Amalia Pérez va por el hexacampeonato en los Juegos Parapanamericanos. La levantadora de potencias es un emblema de la disciplina. En cuatro ocasiones ha ganado la medalla de oro en los Juegos Paralímpicos. En más aun ha sido campeona continental. Desde Sídney 2000 que figura en todas las competencias. Este año estará presente en la capital.
“Nunca he ido a Chile, sería la primera vez que estaré ahí y será todo un honor. Es un evento magno para nuestro continente y una fiesta para el deporte paralímpico. Sé que le voy a dar también un buen nivel, una buena representación, porque que hay muchas latinoamericanas que me ven, y si yo lo puedo lograr, ellas también pueden hacerlo”, señaló al sitio oficial de Santiago 2023.
La leyenda del deporte adaptado no mira más allá de su participación en los Juegos Parapanamericanos. “Después de la pandemia aprendí a vivir el día a día. Ni siquiera sé si voy a llegar a París 2024, creo que lo más importante es disfrutar el momento, me estoy preparando para Chile, para París, espero llegar con buena salud y si tengo la fuerza para otro ciclo olímpico más estaré trabajando igual, aunque tengo que tener consciencia que ya sería el séptimo, pero todo depende de mi cuerpo y salud, y eso nadie lo tiene garantizado”, dijo.
Una historia de superación
Al nacer, los médicos le dijeron a sus padres que no tendría una vida larga. Eso los hizo luchar por tener una hija sana. Con el tiempo descubrió que tenía artrogriposis congénita. “Me dijeron que mis piernas no se alcanzaron a desarrollar. Recién cuando entré a una escuela especial, a los seis años, me diagnosticaron esta discapacidad. En general, tiene que ver con huesos y músculos que no se alcanzaron a desarrollar, similar a la poliomielitis; sin embargo, eso ocurrió solo de la cadera hacia abajo”, explicó.
En su niñez fue a una escuela especial. Aseguraba que le daban de todo ahí. Luego, al buscar extender su educación, tuvo que luchar contra situaciones que no le había tocado experimentar. “Nadie te espera, te avientan en el micro, era muy difícil subirte a un pesero, tenías que salir a las 5 de la mañana para no agarrar la hora pico del tráfico. La gente no es consciente, camina y corre sin siquiera voltearse a ver si necesitas algo. Eso fue lo más drástico, encontrarme con la sociedad, de vivir en una burbuja grande a darme cuenta que vivía en una urbe monstruosamente enorme y que a mucha gente no le importaban las personas con discapacidad”, contó.
Después llega el para powerlifting a su vida. “Empecé cuando niña en la natación como parte de mi rehabilitación y ahí me doy cuenta que hay varias asociaciones a nivel estatal, que hay Juegos Nacionales a nivel paralímpico. Conozco varias disciplinas, entre ellas el powerlifting. A los 18 años se descompuso el autobús que nos iba a llevar a una competencia y ahí levanto la barra que pesa varios kilos, y al verme se dieron cuenta que tenía todo un potencial en esta disciplina, y yo no sabía de qué estaban hablando”, relató.
“Al siguiente mes se celebran los Juegos Nacionales en Guadalajara y como un clásico mexicano, nadie me preguntó, solo me inscribieron. Fue mi primera participación en para powerlifting en 1991″, indicó, iniciando de esta manera un camino cuyo cierre aun no visualiza.