Armand Duplantis continúa reescribiendo la historia del deporte. Una Era que para él recién comienza y que pese a que debió enfrentarse de entrada a la crisis desatada en todos los ámbitos por el coronavirus, no fustigó su hambre por entrar al podio de los mejores. A sus cortos 20 años, esta era su temporada y en los Juegos Olímpicos de Tokio esperaba demostrar por qué.
Ya en febrero pasó a la historia grande al batir el récord mundial absoluto del salto con garrocha. Primero, en la tercera fecha del Tour Mundial Bajo Techo, celebrado en Torun, Polonia, superó por un centímetro los 6,16 metros que el francés Renaud Lavillenie consiguió en 2014. Y apenas una semana después volvió a hacerlo, fijando definitivamente el récord del mundo en 6,18.
Pero pese a que el salto con garrocha es una de las pocas que World Athletic considera válidas tanto si se realizan bajo techo o al aire libre y, por ende, desde hace meses que Duplantis ya era dueño del récord mundial, la hazaña de ayer en Roma tiene un condimento especial.
El sabor que le entregaba el legendario Sergei Bubka, dueño desde hace 26 años de la plusmarca al aire libre, era una de las grandes obsesiones que el sueco mantenía para esta temporada. Y lo consiguió de una forma espectacular, exhibiendo una técnica tan pulcra que hizo parecer que cualquiera puede elevarse como él.
Como ya ha patentado, en el Estadio Olímpico de Roma cerró rápidamente la competencia, con un segundo intento de 5,85 metros. De ahí, el camino hacia los 6,15 pareció solo un trámite, llegando a dominar la histórica altura en su primer intento, pero invalidando la marca por rozar la barra con el pecho al caer. Debía afinar su técnica para tocar una vez más el cielo; solo necesitó de otro intento.
Con apenas 20 años, en 2020 Mondo ha ganado todas las competiciones en las que ha brincado, sumando 15 oros, tanto al aire libre como bajo techo. Y aunque el coronavirus arruinó la planificación que tenía para la temporada, ha sabido recomponerse.
“Si no hubiésemos tenido esta situación del Covid, hubiera sido muy difícil batirlo en los Juegos Olímpicos”, explica Greg Duplantis, el padre y entrenador, revelando la forma casera en la que debió entrenar: “Todas las instalaciones donde entrena cerraron y no nos quedó más que saltar en el jardín. En esa colchoneta no podíamos saltar muy alto, solo saltos de 5.30, 5.40 metros, y desde seis pasos”, relató.
Pero Mondo supo entender que no debía frustrarse y, muy por el contrario, aprovechar toda la preparación para ahora, que ha vuelto tal como cuando debió hacer una pausa.
El salto con garrocha tiene a un nuevo protagonista, uno que por su edad promete elevar a la disciplina nuevamente a las vitrinas y pantallas. Porque todos ahora quieren ver a Mondo, el nuevo rey.