cómo la vida de los coquimbanos se había apagado. Teníamos bohemia, pero todo eso desapareció, más allá de la pandemia. Ese fue el mayor desafío que me llamó la atención para pescar este paracaídas y tirarme desde un avión sin saber cómo íbamos a terminar. Hoy se da todo de maravilla. La gente creyó y votó sin importar su color político ni tampoco su presente socioeconómico”.
Una familia política
Alí Manouchehri nació un 2 de agosto de 1986 en Viena, Austria. Su madre, chilena; su padre, iraní. Su familia materna se exilió políticamente en ese país europeo durante la época de la dictadura. Fue en la universidad de aquella ciudad donde sus padres se conocen y conciben al hermano mayor de Alí, Daniel. A cuatro meses de su nacimiento, el padre de Alí fallece de un infarto. Dos años después, en 1988, el núcleo regresa a Chile, asentándose en la región de Coquimbo. “Vengo de una familia política, que se dedicó a eso durante toda su vida. Y cuando me transmitieron el mensaje de dónde me estaba metiendo, más me motivó”, confiesa.
Pese a tener tíos socialistas “y algún PPD que debe andar por ahí”, Manouchehri nunca se identificó con un partido político: “No soy crítico de los partidos, pero creo que los políticos han tomado un camino errado”.
Por lo mismo, define sus ideas sin asociarlas a un sector; sí a los derechos: “Creo en la dignidad de las personas. Salí a marchar con los chilenos a exigir cambios profundos y considero que esos lineamientos no tienen colores políticos. Estoy convencido de que debemos trabajar en pos de un país más justo”, argumenta. A partir del 28 de junio, cuando asuma oficialmente el cargo, el exdefensor deberá llevar a la práctica lo que dice. Será su desafío más importante.
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