Amistosos, actividades con niños y un estudio profundo de los rivales: las vivencias de los Cóndores en un Mundial de Seven histórico
Chile tuvo su mejor actuación en una cita planetaria de Seven el pasado domingo, al conseguir el 14° lugar en el torneo que reúne a las mejores selecciones del mundo. Julio Blanc cuenta los detalles del viaje de los nacionales a Ciudad del Cabo.
Los Cóndores dejaron su nombre bien puesto en el Cape Town Stadium de Sudáfrica durante el Mundial de Seven. Fue un torneo especial para los chilenos, ya que por primera vez lograron entrar a la ronda de octavos de final. Un logro que se dio por un trabajo extenuante, el que fue acompañado de experiencias poderosas con la comunidad y un sentimiento de compañerismo total. Julio Blanc, uno de los más experimentados del plantel, entrega los detalles de aquello.
El Wing de Selknam tiene basta experiencia en la selección de seven de Chile, transformándose en una de las voces más importantes del equipo que viajó a Sudáfrica. En su espalda está haber empatado con Sudáfrica en Las Vegas, haber vencido a Nueva Zelanda en Sillicon Valley y haber disputado un cupo para la Serie Mundial en Hong Kong. Hitos que enmarcan el crecimiento del país en la disciplina y demuestran la importancia del jugador de 27 años en el esquema.
Por eso también su análisis del torneo es claro. Cuando se le pregunta por las claves que llevaron a superar por primera vez la primera ronda y concluir 14° en el evento, responde sin titubear. “Fue importante el partido que nos tocó para entrar a octavos. Era contra una Alemania con la que los más experimentados tenemos una serie muy pareja. Además veníamos del Challenger Series, en donde les habíamos ganado el tercer puesto en Santiago y era el mismo equipo. No sentíamos que eran de otro mundo”, comienza relatando desde la pieza del hotel, minutos antes de tener una prueba online para la Universidad.
Pero también agrega otro factor relevante: las ganas del equipo por superar la barrera que no lograron romper en Mar del Plata (2001) y San Francisco (2018). “Somos unos de los países con el plantel más nuevo, super joven y los compañeros se creían el cuento. Salimos de Santiago con el objetivo de ganarle a Alemania y para eso estudiamos mucho. Nos sabíamos de memoria los line out, cómo empujaban en el scrum, cuáles eran los armadores, quiénes eran los jugadores que penetraban, así que por ahí pasó todo”, agrega.
La juventud aportó mucho, pero también complicó en ciertos momentos del torneo. Eso lo admite Blanc, pero siempre apuntando al margen de mejora. “Con Sudáfrica el estadio estaba lleno. Adentro de la cancha no se escuchaba nada y eso también nos jugó un poco en contra. Te sube mucho la ansiedad y por ahí la poca experiencia de algunos jugadores, te lleva a hacer cosas o acciones que en un partido normal o en circunstancias normales no harías, pero sirve de aprendizaje y creo que que lo mejoramos con Inglaterra, en donde pasó por un tema fisíco más que otra cosa. Quedamos con la moral que se le puede competir a los mejores equipos del mundo”, sostiene.
Los días previos al primer partido
La experiencia de los Cóndores en Ciudad del Cabo estuvo lejos de ser corta. La comitiva nacional llegó el domingo cuatro de septiembre a Sudáfrica, una semana antes del inicio del torneo, y tuvieron tiempo de preparase de la mejor forma en el suelo africano. De aquellos días de trabajo (y emociones) habla Julio.
“El primer entrenamiento lo tuvimos en unas canchas que estaban muy cerca del estadio y también nos rotábamos en dos gimnasios distintos, uno que era para soltura y otro en el que trabajábamos más con pesas. Pero el más importante fue un entrenamiento que tuvimos con la selección de Tonga en unas canchas impresionantes que eran de un colegio de Ciudad del Cabo. Fue un encuentro condicionado, una tocata para conocer a los jugadores y agarrar nivel”, agrega el ex Old Boys.
Aunque otra experiencia previa al torneo fue la que más los marcó. Invitados por la organización del Mundial, los Cóndores aceptaron realizar una especie de clínica de rugby a niños de la ciudad, generando una instancia de gran conexión cultural y apoyo a las nuevas generaciones.
“Fue impresionante la calidez de los niños, la buena onda, las vibras, te ven como superhéroes. Estuvimos firmando poleras, hicimos tocatas, les hicimos juegos...eran muchos niños y nos separamos en varios grupos. Los cabros a pata pelada, muertos de la risa, pese a que hacía mucho frío y nosotros estábamos con chaquetas”, recuerda.
La comitiva nacional aún no despega de Ciudad del Cabo. Estarán unos días más de la semana en Sudáfrica y después volverán a Chile. El experimentado wing cuenta que con la exigencia del torneo ya terminada, ahora tendrán tiempo para conocer un poco la ciudad. Por ejemplo el lunes fue todo el equipo a la Montaña de la Mesa (Table Mountain) y el día martes esperan ir a un Safari. Entre aquellas dos actividades, Blanc tuvo que mantener sus estudios a regla y realizar una prueba universitaria a 8.000 kilómetros de distancia.
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