Nueve argentinos, un español y seis chilenos. Así se desgranan las nacionalidades de los 16 entrenadores de la Primera División del país. Para la liga local, un récord de técnicos no chilenos dirigiendo, que se resumen en que el 62,5% de los equipos optan por un foráneo antes que adiestradores nacionales. Nunca antes en la historia había habido tantos arrancando un mismo torneo y la proporción, con 16 equipos en la categoría de honor, es alarmante para el producto chileno.
La tendencia va al alza en los últimos años. Si en el Apertura 2016 eran seis (cinco argentinos y un uruguayo), para el certamen siguiente, el Clausura 2017, el número aumentó a ocho (siete argentinos y un uruguayo). Ya el Transición había sido histórico, con nueve argentinos y siete nacionales dirigiendo. Para el campeonato anual de 2018 la cifra se elevó a 10. Los llamados equipos grandes son los primeros en optar por un foráneo. La mayoría de los que pelearán en el campeonato son transandinos. También hay un hispano.
¿Problema del Inaf? ¿Poca confianza en el producto nacional? ¿Mera coincidencia? Algunos de los que serán protagonistas del campeonato venidero, se aventuran a adentrarse en el debate.
"Llegan más extranjeros porque es producto de las modas y novedades. No es un problema de capacidad. Si bien es cierto que los chilenos tenemos tendencia de tener perfil más bajo, en capacidades es lo mismo. En metodología estamos al mismo nivel de cualquier DT", expresa Luis Marcoleta, técnico de Curicó y el más experimentado de los 16 que arrancan el torneo.
Una opinión similar tiene Erick Guerrero, su par en Iquique: "Los extranjeros aparentemente hablan mejor y más bonito. Con los técnicos chilenos, siempre he manifestado que hay que evaluarlos por su trabajo, y a los argentinos lo hacen por el verso. Los extranjeros versan mejor. Falta confianza para los técnicos chilenos. Eso se revierte con trabajo".
Uno de los foráneos defiende a los suyos. Dalcio Giovagnoli, quien ya fue campeón en Chile con Cobresal, asegura. "Respeto la opinión de versero. Está bien, pero creo que ese es un análisis muy introspectivo. El versero y el chamullero dura poco. Eso es algo efímero", sostiene.
Hay un detalle: solo cuatro de los 16 entrenadores que dirigirán en el próximo torneo saben lo que es ser campeón como técnico de algún torneo de primera división: Guede (supercopa de Argentina y liga de Chile), Hoyos (ligas de Bolivia y Chile), San José (Copa del Rey en Arabia y dos ligas de Bolivia) y Giovagnoli (liga de Chile). ¿Los entrenadores nacionales? Ninguno ha sido campeón en el fútbol de honor. "Se mide por resultados, no por suerte o circunstancias. La buena labor de muchos técnicos extranjeros ha servido para abrir la puerta al mercado. Ya son varios años de esto", dice Giovagnoli.
Entre los transandinos que han llegado a Chile, ninguno, salvo Martín Palermo (Arsenal), Gabriel Milito (Independiente) y Pablo Guede (Nueva Chicago), lo hizo desde la categoría de honor de su país. Larcamón provino del fútbol venezolano, Giovagnoli desde el fútbol de ascenso argentino, Sánchez y San José desde la liga boliviana, Cavalieri asumió su primer desafío en Valdivia y Hoyos desde la selección altiplánica.
Marcoleta hace un reclamo claro: "Falta visión y credibilidad (de los dirigentes). Hay ejemplos palpables. Un excelente DT como Mario Salas, que le da dos torneos a la UC y a la primera mala lo crucifican. Eso nos pasa a todos. Como dijo Fernando Riera, de bestial pasamos a bestias. Sobre las mismas situaciones no se tiene la misma tolerancia, paciencia y confianza que con el que viene de afuera". Guerrero es de similar pensamiento: "Llegar al primer equipo pasa por las decisiones de la gente que está a cargo de los clubes. Hay representantes que meten a su gente y lo que más hacen es hablar bonito, así envuelven a las personas que están a cargo de los clubes".
En Chile, el lugar para formarse como entrenador es el Inaf, del que se tienen diversas opiniones. "Estudié en el Inaf, es una gran institución donde entregan todas las herramientas para prepararte y llegar de la mejor manera a manejar un club profesional. Tengo las mejores referencias", aporta Guerrero. Marcoleta, en tanto, hace una salvedad. "Creo que la teoría es buena, lo que hace el Inaf es bueno, pero la realidad es diferente. Cuando sale el alumno del Inaf, lo hace con conocimiento, pero en la aplicación se le hace difícil". Giovagnoli cierra el debate: "Esto no pasa por una cuestión de capacidad, sino por una cuestión de resultados. Creo que los técnicos chilenos están a la altura de las circunstancias. Hay técnicos chilenos muy preparados y que consiguen buenos resultados. Me llama la atención, por ejemplo, que un técnico como Jorge Pellicer esté sin dirigir".