Era la primera vez de Reinaldo Rueda dirigiendo a la Roja en suelo chileno. La primera vez tras una muy planificada conferencia de prensa. Era el partido en el que podía mandar un mensaje claro, pero no.

A Rei se le vio absorto en buena parte del primer tiempo. Buscando respuestas quién sabe dónde. Turnó la posición de sus manos entre los bolsillos y espalda.

Su primer gesto de reprobación llegó con el arranque del partido. Ahí movió la cabeza con la descoordinación defensiva que casi costó la apertura de la cuenta cuando apenas se jugaban 3 minutos en Rancagua.

Con el correr de los minutos Chile se vio cada vez peor. Había ansiedad. El equipo estaba demasiado acelerado, tomando malas decisiones. Por eso no extrañó que pidiera calma.

El primero en recibir instrucciones fue Mauricio Isla, el lateral que corría cerca de la banca chilena. Inmediatamente conversó también con Bernardo Redín, su ayudante. Había que encontrar respuestas.

Tan mal jugaba la Roja que el colombiano aplaudió efusivamente, porque hasta ahí era lo único positivo, un centro de Junior Fernandes (a quien dejó en la banca en el descanso) al que por poco no llegó Paredes a los 28'.

"Costa Rica se vio muy bien y nosotros muy mal. Nos tomaron la mitad del campo. Nos da una lección dura, porque nos hizo ver muy mal y porque perdimos en calidad de local", diría el DT tras el cotejo.

Fue solo un espejismo, porque 120 segundos después los ticos casi abrieron la cuenta y a Rueda evidentemente no le gustaba lo que veía. Se cruzó de brazos y se fue a la banca nuevamente a hablar con su consejero.

El gol del cuadro centroamericano era cosa de tiempo. Llegó, de hecho, a los 36'. Tras la conquista tica se acercó a la banca, ya un tanto frustrado. Retó, de hecho, a Lorenzo Reyes por demorarse más de lo esperado en estar listo para reemplazar al lesionado Enzo Roco.

Rueda sorprendió a propios y ajenos con el cambio que hizo en el entretiempo, pero no por los nombres protagonistas de la sustitución, si no que por el cambio posicional que esto provocó: salió Junior, entró Óscar Opazo y subió como puntero derecho al Huaso Isla.

El DT explicó qué buscó: "En su club viene jugando como carrilero con más proyección ofensiva y tiene una gran sensibilidad en la técnica de centro. Y como Junior fue bien controlado y lo golpearon y no pudo entrar en juego, la idea era buscar esa triangulación entre Arturo y Mauricio, también la sensibilidad con Alexis".

Los minutos seguían corriendo y la Selección no mejoraba. El caleño solo atinaba a caminar en círculos cortos con la mirada clavada en el suelo. A ratos se tomaba la cabeza. Peor se vio el entrenador cuando Waston, el mismo que había abierto la cuenta, puso el 0-2. Rueda se quedó en la soledad del área técnica buscando explicaciones. O respuestas. O algo.

"Los hombres importantes nuestros no vienen siendo titulares con regularidad en sus clubes y eso se traspasa a la selección", intentó justificar tras el duelo.

Ni siquiera los descuentos de Vegas y posteriormente Alexis (la Roja perdía 0-3), le cambió la actitud de impotencia al adiestrador, que los últimos minutos se turnó entre las manos en los bolsillos y las conversaciones con Redín. Ni siquiera los duros insultos, acompañados de incontables "¡ándate Rueda!" de los hinchas cambiaron su rostro impávido.

El colombiano no lo pasó bien en su estreno en casa. Y el tiempo antes de la Copa América se le agota.