El astro mundial Alfredo di Stéfano ordenó construir en su casa de Madrid una escultura con una pelota de fútbol y la leyenda: "Gracias, vieja". Era su reconocimiento a todo lo que había vivido gracias a ella. El Chico Pinto se asocia para agradecer: "Imagínese lo que logré pese a mi baja estatura: ser jugador profesional durante 15 años, integrar una selección nacional juvenil, ser dos veces vicecampeón, una entrevista de dos páginas en la revista Estadio aunque actuaba en el Ascenso… Después del retiro, hice los cursos de iniciador y de monitor en Juan Pinto Durán, volví a los barrios en el club Orlando Cancino, con el Chocolito Ramírez, y conocí varios países. Hago clases y con 71 años todavía juego fútbol", dice.

Jorge Guillermo Pinto Vilos nació el 22 de enero de 1947 en San Fernando, "pero soy criado en Renca". Medía 1,65 metros y pesaba 65 kilos. Se inició en el club Dínamo, de Renca, donde el presidente era su padre, y debutó en el mediocampo de la Universidad Técnica del Estado en 1965, con 17 años.

"Me perdí el sudamericano Juvenil de Lima, por estar pasado en un mes con la fecha de nacimiento. Solo Chile respetaba el reglamento de la edad. El otro que se quedó abajo fue Luis Hernán Carvallo".

¿Cómo jugaba usted? "Era un 6 anticipador, mordedor, hablador, guerrero… El entrenador no tenía que decirme nada, porque sabía que yo me encargaba del armador rival. Y cuando jugué de 5, me tocaba el centrodelantero grandote".

¿Quién fue su ídolo? "Chamaco Valdés (Colo Colo). Y en mi puesto, el Chepo Alfonso Sepúlveda (Universidad de Chile), por la técnica".

Pinto también actuó en Deportivo Los Ángeles (1967 y 1968), luego en Iberia de Los Ángeles (1969 a 1971), Ferroviarios (1972 a 1976), Malleco Unido (1977), Ferroviarios (1978) y en Iberia (1979).

"Fui vicecampeón en Iberia 1971, a solo un punto de Unión San Felipe, y en Ferroviarios 1972, luego de un campañón con Julio Menadier en la banca. Compartí camarín con Leonel Sánchez y Luis Eyzaguirre. Los dirigentes no quisieron subir a primera división… Con Malleco Unido fuimos terceros en el torneo y llegamos a la liguilla, allí nos faltó experiencia ante Santiago Morning, Cobreloa y Santiago Wanderers".

Menadier lo puso en la defensa y la popularidad de Pinto se acrecentó: "La gente me quería por mi humildad y me celebraba todo, en especial en el estadio Santa Laura".

Leonardo Véliz (Unión Española) tiene el registro de haber hecho expulsar tres veces a su marcador, el Perro Mario Varas (Palestino). Usted lo supera. "Je, je. En cuatro partidos consecutivos hice echar a Waldo Quiroz (Santiago Morning). Él era técnico y yo no lo dejaba jugar, lo presionaba, le daba un manotazo, le hablaba… Se ofuscaba, tiraba una patada o se agarraba con el árbitro y le mostraban la tarjera roja".

¿Sus duelos más bravos? "Con Quiroz, con Rubén Marcos (Palestino), con Eduardo Bonvallet (Universidad Católica). Con el Clavo Hernán Godoy había que ser más pillo que él, le tocaba el trasero, él se daba vuelta y perdía de vista la pelota… Nunca me expulsaron y nunca convertí un autogol".

Pinto trabajó más de 30 años en la venta de calzados Verónica. "Uno tenía que arreglárselas, porque en los clubes chicos pagaban tarde, mal y nunca. En una liguilla nos ofrecieron un incentivo si le quitábamos un punto a un rival, lo hicimos y nos ganamos como 200 mil pesos de la época. Nos fuimos a bailar rock and roll a una quinta de recreo".

¿El fútbol es viveza? "Siempre lo ha sido. Cuando aparecía el árbitro, yo comentaba en voz alta: muchachos, hoy nos tocó uno de verdad… hay que apoyar al réferi".